Secuestrados antes de la primera comunión
Unos 300 policías y militares buscan a dos niños residentes en Valencia capturados en la selva venezolana junto a su tío y su primo
Dos niños residentes en el municipio valenciano de Torrent desde hace siete años, Alberto Luis y José David Parra Barreto, de 12 y 10 años, respectivamente, fueron secuestrados el domingo en Venezuela mientras estaban de excursión junto a su primo David, también de 10 años, y su tío Mariano Barreto, de 35. Los cuatro se habían ido de excursión desde la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado de Táchira (a unos 800 kilómetros de Caracas), hasta la represa de Uribante-Caparo, a escasos minutos de la conflictiva frontera de más de 2.000 kilómetros que comparten Venezuela y Colombia. Unos 300 militares y policías, entre los que se encuentran 60 agentes del grupo antisecuestro, rastrean la zona, donde los raptos están a la orden del día. Los chavales iban a celebrar la primera comunión el domingo que viene, según su abuela.
La madre de los niños "está destrozada, con ansiolíticos y casi no puede hablar"
Los chavales se habían ido a Venezuela el 26 de julio a pasar unos días en casa de sus abuelos
Los menores residentes en Valencia, nacidos en Venezuela de padre venezolano y madre portuguesa (con la que viven en Torrent desde hace siete años), se habían ido el 26 de julio a pasar unas vacaciones con sus abuelos, que poseen una finca de San Cristóbal. Los cuatro fueron interceptados a pocos kilómetros de la represa, en la carretera que conduce a Los Llanos, donde fue encontrado el todoterreno de Barreto.
La desaparición de los tres menores y de su tío se produjo cerca de un campamento de actividades deportivas y acuáticas situado junto a la conocida represa El Pregonero. El secuestro no ha sido reivindicado por el momento y, aunque en la zona se han denunciado secuestros por parte de la guerrilla colombiana Ejército de Liberación Nacional (ELN), las autoridades venezolanas sostienen que la captura y ocultación de los cuatro fue ejecutada por delincuentes comunes.
El adulto secuestrado con los niños, hermano de la madre de los dos menores residentes en España, es un constructor venezolano de 35 años afincado en Miami (EE UU) que, "precisamente hace dos años, salió huyendo de la industria del secuestro después de que asaltaran a su otro hermano médico, José", según relató ayer José Arenas, un familiar político de los secuestrados, cuya familia de constructores, también venezolana, llegó a España hace casi dos décadas, "huyendo de las extorsiones". Barreto, quien tiene una panadería en San Cristóbal y alquila casas, nunca había sido amenazado por ningún grupo insurgente colombiano ni por ninguna banda de delincuentes, según las autoridades locales.
Desde la separación de los padres, "los dos sobrinos españoles", como les nombraban cariñosamente sus familiares venezolanos, solían visitar cada verano a su padre y solían pasar, como estaban haciendo en el momento en el que fueron secuestrados, una temporada en la finca familiar que los abuelos Barreto aún conservan en San Cristóbal. Los padres de los chavales son los cirujanos Luis Parra y Lisbey Barreto (hija de otro reconocido cirujano portugués y que desde hace varios años dirige una clínica médica estética en Torrent).
"Mi cuñada, Lisbey, está destrozada, con ansiolíticos, y prácticamente no puede ni hablar", cuenta su cuñado José Arenas, visiblemente afectado. José es hermano del segundo marido de Lisbey, el constructor también venezolano Felipe Arenas, cuya familia de promotores también "salió huyendo del negocio de la extorsión", y se instaló hace casi dos décadas en el residencial barrio de El Vedat, una frondosa zona de villas del siglo pasado y urbanizaciones de lujo de nueva construcción erigida en el municipio de Torrent, a tan sólo siete kilómetros de Valencia capital.
En ella, el padre de los Arenas, don Luis, inauguró en 1991 una de las obras de construcción más emblemáticas de su carrera que lleva impreso su sello de exiliado forzoso: el centro comercial llamado Las Américas, en homenaje a tierra del dorado que tuvo que dejar atrás.
El secuestro trunca la vida de dos niños, que residían con su madre y su segundo marido en un chalé de la urbanización Santa Apolonia, situada en una de las partes más nobles de El Vedat. Los chavales acuden desde hace siete años a aprender, jugar y crecer con sus compañeros del colegio Julio Verne.
"Fue la abuela, la mamá de Lisbey la que les echó en falta el domingo por la tarde. Luego se encontró el coche de Mariano en la carretera que conduce a Los Llanos, cerca de la represa El Pregonero. Aunque nadie, que sepamos, ha reivindicado por el momento el secuestro", confirmó ayer por la tarde José Arenas, quien hace las veces de portavoz de las dos familias en España. La abuela, Virginia Barreto, clamó ayer por la estatal Venezolana de Televisión para que sus nietos sean liberados: "Devuélvanmelos, que el próximo domingo van a hacer la primera comunión".
Rodeado de fotografías de la gran familia que han conformado, numerosos nietos, primos, hermanos, cuñados, José Arenas muestra una a una las fotos de los niños desaparecidos, de su cuñada Lisbey... Lisbey, una médico que siendo muy joven se fue a Valencia a seguir un curso de doctorado, no puede ahora ni levantarse. "Nada más conocer la noticia del secuestro de sus hijos, Lisbey y Felipe, que se encontraban de viaje en Orlando (EE UU), se desplazaron inmediatamente a Venezuela. Yo no he podido ni hablar con ella. Está muy afectada", concluye con voz entrecortada su cuñado, que abrió las puertas de su casa y, con ella, de todo un álbum familiar repleto de idas y venidas.
Una zona a evitar "absolutamente"
La zona fronteriza de Táchira es territorio de secuestros. El rapto de los cuatro Barreto eleva a 24 el número de raptados en la zona, de alguno de los cuales no se tiene noticia desde 2002. El Ministerio de Exteriores español en su página web recomienda "evitar absolutamente" por razones de seguridad las zonas fronterizas de Venezuela y Colombia, e insiste en que a la hora de viajar a Venezuela es necesario "extremar las precauciones en todo el país, particularmente en Caracas y las capitales"
El idílico paisaje en el que residen los abuelos de los niños secuestrados, en San Cristóbal (capital de Táchira) ha cambiado mucho en los últimos años, sobre todo desde que, en 2005 la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN) intensificara los secuestros a ciudadanos extranjeros, especialmente españoles.
El presunto secuestro de los dos menores residentes en España y sus dos familiares venezolanos se produjo sólo diez días después de que el Alto Comisionado de la Presidencia de Colombia para la Paz, Luis Carlos Restrepo, denunciara que el Ejército de Liberación Nacional ha intensificado el secuestro de extranjeros en las selvas de Táchira.
No obstante, las autoridades locales están convencidas de que el rapto es obra de delincuentes comunes, aunque, de momento, no se ha establecido contacto. Por si acaso, el jefe de la Guardia Nacional en la región, Jaime Escalante, aseguró que los efectivos de rastreo están cerrando las "trochas" de la selva "para evitar que los secuestrados sean sacados del territorio venezolano". Esas trochas son caminos abiertos en la maleza por los que transitan guerrilleros y paramilitares colombianos, pero también narcotraficantes y otro tipo de delincuentes comunes.
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