Ya llegan los sucesores de 'Chu-Lin'
Una pagoda alojará en el Zoo de la Casa de Campo al macho 'Bingxing' y la hembra 'Hua Zuiba'
El Zoo vive hoy su día panda. Dos osos gigantes, Bingxing (Estrella de Hielo) y Hua Zuiba (Boca Coloreada), aterrizarán a primera hora de la tarde en la Casa de Campo, tras ser recibidos casi con honores de jefes de Estado en el aeropuerto de Barajas, destino final de un viaje de 35 horas desde China, y ser trasladados, con escolta de policía municipal, a su hogar español. La pareja es recibida por los cuidadores y veterinarios del Zoo Aquarium de Madrid con la misma ilusión y expectación que el público.
Siete cámaras vigilarán 24 horas a los animales en su espacio de 1.100 metros cuadrados
'Estrella de Hielo' y 'Boca Coloreada' podrán ser vistos dentro de tres semanas
Un millón de visitantes recibe al año el Zoo madrileño sin los famosos pandas gigantes. Cifra que se disparará -esperan en Parques Reunidos, empresa responsable del Zoo- con el regreso de este valioso y delicado animal. Los niños preguntaban estos días en la taquilla que dónde estaban los pandas, pero se tenían que conformar con ver los muñecos (y llaveros, imanes, cojines, fundas de móvil...) desplegados en la tienda.
Estrella de Hielo y Boca Coloreada tienen que aclimatarse a su país de adopción, y no podrán lucir sus cuerpos y gracietas ante el público hasta pasadas unas tres semanas, allá por octubre, calculan los veterinarios.
Desde hace 11 años se echa de menos a los pandas gigantes. No había en un zoo español ejemplares de
Ailuropoda melanoleuca -su nombre científico- desde la desaparición en 1996 del añorado Chu-Lin, el primer oso panda nacido en Europa en cautividad, hijo de Shao Shao y Chang Chang, dos ejemplares regalados por la República Popular China a los reyes de España en 1978.
Chu-Lin era mucho Chu-Lin. Tesoro entre los Bambúes (según su nombre chino) era la atracción de niños y adultos, madrileños y foráneos. Ahora le recuerda una gran escultura de bronce (15 millones de pesetas costó en 1997, fruto de donaciones del público y de los dineros del Zoo). El monumento a Chu-Lin y un espacio para un pequeño panda rojo están en el territorio especial preparado para los nuevos animales asiáticos.
Como si de un Chinatown se tratase, unas puertas rojas (como en Londres o San Francisco) abren el camino que lleva a la zona que el Zoo ha preparado con mimo para Bingxing y Hua Zuiba. Cada uno tendrá su jardín, enmarcado por una verja verde que imita al bambú. Podrán retozar por la hierba, rascarse las uñas en los árboles, holgazanear en unas plataformas, esconderse en una cuevita o refrescarse en una piscina. Además, tendrán sus propios dormitorios (los de ella, con unos pesebritos para cuando sea madre) en una casa climatizada (no habrá más de 25 grados y tiene aspersores). El pandahogar tiene forma de pagoda, con tejado rojo y plantas de bambú en el horizonte. Toda una escenografía para que no sientan nostalgia y se desinhiban.
Porque la llegada a Madrid de estos pandas gigantes tiene expectativas mediáticas, pero también científicas, por parte de China y España. Al parecer, Madrid tiene un clima similar al de Chendu (Sichuan), donde se encuentra el Centro de Reproducción e Investigación del Panda, dependiente del Gobierno Chino. Como en Madrid pudo llegar al mundo y crecer Chu-Lin, hay posibilidades de que haya más crías aquí. Sólo hace falta que en los tres días de celo al año haya suerte y se consuma el amor de Hua Zuiba y Bingxing.
Mientras el macho, de 7 años, y la hembra, de tres años (cumplirá cuatro el domingo 16 de septiembre, ya en su cobijo madrileño), se conocen e inician un idilio, según las previsiones de sus casamenteros chinos y españoles, vivirán, sin saberlo, un Gran Hermano animal. Porque serán vigilados 24 horas por un conjunto de cámaras repartidas por su finca madrileña de 1.100 metros cuadrados (más del doble del espacio donde vivía Chu-Lin).
Una cámara panorámica, sostenida en una torre junto a los árboles, vigilará el exterior con un giro de 360 grados. En el interior de la pagoda habrá cuatro cámaras, dos de ellas en los dormitorios, una en la cueva y otra más en la caja nido del área de la hembra. A los responsables del mundo animal de este parque madrileño no se les escapará ninguna imagen del comportamiento de los pandas, por íntima que sea.
Dos cuidadores chinos estarán dos años en Madrid pendientes de las estrellas del Zoo, cuyo equipo se va a volcar en los nuevos inquilinos del recinto: tres o cuatro personas se ocuparán de los cuidados diarios.
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