El nuevo 'caso Elián' llega a los tribunales
Una juez de Miami decide sobre la devolución de una niña de cuatro años a su padre cubano
El 22 de abril de 2000, las imágenes de un grupo de agentes federales armados hasta los dientes para sacar de una casa de Miami a un niño dieron la vuelta al mundo. Se ponía así, bruscamente, punto final al enésimo contencioso entre Cuba y EE UU, a cuenta esta vez de la custodia de un muchachito de apenas seis años. Elián González, milagrosamente rescatado de las aguas del estrecho de la Florida tras el naufragio de la balsa en la que había muerto su madre, era devuelto a su padre, a La Habana. Su peripecia, incluida la fantasía de haber sido salvado por los delfines, terminaba por la fuerza.
Ayer, tras varios meses de comparecencias ante un tribunal de menores, comenzó el juicio por la custodia de una niña de cuatro años que reclama su padre cubano, y que ha hecho recordar al exilio aquella derrota cantada, más dolorosa por la forma que por el fondo.
El segundo caso Elián, por ello, ha tratado de evitar brusquedades. El guión no es igual, pero sí muy parecido al de Elián. Menos trágico, pero con los mismos tintes de dramatismo. La niña entró en EE UU en marzo de 2005 con su madre y un hermano de 13 años, de distinto padre. Elena Pérez fue una de las afortunadas en el bombo de la lotería de visados legales que tienen acordada Cuba y EE UU, y por cuyo cumplimiento se han acusado gravemente.
Pero Elena no tuvo suerte en la salud. A los pocos meses comenzó a tener problemas mentales, e incluso intentó suicidarse. Los dos menores tuvieron que ser acogidos por el Departamento de Niños y Familias, y éste le pidió a la juez Jeri Beth Choen, encargada del caso, que le quitara la custodia a la madre. Rafael Izquierdo, pescador y empleado en una oficina en Guayos, provincia de Sancti Spiritus, empezó la batalla para recuperar a su hija, que había quedado a cargo de una familia cubanoestadounidense en Coral Gables, uno de los distritos emblemáticos de Miami.
Aunque ya se conocía entre bastidores, cuando la juez levantó la prohibición sobre la identidad de los protagonistas del caso, se supo que se trataba de Joe Cubas, conocido empresario que ha favorecido la llegada de jugadores de béisbol cubanos a las Grandes Ligas.
Cubas incluso ha adoptado ya al niño de 13 años, que ayer declaró en contra de la madre, diciendo que les pegaba a él y a su hermanita, y afirmando que el padre de la niña no hizo nada al respecto. El empresario lucha por quedarse con la niña con el argumento de no separar a los hermanos.
La madre ha reaparecido y se ha puesto del lado del padre biológico, acusando a Cubas de maquinar todo para quitarle a sus hijos, y negando las acusaciones del mayor de ellos. "Yo ya no soy nadie en este país. He perdido todos los derechos. Al niño mayor, que no quería venir, ya lo recuperaré cuando tenga la mayoría de edad. Pero la niña tiene que estar con su padre". Éste lleva dos meses, desde que logró el visado de entrada, de visitas programadas con la niña, bajo la supervisión de psicólogos.
La juez, que en todo momento ha recalcado su intención de huir de cualquier planteamiento político, se ha ido decantando por dar cada vez más oportunidades al padre para que se reencuentre con la niña. Según uno de los psicólogos, los comienzos fueron duros. "Yo ya tengo papá", le dijo los primeros días. Pero la juez valoró los progresos y rechazó acusaciones como el abandono o la pérdida de la patria potestad del padre al darle el permiso para salir de Cuba, un sistema habitual en muchas familias cubanas.
La solución, en cualquier caso, será esta vez sin agentes federales armados hasta los dientes.
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