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Reportaje:

En la guarida de la 'Ndrangheta

Andrea Rizzi

San Luca es una lengua de casas de aspecto ruinoso agarradas a un monte áspero que parece querer liberarse de ellas. En medio se desenrosca una calle tortuosa que une las partes enfrentadas de un pueblo que abriga apenas 4.700 almas y los dos clanes mafiosos más violentos que Italia conozca en la actualidad. Arriba se yergue el feudo de los Nirta-Strangio; abajo, el de los Pelle-Vottari. Recorrer esa calle es una inmersión en las vísceras más profundas de la 'Ndrangheta, la poderosa y ascendente mafia de Calabria, la reina del tráfico de cocaína en Europa. San Luca es, desde siempre, la capital de la 'Ndrangheta. Ahora más que nunca. Es, en Calabria, lo que Corleone fue en Sicilia.

"Tras la matanza de Navidad, este pueblo se ha convertido en la muerte vista desde dentro", dice el cura
En una redada, los agentes descubrieron un búnker a lo James Bond oculto tras la pared en una casa
Desde 1995, 32 Ayuntamientos han sido disueltos en Calabria por infiltración mafiosaLa guerra de San Luca irrita a los otros clanes mafiosos, que llaman 'La Bastarda' a la célula localLos clanes cuentan con filiales en medio mundo, gracias a la base constituida por la emigración
En San Luca, chicos y chicas no pasean juntos. Muchos se casan para reafirmar alianzas mafiosas
La guerra de San Luca irrita a los otros clanes mafiosos, que llaman 'La Bastarda' a la cálula local
El fiscal antimafia Gratteri indica que hay 7.000 afiliados sólo en la provincia de Reggio Calabria
LOS REYES DE LA COCA.La 'Ndrangheta es la reina del narcotráfico en Europa. Cada año importa y distribuye 400 toneladas de cocaína colombiana
San Luca es el feudo de los dos clanes de mafia más violentos. Es en Calabria lo que Corleone fue en Sicilia
Los clanes cuentan con filiales en medio mundo, gracias a la base constituida por la emigración
Capital mafiosa. En los montes de San Luca se celebra, desde siempre, la reunión anual de la cúpula de la mafia calabresa
MATANZA EN ALEMANIA. El ataque de Duisburgo, en el que fallecieron seis hombres, es sólo el último acto de la guerra de clanes de San Luca
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Por San Luca no se pasa. Hay que ir. Sólo es accesible por una carretera que procede de la costa y que se corta en la plaza de la iglesia. Más allá, nada. Montañas verdes, duras y salvajes, en cuyas gargantas se celebró durante décadas la anual reunión de la cúpula de la 'Ndrangheta. "Está judicialmente comprobado que la cumbre se ha celebrado al menos hasta hace tres años en esas montañas, en los alrededores del santuario de la Madonna de Polsi, a la que los afiliados son muy devotos", dice Nicola Gratteri, fiscal antimafia calabrese que desde hace años investiga sobre San Luca. La historia de la 'Ndrangheta -la onorata società de los andragathos, hombres valientes, en griego antiguo- corona San Luca como capital. Lo confirman la fuerza y la violencia que exhiben hoy sus clanes.

Acercarse al epicentro de una organización cuya cifra de negocios alcanza los 36.000 millones de euros anuales -según el centro de estudios Eurispes- y que trae a Europa cada año desde Colombia unas 400 toneladas de cocaína constituye un paseo visualmente explicito. Muchos investigadores consideran la 'Ndrangheta más poderosa que la Cosa Nostra, la mafia siciliana, y que la Camorra, la mafia napolitana.

Y su feudo impacta. Ya antes de llegar a San Luca, la carretera se empina y los carteles que indican el camino se yerguen agujereados a balazos. Pronto aparecen los primeros jóvenes que patrullan el pueblo en motorino. Carabinieri con metralleta bien a la vista. Mujeres de negro en cada esquina que se retraen al ver rostros desconocidos. Carretera que por fin se hace calle. Y aire definitivamente irrespirable.

Precisamente en una vivienda de esa calle, el pasado 25 de diciembre un comando armado con fusiles de asalto Kaláshnikov hizo irrupción en una vivienda, mató a la mujer de un jefe del bando Nirta-Strangio y dejó con un soplo de vida al hijo de cinco años y a otros tres hombres del clan. La acción abrió una guerra sin cuartel cuyo acto más reciente es la matanza de seis hombres en Duisburgo (Alemania), el pasado 15 de agosto.

"Después de Navidad, San Luca se ha convertido en un pueblo fantasma. Es la muerte vista desde dentro", asegura Pino Strangio, cura del pueblo desde hace 27 años, un hombre fuerte con los ojos vivos. Su descripción no puede ser más acertada. Desde entonces, la muerte serpentea por el pueblo. El 4 de enero, un hombre fue asesinado de 47 balazos. Tenía 47 años. Era la respuesta al golpe de Navidad. Siguió un goteo de asesinatos que responden a la sed de vendetta, al olor a coca, a las instigaciones de las mujeres que exigen a sus hombres defender el honor de las familias.

"Muchos han huido, se han escondido, han buscado refugio", dice don Pino. Los niños de los clanes fueron retirados del colegio. Y la gente honrada también tuvo que encerrarse. "Ahora tenemos que reaccionar, salir fuera, abrirnos, rebelarnos contra todo esto viviendo nuestras vidas. Si no lo hacemos, de alguna manera somos cómplices", sostiene el sacerdote. Pero lo que se ve en la calle da más miedo que esperanza.

"El mundo conoció San Luca el 15 de agosto, con la matanza de Duisburgo, pero el pueblo es una capital mafiosa desde hace tiempo", afirma, puro en la mano, Renato Cortese, el jefe policial que en 2006, al mando del equipo especial Duomo, capturó al capo dei capi de la mafia siciliana, Bernardo Provenzano. Fue él quien entró el primero en el refugio del padrino, que llevaba huido de la justicia 41 años. Ahora, el Gobierno le ha encargado una misión no menos difícil: socavar el poder de la 'Ndrangheta precisamente en la provincia en la que se encuentra San Luca, la de Reggio Calabria.

"Durante décadas, la atención policial y mediática se ha centrado en la Cosa Nostra siciliana. Mientras tanto, en la sombra, la 'Ndrangheta se ha hecho fuerte", prosigue Cortese. Los 36.000 millones facturados por los hombres valientes, algo así como el 3,6% del PIB español, superan en 6.000 millones la cifra que maneja la Cosa Nostra.

Los negocios aumentan; las fricciones, también. "La guerra entre los clanes de San Luca nace en los años noventa, y está plagada de asesinatos. Ahora se ha recrudecido. Se dice que todo empezó por culpa de un lanzamiento de huevos durante un carnaval. El episodio es verídico, y supuso una afrenta al honor del grupo que lo sufrió [el de los Pelle-Vottari]; pero la lucha, naturalmente, es por el control del territorio y de los negocios", cuenta Cortese. La cocaína, sobre todo, pero también las extorsiones, el tráfico de armas y el dinero que viene de Roma para las infraestructuras de una región deprimida, cuya renta per cápita es el 68% de la media de la UE. En Lombardía, la región de Milán, es el 140%. Mafia y pobreza siempre van de la mano. El crimen organizado hunde en la miseria a los pueblos que la sufren o aceptan, porque asfixia el desarrollo.

"Hasta los años ochenta, los clanes locales se dedicaron sobre todo a los secuestros de personas", prosigue Cortese. "Ahora han logrado afirmarse como interlocutores directos y privilegiados de los carteles colombianos de la droga. La actividad ha cambiado, pero los protagonistas son los mismos". Son gente como Ndoni Gambazza, gran padrino local del clan Pelle. Un nombre que parece salido de una película. Al igual que el submarino incautado a la 'Ndrangheta en Colombia el año pasado. Se utilizaba, naturalmente, para el narcotráfico.

Observando San Luca es fácil imaginar el éxito de los clanes locales en los secuestros. Rostros y manos de la gente delatan la familiaridad con los escarpados montes que rodean el pueblo. Ahí se escondió a 147 secuestrados hasta 1991, entre ellos Paul Getty III, sobrino del célebre multimillonario estadounidense.

Lo que resulta más difícil de comprender es cómo este pueblo de pastores pudo convertirse en una multinacional del narcotráfico con capacidad operativa mundial. ¿Cómo este pueblo fantasmal, duro, de tremenda fealdad, en el que es casi imposible encontrar una tienda, pudo dar pie a todo eso? ¿Cómo lo hicieron? ¿Y dónde se esconde la enorme riqueza acumulada?

Las mismas calles de San Luca esbozan algunas respuestas. La primera se capta echando una ojeada a través de puertas entreabiertas, que dan la sensación de que no todo es como parece. A las fachadas descuidadas y sucias de las casas no siempre corresponden interiores pobres y humildes. El coronel de los Carabinieri Francesco Iacono, en su despacho de Locri, principal localidad de la comarca, confirma la sospecha: "Por dentro, las viviendas no son como por fuera. Muchas de ellas están ricamente amuebladas, aunque con dudoso gusto".

En una redada llevada a cabo el 30 de agosto, los hombres del coronel descubrieron en una casa un búnker a lo James Bond, oculto detrás de una pared que se deslizaba automáticamente pulsando un botón. Allí se escondían tres hombres, que fueron detenidos. La operación se saldó con 34 arrestos. San Luca fue cercada aquel día por más de 400 agentes.

"Nosotros estamos seguros de que hay al menos 216 afiliados en San Luca", dice Iacono, que durante años estuvo al mando de la sede de los Carabinieri de Corleone (Sicilia). Afiliado significa haber sido bautizado, con un juramento y un pinchazo en el dedo, en una reunión celebrada al atardecer delante de los padrinos locales. Afiliarse significa entrar en la jerarquía de la onorata società hasta la muerte, porque con vida no se sale de ese círculo. El fiscal Gratteri indica que en toda la provincia de Reggio Calabria hay al menos 7.000 afiliados. "Y es una cifra conservadora".

A los 216 de San Luca a los que se refiere Francesco Iacono hay que añadir aquellos de los que no se sabe con certeza, sus familias, sus cómplices y sus mujeres. Como las que el 15 de agosto, según relata Cortese, reflejaban en sus rostros la satisfacción por la vendetta de Duisburgo.

Es difícil tomar una cerveza en el bar del pueblo sin preguntarse con quién se habla. Los peces gordos no andan por ahí, por miedo a las fuerzas del orden o a la venganza del clan enemigo. Pero entre negro y blanco hay una amplia zona gris, "hecha de gente que no denuncia, que lleva mensajes o paquetes, que da refugio... Ése es el problema", coinciden muchos de los agentes que patrullan San Luca en estas semanas.

Quienes siguen en el pueblo son sobre todo mujeres y jóvenes. Uno de éstos, en la fuente que domina una de las tres plazoletas, se acerca y pregunta agresivamente:

-¿Qué queréis vosotros aquí?

Es sólo un chaval, pero el apellido con el que se presenta añade peso a la pregunta. Es el del clan que perpetró la matanza de la Navidad de 2006. Desde entonces ya van 11 muertos. No sorprende que muchos hayan preferido irse, y que, en los respectivos feudos, no se mueva una hoja sin que ellos lo sepan.

"Tenemos que reaccionar, no podemos vivir como muertos, en el miedo", insiste don Pino, a quien quemaron el coche los hombres de honor. Al día siguiente, desde el púlpito, don Pino dio las gracias porque sólo le hubiesen arrebatado el automóvil, y no la vida.

Algunos intentan no vivir como muertos. Fortunato Nocera, por ejemplo. Ex trabajador del ferrocarril, este hombre de 69 años es el secretario general de la Fundación Corrado Alvaro. Alrededor del nombre y de la obra del gran escritor que nació en San Luca en 1895, Nocera y unos otros pocos intentan reunir la parte limpia del pueblo. "Bienvenido a la trinchera", saluda Nocera.

Hacen lo que pueden. Aguantan. "Pero somos cuatro gatos. El padre, el hijo y el espíritu santo", dice. "El Estado viene sólo con la metralleta después de las matanzas, pero nos ha abandonado durante décadas. Aquí no hay nada, así que es lógico que muchos caigan en la tentación del dinero fácil".

"Aunque seamos sólo el 10%, queremos recordar al Estado que aquí estamos nosotros también", dice en su uniforme de guardia forestal Sebastiano Romeo, otro miembro de la fundación. El 4 de octubre irán todos a Berlín, donde se celebrará la ceremonia anual de entrega de los premios literarios Corrado Alvaro. Van para lanzar un mensaje, decir a los alemanes que hay otra San Luca, pero verles en el pueblo da la sensación de una tremenda impotencia.

"El problema es que aquí no hay ningún interlocutor político. Mientras dejemos que la mafia sea el único interlocutor de la gente, tendremos otras matanzas como la de Duisburgo", señala don Pino, que también es miembro de la fundación.

Desde 1995, 32 ayuntamientos han sido disueltos por infiltración mafiosa en Calabria, y 33 de los 50 diputados del Parlamento regional están siendo investigados por varios delitos. El vicepresidente de la región, Francesco Fortugno, un hombre honrado, fue asesinado en 2005 en Locri.

En ese contexto, el coraje de quienes resisten inspira respeto, pero es suficiente otro paseo por el pueblo para barrerlo todo. En la calle, la gente no parece estar por la labor de cambiar las cosas. Ni los jóvenes de las motos, que siguen controlando obsesivamente a los forasteros, ni las mujeres con sus rostros duros y sus reticencias. Tanto las viejas como las jóvenes. En San Luca nunca se ve a estas últimas al lado de los chicos, como muestra de respeto a unas tradiciones y valores que tienen sabor a integrismo, según dice don Pino. En San Luca, chicas y chicos no pasean juntos, y mucho menos se tocan. Muchos se casan según la voluntad de los padres, para reafirmar alianzas. Hay cosas que recuerdan la Edad Media en el feudo de San Luca.

Incluso en la misa celebrada en recuerdo a los fallecidos de Duisburgo, a los 30 días de la matanza, hombres y mujeres están separados. Apoyados en la pared exterior de la iglesia, los hombres de la familia reciben el saludo de la parte del pueblo que quiere o no puede evitar dárselo. La escena tiene algo de escalofriante. Verla hace pensar en la tragedia de vivir aquí y no tener nada que ver con la mafia. Luego se hace más difícil ser críticos con los clientes del bar de Sebastiano, que juegan a las cartas y lo minimizan todo.

-Aquí hay sombra y luz como en todas partes. Cuenta la verdad, hombre, di que éste es un pueblo como tantos y que hay mucha gente honesta.

Resulta fácil replicar pidiendo una actitud más crítica, pero que levante la mano quien tenga el coraje de ir por el pueblo con una pancarta antimafia contundente y quedarse a vivir allí. El hecho de que la zona esté militarizada no quita la percepción de que San Luca es el feudo de ellos.

Contribuye a esta situación que mucha gente honesta prefirió huir y que los que se quedan parecen ser siempre demasiado pocos. Alvaro, el gran escritor, también se fue, y algunos en el pueblo se lo reprochan todavía. Coches con matrícula extranjera o del norte de Italia, de vuelta sólo por las vacaciones, delatan la enorme sangría de emigración que ha sufrido y sufre este pueblo, al igual que toda Calabria.

Esa sangría es una clave de la fuerza de la 'Ndrangheta no sólo en Calabria, sino también fuera de Italia. "Los clanes cuentan con filiales en medio mundo, y es sobre todo allí, en el norte de Italia, en Europa y en América, donde blanquean sus capitales", explica el fiscal Gratteri. Ésa también es otra respuesta a quien pregunta dónde acaba la enorme riqueza de los clanes.

La emigración ha servido de base. "Uno de los asesinados en Duisburgo tenía en su cartera la imagen quemada de san Miguel, el protector de los hombres de 'Ndrangheta", dice Cortese. "Esto demuestra que allí había una filial del clan", explica Gratteri. "La matanza no ha sido tan sólo una venganza de sangre, sino también una manera de arruinar los negocios que el clan rival tenía allí. Un gesto que supuso una gran ruptura. La regla general es que donde se hacen los negocios no tiene que haber sangre", explica el fiscal. Ahora, Alemania se ha dado cuenta de que tenía ese cáncer en su cuerpo, al igual que muchos otros países.

En la sombra y en el silencio se blanquea mejor. Por ello, el ruido provocado por los clanes de San Luca está causando malestar entre los otros grupos de la 'Ndrangheta. Hasta el punto que ellos mismos llaman La Bastarda a la célula de San Luca. La mala hija. El interés del colectivo mafioso es que se calmen las aguas en San Luca.

"Sólo una personalidad mafiosa de gran relieve podría lograr una mediación", dice Gratteri. "La cosa se complica, además, porque haría falta autoridad, pero también equidistancia. Han ido demasiado lejos, matando a mujeres, hiriendo a hijos, como para que eso se pare sencillamente". Un paseo por el cementerio de San Luca dice lo mismo, con todas esas tumbas de muertos precoces.

No hace falta ir hasta allí. Las calles de San Luca murmuran que no va a ser nada sencillo. Corrado Alvaro lo dijo así: "Lo más desesperante para una sociedad es que vivir honestamente no sirva para nada". Eso se lee en una placa en la fachada en el Ayuntamiento de San Luca. Ella también mira hacia esa calle que parece la carótida de la 'Ndrangheta.

Don Pino Strangio, sacerdote en San Luca desde hace 27 años. La foto le muestra en el santuario de la Madonna de Polsi, en los montes cercanos al pueblo. En esa zona se celebra la  reunión anual de la cúpula de la 'Ndrangheta.
Don Pino Strangio, sacerdote en San Luca desde hace 27 años. La foto le muestra en el santuario de la Madonna de Polsi, en los montes cercanos al pueblo. En esa zona se celebra la reunión anual de la cúpula de la 'Ndrangheta.
Un grupo de hombres, en la escalera de la iglesia de San Luca.
Un grupo de hombres, en la escalera de la iglesia de San Luca.
Un <i>carabiniere </i>vigila la parte alta de San Luca. Tras la matanza de Duisburgo, a mediados de agosto, el pueblo vive bajo estricto control policial.
Un carabiniere vigila la parte alta de San Luca. Tras la matanza de Duisburgo, a mediados de agosto, el pueblo vive bajo estricto control policial.

España, estación de paso de la cocaína

"España es uno de los países predilectos de la 'Ndrangheta". Nicola Gratteri, fiscal antimafia de Reggio Calabria, es rotundo. "España es el país de llegada, almacenamiento y distribución de la coca. Allí los clanes calabreses son muy activos, y allí se ha detenido a importantes hombres de la 'Ndrangheta, como Roberto y Alessandro Pannunzi y Santo Maesano, grandes traficantes, con contactos directos con los carteles colombianos, que disponían de aviones y barcos. Llevaban en cada viaje de 3.000 a 4.000 kilos de cocaína. Casi todas nuestras investigaciones nos llevan a España. El 80% de la cocaína que se maneja en Italia pasa por allí", dice Gratteri. "Para entender el tipo de personajes del que hablamos, puedo decir que a Maesano, que fue detenido en un lujoso hotel de Palma de Mallorca, se le incautaron unos 40 relojes de lujo y 100 pares de zapatos", cuenta el fiscal.

A lo largo de las últimas dos décadas también se ha detenido en España a decenas de miembros de la Camorra, la mafia napolitana.

La presencia de los hombres de la 'Ndrangheta en España está estrictamente ligada al narcotráfico. En cambio, no hay evidencias judiciales de actividad de blanqueo de dinero en España, subraya Gratteri, como ocurre en muchos países en los que hay filiales de los clanes.

Un país, cuatro mafias

AUNQUE SUS ACTIVIDADES CRIMINALES tengan características parecidas, las mafias del sur de Italia son organizaciones radicalmente distintas entre ellas. La más famosa, la Cosa Nostra, tiene su feudo en Sicilia. La 'Ndrangheta, en Calabria. La Camorra, en Campania, la región de Nápoles. La cuarta es la Sacra Corona Unita, en Puglia, la región de Bari. Esta última tiene una dimensión criminal inferior a la de las otras tres. Más allá de colaboraciones y contactos ocasionales, cada una opera por su cuenta y según su estructura particular.

Los clanes de la 'Ndrangheta, por ejemplo, a diferencia de los de la Cosa Nostra, se basan fundamentalmente en vínculos de sangre. Los afiliados pertenecen a las mismas familias. "Eso hace más difícil que uno de ellos se arrepienta y colabore con la justicia. Significaría traicionar no sólo a la organización, sino también a sus hermanos, hijos, etcétera", comenta Renato Cortese, de la policía italiana. Los arrepentidos han sido la clave de varias operaciones contra la Cosa Nostra. "Por otra parte, ese vínculo familiar a veces nos facilita el trabajo. Si detectamos a un afiliado, centrándonos en su familia, muchas veces degollamos todo un clan".

La otra gran diferencia con la Cosa Nostra es estructural. Ésta es piramidal, centralizada. La 'Ndrangheta es federal. Cada jefe de clan tiene derecho de vida o de muerte en su territorio, pero no hay un hombre por encima de los demás. No hay un capo dei capi, como en la Cosa Nostra.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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