No habrá cárcel dorada, según el fiscal peruano
Mientras el Gobierno peruano se prepara a marchas forzadas para recibir a Alberto Fujimori, los más alborozados por la noticia de la extradición son los familiares de las fallecidos en los casos de violación de derechos humanos por los que finalmente será juzgado el ex presidente.
"Esto no es venganza, es justicia", declaró Gisela Ortiz, cuyo hermano fue asesinado en 1992 junto con otros 11 estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta. Ella y otros deudos se reunieron en el céntrico Campo de Marte, donde un monumento llamado El ojo que llora conmemora a los muertos y desaparecidos por la violencia política que asoló a Perú en las décadas de 1980 y 1990.
Mientras tanto, la fiscalía peruana anunció que se reforzará el equipo de fiscales encabezado por Pablo Sánchez Velarde, que se encargará de presentar los cargos contra Fujimori. El gran misterio es en qué cárcel será internado. Una de las alternativas es el centro de reclusión de la Base Naval del Callao, donde se encuentran presos, entre otros, su principal asesor, Vladimiro Montesinos, y el cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.
El presidente de la procuraduría anticorrupción, Carlos Briceño, señaló que "no será recluido en una cárcel dorada", pero tampoco será internado en una prisión para reos comunes, donde correría riesgo. La ministra de Justicia, María Zavala, señaló que el sitio donde será recluido está ya definido, pero no se revelará antes de tiempo por motivos de seguridad.
"Ésta es una sentencia histórica, no sólo para Perú y para Chile, sino para el mundo entero", destacó Briceño. El Poder Judicial precisó que los juicios a Fujimori estarán a cargo de jueces civiles y que serán audiencias públicas. "Ahora no le quedará más remedio que confiar en la justicia peruana", añadió el procurador.
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