Misterioso asesinato en Manhattan con Freud de fondo
Jed Rubenfeld mezcla 'thriller', psicoanálisis y el Nueva York de 1909
El estrangulamiento ritual de una joven en un exclusivo bloque de apartamentos del Nueva York de 1909 que se empina hacia el cielo, la incontinencia urinaria de Freud -y un comprometedor episodio en un distinguido hotel provocado por ella-, la ruptura entre el padre del psicoanálisis y Jung (retratado como un racista petulante), pesquisas criminales, psiquiatría, conjuras, amor y política. Incluso un toque de Shakespeare (el protagonista está obsesionado con Hamlet) y ecos de Edith Wharton y Henry James. Todo eso tiene La interpretación del asesinato, del estadounidense Jed Rubenfeld (Anagrama y Edicions 62, en catalán), a lo que hay que añadir la singular personalidad de su autor, profesor de Derecho en Yale, y que nunca antes había escrito ficción.
"Soy consciente de que maltrato a Jung en la novela; me escriben recordándomelo"
La interpretación del asesinato, una rara, por lo feliz, mezcla de thriller, psicoanálisis e historia (historia del mismo psicoanálisis y del Nueva York de principios de siglo, con su arquitectura, su vida social, sus pecados y corruptelas), es poco menos que la novela de la temporada. Llega avalada por los 700.000 ejemplares vendidos en el Reino Unido y el millón en toda Europa. Su autor, un hombre atractivo de 48 años, con un aire que le sentaría muy bien a Hamlet (de hecho, ayer, al presentar su libro en Barcelona, explicó que lo encarnó en sus días de estudiante en la Julliard School), lleva el éxito con modestia no exenta de cierto estupor. Dijo que escribió la novela a instancias de su mujer tras el éxito de su último libro sobre leyes, "del que se vendieron seis ejemplares, cuatro en el ámbito de la familia" (ese humor irónico de Rubenfeld es palpable en la novela y proporciona muy buenos ratos). Escribir ficción, descubrió, "es mucho más divertido". En su excursión al Nueva York de 1909, el autor se enamoró de la ciudad y la época. "He querido que lo mismo le sucediera al lector, que participara de la vida de la ciudad en ese periodo".
La visita de Freud, Jung y Ferenczi a Nueva York es rigurosamente histórica, como muchas de las conversaciones y vicisitudes que se narran, incluida la conspiración contra Freud de una capa influyente de la medicina de EE UU. "Muchos especialistas me han preguntado cómo he podido capturar la voz de Freud con tanta autenticidad. El secreto es que no he inventado casi nada". El retrato de Freud es fascinante y atractivo, casi entrañable. No así el de Jung, que aparece bastante ridiculizado. "Soy consciente de que lo maltrato, y cada semana recibo e-mails recordándomelo", suspiró. "Era una persona muy compleja, inteligente y perspicaz, pero hay verdades acerca de él que sus seguidores prefieren olvidar". Rubenfeld señaló el flirteo del gran psicoanalista suizo con los nazis -véase Jung, el Cristo ario, de Richard Noll (Vergara, 2002)-, y algún vergonzoso affaire más de cama que de diván. En el centro de la novela están las sesiones de psicoanálisis a las que somete un joven médico seguidor de Freud a una jovencita amnésica que tiene la clave del crimen. Rubenfeld, que ha vendido los derechos cinematográficos a la Warner, prepara ya su segunda novela, centrada en el poco conocido ataque terrorista del 16-S (de 1920), cuando los anarquistas mataron a 37 personas e hirieron a 400 con un carro de caballos bomba en Wall Street. La presentación de ayer tuvo un momento muy emotivo (alguien diría que freudiano) cuando Rubenfeld, de repente ensombrecido, consideró necesario explicar que su novela es el último libro que leyó su madre.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.