El Gobierno destaca su éxito en el pacto sobre inversiones frente a la crisis que sufre CiU
Con las desavenencias internas bajo control, reforzado por el acuerdo sobre inversiones y con la oposición enfrascada en una lucha fratricida. Así afronta el Gobierno catalán el debate de política general de la próxima semana. Si no fuera por el carácter de José Montilla, poco dado a exteriorizar emociones, casi podría hablarse de euforia.
El presidente de la Generalitat ha comenzado a preparar esta semana su intervención en el que será su primer debate de política general como jefe del Ejecutivo. Su equipo respira tranquilo. El acuerdo sobre las inversiones en infraestructuras permitirá al presidente exhibir un éxito importante en su lista de haberes. Todo sería muy diferente si el Ejecutivo sólo pudiera lucir los logros derivados de la política de "lluvia fina" que Montilla ha defendido desde el principio de la legislatura. De no estar sobre la mesa el acuerdo de las infraestructuras, el Ejecutivo sabe que la oposición de Convergència i Unió presentaría como poco menos que un fracaso todo el proceso de desarrollo estatutario llevado a cabo los últimos meses.
Socialistas, respublicanos y ecosocialistas esperan poder capear el temporal con relativa facilidad. "Tenemos a Unió y a Convergència apuñalándose desde los platós televisivos, al Partido Popular con un presidente recién dimitido y a Ciutadans siempre al borde de la escisión", analizaba esta semana un dirigente de Iniciativa. Ayer, la vicepresidenta del Partit dels Socialistes, Manuela de Madre, apuntó en el mismo sentido: "mientras el Gobierno trabaja, la oposición se pelea". Es el mensaje que desde el pasado lunes vienen repitiendo machaconamente los dirigentes del PSC.
Los grupos parlamentarios del tripartito han comenzado los contactos para que este optimismo pueda mantenerse durante los tres días del debate. No será fácil. En las filas del PSC y de Iniciativa existe el temor de que la presión de Convergència i Unió y de los sectores más radicales de Esquerra Republicana vuelvan a arrastrar al partido de Josep Lluís Carod Rovira hacia posiciones poco digeribles por sus socios del tripartito. En otras palabras, temen que CiU y Esquerra se enzarcen en una nueva pugna para ver quién es más nacionalista, como ya ocurrió en el debate sobre el desarrollo del Estatuto del pasado marzo.
Otras fuentes de la dirección del PSC apuntan en otro sentido, "Más que Convergència, quien esta vez podría arrastrar a Esquerra hacia posiciones radicales son las plataformas críticas de Joan Carretero y Uriel Bertran", afirma un dirigente socialista. "La dirección ERC aguanta muy mal est tipo de presiones internas, veremos cómo lo hacen esta vez", concluye.
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