La Administración de Bush evita salir al rescate del dólar en la batalla con el euro
La depreciación del 'billete verde' favorece el crecimiento y fomenta las exportaciones
Cada vez que se pregunta al Departamento del Tesoro por la creciente debilidad del billete verde frente al euro y la libra esterlina, la respuesta es la misma: "Un dólar fuerte va en el interés de nuestra nación, y la cotización de nuestra moneda debe ser establecida en un mercado competitivo, en función de los fundamentos económicos". Sin embargo, las estadísticas muestran que George Bush es el único presidente de EE UU que no ha salido al rescate de su divisa, que acumula una pérdida del 13,2% de su valor desde enero de 2001, cuando llegó al Despacho Oval.
Los datos de la Reserva Federal (Fed, banco central estadounidense) revelan, además, que se trata de la mayor depreciación de la divisa norteamericana en las últimas tres décadas, desde el mandato de Gerald Ford, que acabó en 1977. Durante el Gobierno del predecesor de Bush, el demócrata Bill Clinton, el dólar estadounidense se apreció un 18,3%, frente a la cesta de divisas internacionales. Con George Bush padre, el billete verde cayó apenas un 0,2% y un 0,4% con el difunto Ronald Reagan.
Una moneda débil, en principio, favorece al crecimiento económico de EE UU, porque potencia sus exportaciones y, de rebote, alimenta la confianza de los electores en plena batalla por las presidenciales de otoño de 2008. Por eso, los analistas e inversores coinciden al afirmar que el actual inquilino de la Casa Blanca tiene motivos para dejar caer libremente el dólar, porque esto beneficiaría a corto plazo en las urnas a sus aliados del partido conservador.
Ben Bernanke, presidente de la Fed, evita pronunciarse sobre el estado de salud del dólar, aunque le cree problemas a su política monetaria, porque la divisa es algo que compete al Departamento del Tesoro, desde donde su jefe, Henry Paulson, reitera sin más que la economía estadounidense está sana y pasa por un momento de transición previo a un repunte del crecimiento. "Creo que nuestro país tiene unos fundamentos sólidos", remacha, cuando se le pregunta por la política de cambio.
Es la línea oficial, aunque los analistas y economistas plantean dudas a la hora de interpretar las verdaderas intenciones de Washington ante tanto inmovilismo. Los últimos datos en el mercado inmobiliario no hacen más que consolidar esta tendencia a la baja y, como señalan desde BNP Paribas e ING Financial, se teme que los problemas en el negocio de las hipotecas de alto riesgo (subprima) puedan agravar aún más la situación, salpicando a otros sectores.
Por suerte para Washington, el valor actual del dólar no está disminuyendo aún el apetito de los inversores extranjeros hacia los productos financieros en EE UU y ayuda a mitigar los efectos de la crisis inmobiliaria al potenciar las exportaciones. La caída del dólar está permitiendo, además, reducir el agujero en la balanza comercial y exterior. El déficit por cuenta corriente bajó durante el primer trimestre hasta los 192.600 millones de dólares (141.264 millones de euros), el equivalente al 5,7% del PIB, casi un punto y medio por debajo del récord de 2005.
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