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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El póquer de Bernanke

La Reserva Federal estadounidense (Fed) ejecutó el martes una típica jugada de póquer. Decidió mantener los tipos de interés en el 5,25% con el pretexto, nada baladí, de que la inflación subyacente se resiste a bajar en los últimos meses. Al mismo tiempo, la atención principal de Ben Bernanke y sus socios en la Fed permanecía clavada en el desaguisado del mercado hipotecario de EE UU, corroído por las hipotecas subprime o basura, créditos concedidos con ínfimas garantías personales que ya han provocado la suspensión de pagos de dos bancos especializados. El temor de Bernanke se puede palpar en una frase del informe del Comité de Política Monetaria: "Los mercados financieros han estado volátiles durante las últimas semanas, las condiciones crediticias han llegado a ser más duras para algunos hogares y negocios y la corrección inmobiliaria sigue abierta".

Las hipotecas basura contaminan casi el 15% del mercado y están deteriorando la confianza en el sistema financiero estadounidense. Esa desconfianza puede convertirse en un problema grave de liquidez para empresas y familias, como reconoce el comunicado. Es una amenaza muy seria para el crecimiento de la economía de EE UU. Por eso, la impasibilidad de la Fed sólo puede justificarse como una finta para conjurar el miedo a corto plazo. Más bien pronto que tarde, Bernanke tendrá que bajar los tipos -los profetas del mercado aseguran que medio punto- para cercenar la amenaza hipotecaria y favorecer la renqueante tasa de crecimiento mediante estímulos a las empresas, muy afectadas por la elevación de los costes laborales.

Es casi un lugar común entre los economistas que los deplorables efectos de las hipotecas basura quedarán confinados en el mercado estadounidense de la vivienda. Es una creencia que hay que tomar con cautela. Sería muy conveniente que las entidades de crédito transmitieran a los inversores el mensaje inequívoco de que respetarán los criterios de solvencia más estrictos en la concesión de hipotecas. El mismo mensaje deberían transmitir las entidades españolas. La advertencia es tajante: la morosidad hipotecaria creció el 30% en 2006. La recomendación -casi conminación- del Banco de España para que cajas y bancos aumenten sus provisiones por impagos es un movimiento reflejo muy oportuno en tiempos de expectativas inmobiliarias poco brillantes.

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