¿Cambio de ciclo?
Desde que los mercados financieros internacionales acusaron los efectos de la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos, el debate sobre la situación de la economía ha adquirido un especial protagonismo.
Cualquier debate riguroso requiere de análisis y reflexión, pero en economía esto es una exigencia si se tiene en cuenta la influencia que ejercen las expectativas en la evolución futura de la economía y no se quiere actuar irresponsablemente. Por ello, creo conveniente aclarar algunos conceptos y analizar la situación de la economía española ante el nuevo escenario de volatilidad de los mercados financieros internacionales y las voces de alarma desatadas.
Empecemos por el concepto de ciclo económico. Se llaman ciclos económicos a las fluctuaciones de la actividad global que dan lugar a una sucesión de fases ascendentes y descendentes denominadas depresión, expansión, auge y recesión. La recesión es la fase descendente del ciclo caracterizada por una caída importante de la inversión, la producción y el empleo. Técnicamente, se considera que una economía entra en recesión cuando se da un crecimiento real negativo durante, al menos, dos trimestres consecutivos.
Ningún país de nuestro entorno es capaz de mostrar unos resultados como los que ofrece la economía española desde el año 2004
"Ningún país de nuestro entorno es capaz de mostrar unos resultados como los que ofrece la economía española desde 2004"
La pregunta clave ahora es ¿en qué fase está la economía española?
Los datos muestran con contundencia que la economía española vive una etapa de expansión prolongada, que comenzó con un Gobierno socialista, y que lleva ya 13 años de crecimiento ininterrumpido, la más elevada y duradera desde los años sesenta y principios de los setenta. El auge se alcanzó en el año 2000, que registró una tasa de crecimiento del PIB del 5% en términos reales, para caer hasta el 2,7% tan sólo dos años después, sin que el PSOE, entonces en la oposición, mantuviera una actitud catastrofista y agorera.
Y, ¿cómo estamos ahora?
Desde el año 2003 asistimos a un periodo de crecimiento ininterrumpido que se ha acentuado e intensificado con el Gobierno de Zapatero. Empezamos la legislatura con el PIB creciendo al 3,1%, acabamos el año 2006 con un 3,9% y ahora lo hacemos a un 4%.
Estos resultados no son por casualidad sino fruto de una muy buena gestión de la economía y de unas circunstancias externas relativamente favorables, a pesar del escaso crecimiento de la UE y del encarecimiento del precio del petróleo. Esto es algo irrefutable, aunque el PP quiera atribuirse el monopolio de la buena gestión económica y acuñara el lema de "España va bien" cuando ellos gobernaban y ahora no quieran reconocer que va mejor desde que están en la oposición. Así lo avalan los Organismos Internacionales y la propia Comisión Europea que califica a la economía española como una de las mejor gestionadas, junto con Finlandia y Dinamarca.
Ningún país de nuestro entorno es capaz de mostrar unos resultados como los que ofrece la economía española desde el año 2004. Un crecimiento sostenido y elevado del PIB; una inflación controlada, a pesar del elevado crecimiento y el encarecimiento de los precios del petróleo; una fuerte creación de empleo, muy superior a la de la anterior legislatura; unas cuentas públicas saneadas que arrojan superávit en todos y cada uno de estos años, frente al cacareado déficit cero de la etapa de Rato y que, de hecho, nunca se alcanzó; y una intensa inversión en bienes de equipo, que crece ahora al 13% cuando lo hacía al 0,1% cuando llegamos al Gobierno. No debe olvidarse que esta inversión en equipo es el mejor indicador de la evolución futura de la economía.
En este contexto es en el que se produce la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos y los efectos consiguientes de turbulencias en los mercados financieros. Se trata de una crisis de liquidez por falta de confianza de las instituciones bancarias entre sí. Aprovechando esta situación, el PP pretende sacar rédito electoral amenazando con que la economía española "está abocada a entrar en una recesión", lo cual refleja su desconocimiento del funcionamiento de la economía y el intento irresponsable de utilizar la economía con fines partidistas, aunque eso le produzca un daño a nuestro país y al bienestar de sus ciudadanos.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que ante esta situación internacional el remedio es inyectar liquidez en el sistema y transmitir confianza. Eso es lo que han hecho los Bancos Centrales con contundencia y de manera coordinada. La reciente decisión del BCE de mantener los tipos de interés apunta también en la dirección adecuada. Era la más conveniente para despejar incertidumbres.
En cuanto a que España pueda entrar en una recesión, parece muy difícil por no decir imposible, por varias razones. Porque en nuestro país no existen las hipotecas de alto riesgo; porque nuestro sistema financiero es uno de los más solventes y eficientes del mundo; por la magnífica política desarrollada por el Banco de España desde el punto de vista de supervisión y exigencia de solvencia a las entidades financieras y por la política presupuestaria aplicada por este Gobierno, que ha permitido generar superávit presupuestarios en todos los ejercicios, aprovechando la bonanza económica, para prepararse ante periodos de menor crecimiento. De este modo, si se advirtiera la necesidad y el sector privado diera síntomas claros de desaceleración, estaríamos preparados para aplicar una política más expansiva.
En definitiva, no estamos ante un cambio de ciclo y la economía española goza de las mejores condiciones de solidez para aguantar las turbulencias financieras de los mercados internacionales. Otra cosa es que se pueda mantener indefinidamente unos ritmos de crecimiento tan elevados, pero eso, como ya he dicho, no tiene nada que ver con una recesión. La previsión oficial de crecimiento de la economía española para este año se mantiene en un 3,8%, algo en lo que coinciden la mayoría de los analistas. Para el 2008, el Ministerio de Economía y Hacienda establece sus previsiones en un 3,3%, ligeramente superior a la de algunos analistas que coinciden en el entorno del 3%. Este crecimiento será, en todo caso, superior al que se registró en 2002 y 2003. Entonces, nadie hablaba de crisis ni de recesión. No la había. Ahora tampoco la hay.
Inmaculada Rodríguez-Piñero es secretaria federal de Política Económica y Empleo del PSOE.
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