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Reportaje:

¡Pillados!

Jesús Ruiz Mantilla

Son más que famosos, y dejaríamos todo por regodearnos en las poses 'cazadas' en estas páginas. A continuación les presentamos algunas de las más polémicas 'perversiones' que planean sobre el imaginario colectivo. Todo lo que puede ver aquí sobre Bush, Blair, Michael Jackson o la mismísima reina de Inglaterra podría ser real. Pero no lo es. La fotógrafa Alison Jackson ha convertido la mentira en arte.

"Creemos que podemos utilizar a lo famosos a nuestro antojo, como marionetas"
"La clave del éxite de Beckham es ella. Se reinventa constantemente: nueva casa, nuevo equipo..."

¿A que le pica la curiosidad? ¿A que no sabe bien si eso que acaba de ver en las fotografías es una sucesión de bromas pesadas o una de esas pilladas monumentales por las que cada uno de nosotros aparcaría minutos de su vida para regodearse con ellas en la tele, o en el primer quiosco, curioseando las portadas de todas las revistas? ¿A que usted ya lo ha visto...? Perdón, ¿a que usted ya se lo ha imaginado en su cabeza y lo ha comentado en cenas con los amigos a carcajada limpia más de una vez, y de dos, y de tres?: a Elton John vestido con traje de novia y con derivaciones escatológicas, a Michael Jackson con un harén de criaturas lactantes, a la reina de Inglaterra apostando mientras su hijo Carlos babea por las coronas que ve en los escaparates de las joyerías baratas junto a su segunda esposa, a Robert de Niro o a Jack Nicholson rifándose a las más macizas, el culo de David Beckham tatuado, a Bush utilizando a su amigo Tony Blair como apoyadero para montarse en el caballo de la ignominia, a...

En este juego que nos propone la fotógrafa británica Alison Jackson, toda una campeona de la ironía y la provocación de calado, hay dos cartas repartidas sobre la mesa: la de los espejos que separan realidad y ficción, y la de nuestra imaginación calenturienta. Es usted quien debe escoger la buena. No hay más reglas que las que el espectador dicte, y nunca se impondrá un claro ganador.

La inagotable feria de las vanidades da para mucho. Pero lo que esta mujer de ojo dinamitero ha querido mostrar no son sólo las vergüenzas de los famosos, sino las suyas y las nuestras al dejarnos llevar sin freno por el poder de todas las carnazas. En su trabajo, que será publicado en España por la editorial Taschen en un libro con el título Confidential, Alison Jackson ha desplegado, por una parte, litros de mala leche, y por otra, sentido autocrítico. En su intención, nadie se libra de culpa, mucho menos quien mira.

En principio, todo parece una caricatura, que es el género auténtico al que debe su inspiración el trabajo de Jackson. El aspecto sucio, borroso y paparazzi de las imágenes acompaña a las mil maravillas lo que es esta broma pesada, que parte de la bazofia insaciable del circo mediático. Pero cuanto más se observa, cuanto más se ve y se digiere este montaje espectacular -que le ha llevado a su creadora dos años de trabajo, un eterno y minucioso casting y la obsesión de ir buscando por la calle o los aeropuertos a los dobles que encajaran con los personajes que ella quería retratar-, el trabajo cobra su dimensión más profunda. "La pregunta que debemos hacernos es qué vemos y si tenemos derecho a hacerlo", afirma Jackson. Y sobre todo si merece la pena emplear nuestro tiempo en algo tan difuso, etéreo y superficial como el mundo de los famosos. "Creemos que podemos utilizarlos a nuestro antojo, que son de usar y tirar, que están ahí para alegrarnos la vida, como marionetas", asegura. Ellos constituyen una cómoda válvula de escape a nuestra tozuda y horrenda realidad, a la soga de todas las rutinas. Pero ella duda, a veces, hasta de que sean reales.

Aunque sí tiene certeza de que existen, porque puede darnos alguna pista de ello debido a sus reacciones. Generalmente han sido dignas de un altivo divismo: "Muchos se han quejado de que los dobles no les hacen justicia", asegura la fotógrafa, también autora de documentales y obras de videoarte igual de provocativas. Pero, desplantes y desprecios aparte, lo cierto es que la mayoría anda furiosa y con cara de pocos amigos por el tratamiento al que Jackson ha sometido a sus presas.

No es de extrañar: a las chicas les mete el dedo en la herida de la estética, por ejemplo. Como a Jennifer López, a quien somete a una complicada liposucción, o a Halle Berry, a quien hace mirarse al espejo para quitarse el maquillaje que le pinta esa piel morena de ensueño erótico que luce la actriz de Monster's ball. Con otras, Jackson carece de piedad a la hora de retratarlas con sus dobles en la taza, bien vomitando, como a Paris Hilton, o bien limpiando el intestino, como a Nicole Kidman; en ropa interior y pasadas de alcohol, como a Camilla Parker, o pariendo en el agua, como a Angelina Jolie, asistida en el parto por Brad Pitt.

Las fotos de ellos también han sido muy comentadas. En su país no pasaron nada inadvertidas las que le dedicó al príncipe Harry vestido de nazi en una fiesta decadente digna de Visconti, o a su hermano Guillermo con su novia, Kate Middleton, después de haberle pintado con lápiz de labios en el pecho la palabra "King". Eso sin dejar de lado a quienes más ha atacado, los dos machotes de las Azores: George W. Bush y Tony Blair. A ambos les juzga con más crudeza que al resto de sus víctimas. Sobre todo a Blair. "Tomó decisiones muy equivocadas. Estuvo mal que nos metiera en la guerra de Irak, ha sido un desastre. Por la decisión errónea de una sola persona, ahora somos todos culpables de ese horror", opina Jackson. Algunas de las secuencias de la pareja atlantista están en su serie Blaired vision y no tienen desperdicio. Pero aparte de la que aparece Bush subiéndose al caballo sobre la espalda del ex primer ministro británico -toda una metáfora-, hay más de ellos juntos y por separado. Se les puede ver cantando, guitarra en mano, en la intimidad y vestidos con albornoces; a Bush disparando sobre una diana en la que cuelgan los retratos de Hillary Clinton y del cineasta Michael Moore, además de algunas tomas en las que Cherry Blair acompaña a su marido en escenas domésticas. "La gente ha acabado odiándole. Hemos intentado conseguir testimonios favorables a un balance de su gobierno para un documental en Channel 4 y no hemos podido encontrar a nadie", afirma. Ni siquiera le convence su figura como actor: "Lo es, pero muy malo. Eso a la gente le gusta pensarlo, porque, al ser tan malo, cuando le ven, creen que intenta superarse".

Generalmente no trata con tanta crudeza a sus objetivos. Es más, antes de romper el hielo se presenta como una chica incapaz de romper un plato, vestida de negro y con una coleta rubia. Parece muy fiel al autorretrato que ella misma pinta de su infancia y adolescencia. "Me educaron para casarme, tener hijos y vivir en el campo. Pero, al estudiar, todo ese proyecto de vida que mis padres habían diseñado para mí se fue al traste. Ensanché todos mis horizontes, descubrí otro mundo", asegura.

La universidad y su formación artística como especialista en imagen y escultura le dieron un insaciable sentido crítico y una especial percepción de lo que son los cuerpos. Se muestra tímida al principio, pero después de una hora de conversación empieza a enseñar el colmillo y a lanzar dobles sentidos con miradas y sonrisas cómplices. Incluso suelta una carcajada cuando su interlocutor le espeta: "¡Es usted el demonio!". Hay pruebas. Al entrar en su casa, en el elegante barrio londinense de Chelsea, sorprende la foto que queda frente a la puerta de entrada. En ella aparece la princesa Diana haciendo carantoñas, junto a Dodi al Fayed, a un hipotético niño de ambos. Esa imagen fue la primera en toda la cadena de sus escándalos y provocaciones posteriores. Pero, en un país como el Reino Unido, donde Diana de Gales es un personaje venerado, Jackson no podía haber apuntado más alto.

Ha sido una foto con historia... "La hice en 1998, cuando todavía estaba en el Royal Collage of Art. Fue parte de mi proyecto Mental images, pero me la censuraron. No permitieron que se expusiera en público", asegura la artista. La muerte de ambos andaba reciente en la histeria global del país. Y aquello era demasiado. ¿Pero tanto? ¿O es que precisamente se trataba de la imagen que gran cantidad de británicos se había hecho alguna vez en su mente después de todas las teorías conspirativas que circularon sobre el accidente? Entre esas teorías corrió tinta sobre el imaginario embarazo de la princesa. "¿Se dan cuenta del escándalo? ¿La madre del futuro rey de Inglaterra, con un niño medio árabe? O si lo prefieren de otra forma: ¡un hermano árabe para el rey de Inglaterra!".

El caso es que no ha sido la última vez que Alison Jackson ha dado en el clavo cuando ha jugado con la imagen pública de la que fuera princesa de Gales. "Para mí ha sido una mujer clave. Existe un antes y un después en la historia del famoseo con ella", asegura Jackson.

Tampoco gustó un vídeo en el que esta artista, disfrazada ella misma como Diana, disparaba sobre la cabeza de un retrato suyo y tras el impacto brotaba sangre. "No se entendió bien. Dio lugar a muchos malos entendidos. No es que quisiera asesinarla, es que era ella quien quería aniquilar su propia imagen, algo que estoy segura de que en varios momentos de su vida deseaba", explica Jackson.

La película es impactante. Un resultado furioso de la obsesión que un icono como Diana producía en la entonces incipiente artista, recién graduada de sus estudios. "Ella se ha convertido en un mito, algo que ha sido inevitable después de esa muerte tan trágica". También, 10 años después de aquella noche rasgada por la chatarra que salpicó al mundo desde un túnel de París, Alison Jackson ha llegado a una conclusión firme: "Si entonces creía que era posible, incluso deseable acabar con su imagen, hoy sé que no lo es".

Lo quiere probar con una película: "Una obra que la muestre a ella tal cual fue. Nada de lo que se le ha hecho hasta ahora hace justicia". Puede que tenga que ver el repelús que Jackson muestra por las películas de ficción. Lo actuado, nunca le convence: "Trabajamos con actores profesionales para el proyecto, pero no funcionaban. ¡No paraban de actuar!", cuenta desesperada. "Me cuesta mucho entrar en el juego de las películas de ficción, no puedo dejar de pensar que quienes aparecen en ellas están todo el rato, pues eso, actuando".

Diana soporta poca pose, poco fingimiento, según ella. Que ha ascendido a los cielos es un hecho. Y que lo que dejó en la tierra no produce la misma empatía que sigue inspirando en su país, también. Pero esta artista, si bien ha sido radical y directa a la hora de parodiar las vergüenzas de sus elegidos, no deja de elogiar, comprender y perdonar a sus personajes. Aunque, en su caso, por muchas buenas palabras que les dedique, lo que cuenta, más que los piropos, es el discurso de sus imágenes descarnadas.

A los hijos de Diana, el príncipe Guillermo y su hermano Harry, no les ha ahorrado performances. Ni al mayor retozando con su novia, la famosísima Middleton, ni al pequeño jugando a la decadencia nazi. Y no digamos de su madrastra, Camilla Parker... "Los dos son fabulosos, son nuestros huérfanos. Además, con esa mujer en sus vidas, que saben que fue la que ocasionó la ruptura del matrimonio de sus padres, inspiran mucho más cariño. Todo el mundo les quiere". Sí, sí, pero es que lo del pequeño Harry con uniforme de las SS fue muy fuerte: "Bueno, es joven. ¿Quién no ha hecho ese tipo de tonterías cuando es tan joven?", le disculpa en tono maternal Jackson.

Al hablar de la reina mide sus palabras mucho más que los disparos de su máquina. Al fin y al cabo la ha retratado en plenas apuestas u observando cómo su marido escudriña atentamente un retrato de Marilyn Monroe masturbándose. "La imagen de la reina ha cambiado. Es una mujer muy poderosa y hace su trabajo de manera admirable. Antes de morir Diana, todo el país pensaba que esta mujer no tenía corazón, pero después ha demostrado ser toda una figura para la monarquía; más cuando observas al resto de su familia, que no son ni la mitad de interesantes que ella", asegura. ¿A quién se refiere? "Al príncipe Carlos, sin ir más lejos. Será difícil que se gane el respeto mínimo que necesita un rey".

Si existen hoy en el Reino Unido algunos personajes equiparables a la dimensión que obtenía Diana, son los Beckham -los Becks- para los amigos y para todo titular de tabloide que se precie-. El futbolista ha dado mucho juego a la imaginación siempre activa de Alison Jackson. La fotógrafa ha retratado a su doble en todo tipo de situaciones: en la taza del váter leyendo EL PAÍS o en una terraza aderezando una paella de marisco con ketchup.

Pero, para Jackson, la clave de todo su éxito es ella: Posh, como la llama todo el mundo en su país, donde se le ha dado categoría al adjetivo de pija que ya se ganó en su etapa en las Spice Girls. "Se reinventa constantemente: nueva casa, nueva operación, nuevos peinados, otro niño, nuevo equipo, nuevo tatuaje...". Así tienen aseguradas unas cuantas portadas al año. Da lo mismo que en España Victoria Beckham haya caído más bien gorda y que no se le haya oído pronunciar una palabra en los años que ha pasado en Madrid: "¿Qué importa eso? Así ha fomentado más el misterio", asegura Jackson.

No sólo el 'famoseo' copa todo el interés creativo de esta mujer inquieta. El horror y la belleza también le motivan. Con lo primero está trabajando a fondo. Ha querido recrear, con dobles también, las escenas de pánico que deben vivirse en lugares claustrofóbicos como un avión justo antes de estrellarse. Son de verdadero impacto. "Me estremece ese momento de tortura en el que sabes que vas a morir y no puedes hacer nada por remediarlo", asegura Jackson. Sobre todo ha pensado en aquellos últimos angustiosos minutos que debieron de pasar las víctimas de los aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas. "Me cuesta imaginar una situación más espantosa", dice Jackson.

La religión y todos sus iconos también han adquirido toda una rica categoría en el trabajo de Alison Jackson. Su manera de explorar el mito le ha llevado hasta ahí. Si con los famosos ha buscado un shock inicial en su imagen que después lleve a quien se fija en ellas a una reflexión, en otras de sus fotografías el gancho es la belleza. El arte religioso le ha guiado por ese camino para una serie en la que aparecen mujeres crucificadas o evocaciones de la Última Cena, envueltas en una atmósfera de trascendencia que atrapa la mirada de una forma casi hipnótica. "Me gustaría exponerlas en una iglesia, creo que ése es su lugar", afirma Alison Jackson.

El libro 'Alison Jackson. Confidential' será publicado en España por Taschen. Los personajes conocidos que aparecen en estas fotografías no son reales. Todas ellas se han realizado con dobles.

La Reina de Inglaterra, reemplazada por una doble, saca a pasear a sus perritos por la calle.
La Reina de Inglaterra, reemplazada por una doble, saca a pasear a sus perritos por la calle.ALLISON JACKSON

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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