Cuestión de desconfianza
Los socialistas navarros han optado ahora por pactar con Nafarroa Bai (NaBai), aunque quedan a expensas de lo que decida la ejecutiva federal del PSOE, competente en política de alianzas. Si su propuesta queda bloqueada por el PSOE o no hay acuerdo con UPN antes del día 19, habrá elecciones anticipadas en Navarra. Una hipótesis en principio no deseable pero que puede ser la única salida para el enredo en que se ha convertido la política en esa comunidad.
La estrategia tremendista de la UPN, que identificó la continuidad institucional de Navarra con su victoria, ha dificultado un acuerdo con los socialistas que le permitiera gobernar en minoría; y la poco realista estrategia negociadora seguida por los socialistas para alcanzar una alianza alternativa con presencia nacionalista llevó el conflicto primero a sus propias filas y ahora, quizás, al PSOE, preocupado por los efectos de la alianza con NaBai de cara a las elecciones generales.
El PSN fue la tercera fuerza electoral. No estaba obligada a tomar la iniciativa, ni tenía fuerza suficiente para imponer sus condiciones. Lo que parecía más difícil, un acuerdo programático con NaBai, fue alcanzado. Para ello, este partido aceptó aparcar sus perfiles más específicamente nacionalistas. La ruptura vino por el reparto de carteras. La propuesta socialista de reservarse la presidencia y vicepresidencia más dos consejerías y el derecho a nombrar una mayoría de independientes en un Gobierno de 11 miembros, dejando sólo dos carteras para NaBai, que tenía más votos, difícilmente podía ser suscrita por este partido, por sutiles que fueran las justificaciones, aunque al parecer, finalmente, se ha aceptado.
Ceder a las pretensiones de los nacionalistas cuando el 75% de los navarros vota a partidos que no lo son podía ser un error; pero ofenderles sin ninguna necesidad también. Lo peor es llegar a un acuerdo político y hacer imposible su plasmación en un Gobierno de coalición por falta de confianza en el aliado. Y volver a buscarlo ahora, cuando parecía ya arruinado, puede conducir directamente a crear más confusión.
La otra posibilidad era un Gobierno de UPN en minoría mediante la abstención del PSN en la investidura. Hay antecedentes de fórmulas similares en el pasado, tanto con Gobierno socialista como de UPN. Se trataba de pactos más implícitos que explícitos, sustentados en la mutua confianza. Pero el partido navarrista condiciona la presentación de su candidato a un compromiso socialista de que no presentará una moción de censura durante la legislatura. Es un compromiso que ningún partido debe aceptar, pues le sustrae a cambio de nada un arma básica para quien ejerce de oposición: mejor entrar entonces en el Gobierno. Por eso no es extraño que esta pretensión realmente excesiva de UPN haya suscitado un replanteamiento de la alianza con NaBai para la que ya existe una base programática pactada.
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