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CÁMARA OCULTA
Columna
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'Spaghetti' o gazpacho

Al festival de Venecia se le ha ocurrido rendir homenaje al llamado spaghetti western, aquel subgénero postizo que en los años sesenta se convirtió en cita obligada en los programas dobles de los cines de barrio. He aquí algunos títulos reveladores: Ringo de Nebraska, Sugar Colt Winchester Bill, Oeste Nevada Joe, Las malditas pistolas de Dallas... Eran involuntarias parodias del cine del Oeste americano al que imitaba y con el que pretendía confundirse, aunque sin su lógica histórica, sus medios ni sus buenos actores, y en las que una sucesión de mamporros sin ton ni son reemplazaban cualquier trama verosímil.

En realidad, se trataba de dar rienda suelta con orgías de violencia a una agresividad reprimida, o de una necesidad pueril de chistes escatológicos, eructos a granel y tacos a tutiplén que hacían las delicias del respetable. Lo analizó muy bien Vicente Vergara en el libro Cine español, cine de subgéneros. Se trataba de producciones hispano-italianas que disimulaban su origen a base de cambiar los nombres de los actores, dando gato por liebre: Carlo Perdesoli se convirtió en Bud Spencer, Mario Girotti en Terence Hill, Enrique Martínez en George Martin... Hasta el director Sergio Leone camufló su origen italiano bajo el seudónimo de Bob Robertson en la película Por un puñado de dólares, una de las primeras de la serie, en la que debutó en el género el luego famosísimo y honorable Clint Eastwood. Con el tiempo, también Leone se hizo famoso con su "trilogía del dólar" y acabó filmando una película norteamericana, con Robert de Niro como protagonista, que resultó ser una buena película, Érase una vez en América. Pero Leone siempre estuvo por encima de sus colegas de subgénero.

Que un festival tan prestigioso como el de Venecia le dedique un homenaje al spaghetti o gazpacho western (en Almería se rodaron casi todas ellas), no deja de ser una curiosidad. Los defensores del género pueden argüir que existen algunos títulos buenos entre los más de 200 que se rodaron entre 1964 y 1974, pero de ahí a que Venecia les rinda un homenaje va un largo trecho... Y que se haga al mismo tiempo que a Bernardo Bertolucci y a Tim Burton les dan honores por sus trabajos, parece una incongruencia.

Hay demasiados festivales de cine empeñados en ofrecer retrospectivas originales. Buceando en el pasado en busca de obras maestras pueden llegar al delirio. Lo comenta Carlos Boyero: es como si al festival de San Sebastián se le ocurriera rendir un tributo al cine de Mariano Ozores o al de barrio de TVE sólo porque fueron películas populares en su momento. Ya puestos, en Venecia tendrían que haber programado 800 balas, esa película de Álex de la Iglesia, ingeniosa aunque un tanto fallida, en la que se muestra que, de todo aquello, hoy en Almería sólo quedan polvo y lágrimas.

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