Lucía Bosé: "Era duro y exigente, pero yo le doy un diez"
Fue Luchino Visconti quien aconsejó a Michelangelo Antonioni que echara 10 años más encima a la entonces casi adolescente Lucía Bosé, que acababa de cumplir los 20 -poco después de ganar el concurso de Miss Italia-, para que pudiera encarnar a Paola Molon en Crónica de un amor (1950), una historia sobre la alta burguesía milanesa que se convirtió en la ópera prima del director ayer fallecido.
Vestir de señora a la actriz, haciéndola aparentar 30 años gracias al trabajo del maquillaje y de la sastrería, dio un excelente resultado, según recordaba ayer la actriz en su Museo de los Ángeles, de Turégano (Segovia), que acaba de reabrir sus puertas tras un paréntesis.
En 1953, Lucía Bosé volvió a trabajar con el director de Ferrara -al que había conocido siendo muy joven entre un grupo de amigos que salían por Roma- en La señora sin camelias, inicialmente escrita para Gina Lollobrigida, a quien no gustó un guión en el que debía interpretar el papel de Clara Manni, una empleada que se convertía en actriz.
El año pasado, con motivo de la restauración y de la nueva proyección de esta cinta, basada en el ambiente cinematográfico y en la poca autenticidad que lo rodea, la Bosé vio por última vez a Antonioni, sin habla, totalmente paralizado. "Siento mucho su pérdida, pero estaba muy enfermo. También tenía muchos años; casi es mejor que se haya ido", matiza la protagonista de dos de las películas del director de Blow up.
Aunque Bosé concebía a Antonioni como "muy duro y exigente" en el trabajo, no duda en afirmar que se trataba de un "gran" director: "Yo le doy un diez, a veces adelantado a su tiempo; las dos películas que hice con él son muy buenas, aunque tampoco me acuerdo de muchos detalles porque han pasado más de 50 años".
Según la actriz, "cada director es diferente, se aprende con todos y, con Antonioni, por supuesto que aprendí; todo sirve en la carrera, aunque cada película es nueva".
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