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Reportaje:

La muerte, en 15 minutos

Eduardo Chapero-Jackson, premiado en Venecia, prepara su primer largometraje

La vida de un cortometraje está marcada por su suerte en el periplo de los festivales en los que compite. El de Alumbramiento, el segundo filme de Eduardo Chapero-Jackson (Madrid, 1971), ha empezado con buen pie. El pasado sábado ganó en Venecia el Premio UIP al mejor corto europeo, galardón que lo convierte automáticamente en candidato a los premios de la Academia Europea de Cine.

El cineasta repite experiencia en Venecia, ya que hace dos años participó con su primer corto, Contracuerpo, un certero retrato del aislamiento autodestructivo de una anoréxica, a quien Chapero-Jackson encierra, literalmente, en el cuerpo imposible de un maniquí de escaparate.

En Alumbramiento, el director se enfrenta a la muerte, el gran tabú de las sociedades occidentales. La agonía física de una anciana, interpretada por Mariví Bilbao, los 15 últimos minutos de una vida que se va, son también la agonía emocional de los familiares cercanos, los que se quedan. "Salió de una serie de experiencias personales, cuando empezaron a morir los más ancianos de mi familia. Cada muerte era como una especie de parto, pero no de un comienzo, sino de un final. De ahí el título", explicaba ayer Chapero-Jackson desde Venecia, a punto de tomar un avión de regreso a Madrid.

Alumbramiento es un concentrado de las emociones, miedos y contradicciones que suponen afrontar el hecho de la muerte. "Quería arrojar un poco de luz sobre ese momento, sobre los vínculos entre los que se van y los que se quedan, cómo podemos prepararnos mejor. No hablo de medicación ni de eutanasia, sino de cómo cerrar los vínculos. Ante la muerte hay más un tabú psicológico que moral", añade.

El germen de Alumbramiento hay que buscarlo en una película de indios -"no me acuerdo del título"- que Chapero-Jackson vio de niño. En ella, la tribu debía emigrar ante la llegada del invierno y una anciana, sintiendo llegado su momento, se queda atrás, "con serenidad y aceptación". Los actores ensayaron todas las escenas menos la de la muerte, prácticamente la mitad de la duración del corto: "Creíamos que esa escena no se podía ensayar, así que llegamos a ella con ese miedo, casi en caída libre", dice el realizador.

De madre estadounidense, Chapero-Jackson se formó en la School of Visual Arts de Nueva York y en la New York University (NYU). Comparte amistad y experiencias con un grupo de cineastas que buscan el momento de rodar un largometraje. Daniel Sánchez-Arévalo, director de Azuloscurocasinegro, ha sido el primero en hacerlo. León Siminiani o David Planell son otros nombres fraguados en el corto. "Somos amigos, nos conocemos. No es que compartamos estilo, pero sí tenemos una experiencia parecida", dice Chapero-Jackson, que el próximo mes, asegura, empezará "a mover" su proyecto para un largo, a la caza de un productor.

El director Eduardo Chapero-Jackson.
El director Eduardo Chapero-Jackson.

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