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Reportaje:

El triunfo de las uvas

Un centenar de bodegas comienza la vendimia en O Ribeiro

Los sótanos de la nave de la Cooperativa do Ribeiro (10.000 metros cuadrados dedicados al vino, la mayor de Galicia) albergan una granja de uvas de las que saldrá el mayor volumen de tostado que se comercializa en España y uno de los cinco que se elaboran en Europa. 15.000 kilos de uva reposan mansamente en un silencio oscuro para elaborar por segundo año consecutivo, desde que la filoxera del siglo XIX dio al traste con el último intento, 3.000 botellas del preciado caldo. "Un capricho; lo hacemos sólo con la intención de poner en valor la comarca" explica el gerente, Argimiro Levoso, sin levantar apenas la voz en este silo en el que las uvas habrán de descansar durante tres meses hasta que pierdan el agua y quede prácticamente el azúcar.

"Donde menos pagan es aquí", protesta un jornalero, 45 euros frente a 60 de La Rioja

Esto en la granja del tostado, porque afuera, en el soleado mediodía, está el trajín. La cooperativa (700 socios más 450 proveedores) decidió que ayer, martes, fuera el día cero de la vendimia. El día en que los viticultores con viñas de más calidad apuran la recogida y entregan su producto, que irá llenando parte de los más de 200 depósitos, pirámides de acero con capacidad, incluso, para 173.500 litros. Porque sólo la cooperativa producirá este año de merma en torno al 20% de la producción -consecuencia del mildiu que dejaron las lluvias de julio- unos seis millones de litros de vino. Y frente a estas magnitudes, el trabajo casi amanuense de otros bodegueros como el veterano Jerónimo Docampo, con una producción de 300.000 kilos de uva de calidad.

Pero el baile de las uvas no sólo está en las 113 bodegas. Buena parte de los viticultores tienen que contratar temporeros: estudiantes, extranjeros (la mayoría, rumanos) y una comuna de hippies con campamento base en Beade, al lado del cementerio. Cincuenta jóvenes con crestas coloreadas y piercings -para espanto de algunos vecinos que les "dicen que tienen que desinfectar las aceras", señala uno de ellos- han instalado su tienda de campaña en las afueras. La mayoría se va después a La Rioja. "Donde menos pagan es aquí: unos 45 euros por cortar racimos y algo más por cargarlos, en teóricas jornadas de ocho horas que acaban siendo de 12, aunque los agricultores se enrollan y dan la comida", dicen. Porque, de contrato, nada: "Ni lo quieren los patrones ni lo queremos nosotros. ¿Un contrato por siete días?, ni de coña".

Aseguran que en La Rioja cobran 60 euros y reciben alojamiento con ducha, y se quejan de que en Beade los dueños de tiendas y bares no hacen sólo la vendimia, sino también el agosto: "Han subido el café y el pan desde que llegamos". Y es que ningún viticultor está para alegrías. Continuas capas de tratamiento a las cepas, sueldos de jornaleros y un inmenso esfuerzo para cobrar finalmente 0,30 euros por kilo de jerez, la mitad que hace unos años.

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