El fin de la impunidad
Que la ONU y el Banco Mundial se comprometan a recuperar el dinero robado por los dictadores es una medida digna de todo elogio y de toda necesidad. Es curioso que estos salvadores de la patria roben a manos llenas a ese pueblo por el que dicen que se sacrifican y hacen todos los esfuerzos, y cuenten con tantos seguidores ignorantes. Pueblos que son pobres y aún empobrecen más los dictadores con su expolio, abusando de su poder. Ya es hora de que una iniciativa así se pusiera en marcha. Habría que trabajar todo lo posible para que los tiranos no gozasen de su fortuna robada una vez abandonado el poder. Pero no sólo de dinero hay que privarles; también de sus propiedades adquiridas de manera ilegal. En España tenemos el ejemplo de la familia Franco, que se ha aprovechado del patrimonio regalado por las buenas o las malas al dictador y con el que ha especulado y sigue especulando, negándose en el caso del Pazo de Meirás a que se devuelva en cierto modo al pueblo. Con estos casos habría que actuar sin contemplaciones. ¿Cuándo llegará el día en que alguien se atreva.
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