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Un escándalo de escuchas ilegales a políticos amenaza a los gemelos Kaczynski

Detenido el ex ministro del Interior días después de denunciar un 'Watergate polaco'

Un caso de escuchas telefónicas clandestinas -bautizado como el Watergate polaco por la oposición- planea sobre los gemelos conservadores Lech y Jaroslaw Kaczynski, en el poder en Polonia desde el otoño de 2005. El Gobierno ha utilizado los servicios secretos para espiar a políticos y periodistas, según afirman varios diputados, entre ellos, Janusz Kaczmarek, ministro del Interior hasta el 8 de agosto. Curiosamente, Kaczmarek fue detenido ayer por la fiscalía acusado de entorpecer la investigación sobre un presunto caso de corrupción en el Ministerio de Agricultura.

El escándalo llega en plena crisis política. El Parlamento debe decidir la semana próxima si se convocan elecciones anticipadas, como han pedido los Kaczynski, que se han quedado en minoría en el Gobierno tras romper con sus socios: la Liga de las Familias Polacas (derecha ultranacionalista) y Autodefensa (populista). Pese al boom económico, los sondeos indican que Lech y Jaroslaw Kaczynski (presidente y primer ministro, respectivamente), perderán las elecciones. El Watergate polaco -llamado así porque recuerda el escándalo sobre escuchas ilegales a los demócratas que puso fin a la carrera de Richard Nixon- no les ayudará.

Todo empezó con la destitución como ministro de Kaczmarek. Hombre de confianza de los Kaczynski, con gran popularidad por su afán de perseguir las corruptelas, fue acusado, sin pruebas, de haber alertado al ex viceprimer ministro Andrzej Lepper (Autodefensa) de que estaba siendo investigado por la oficina anticorrupción. Kaczmarek negó las acusaciones y denunció hace unos días en el Parlamento los supuestos abusos de los gemelos en las investigaciones contra políticos de la oposición y el Gobierno, empresarios y periodistas.

Los servicios secretos, según él, espiaban de manera permanente a muchos políticos, entre ellos el diputado liberal Jaroslaw Walesa, hijo del ex presidente Lech Walesa, y una decena de periodistas de los medios más importantes, como Gazeta Wyborcza y Rzeczpospolita. Los Kaczynski ordenaron intervenir teléfonos y grabar conversaciones, según el ex titular de Interior.

El primer ministro, Jaroslaw Kaczynski, lo niega. "En Polonia hoy rige la ley, no los privilegios", afirmó ayer el menor de los gemelos para justificar la detención de Kaczmarek para ser interrogado por entorpecer la investigación del presunto caso de corrupción. También fueron detenidos por las mismas razones el ex comandante nacional de la policía Konrad Kornatowski -hoy tenía previsto declarar ante el Parlamento por el caso de las escuchas- y el presidente de la aseguradora polaca PZU, Jaromir Netzel. La fiscalía también buscaba ayer para interrogar a Ryszard Krauze, presidente del grupo informático Prokom y considerado uno de los hombres más ricos del país, aunque no se concretaron los motivos.

"Quieren cerrarles la boca", dijo a Reuters Bronislaw Komorowski, del principal partido de la oposición, la Plataforma Cívica (derecha liberal). "El Gobierno tiene miedo y eso es un riesgo para la democracia", añadió. El ex primer ministro Kazimierz Marcinkiewicz, uno de los políticos más populares, ha confesado que sospecha que fue espiado. "Vivimos en un Estado orwelliano", dijo en referencia a 1984, la novela de George Orwell que describe un Estado totalitario.

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La oposición y las organizaciones de derechos humanos insisten en que la oficina anticorrupción del Gobierno se ha convertido en el brazo ejecutor de una caza de brujas que persigue y castiga a cualquiera que ponga en duda sus planes. "No hay duda de que las normas de la democracia están siendo violadas en Polonia", dijo a Reuters Anna Urbanska, de la organización Transparency International.

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