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Reportaje:

Los tres ejes de la trama Intervida

Los fondos de la ONG acabaron invertidos en América Latina a través de un complejo entramado de sociedades

Eduardo Castellón pensaba que estaba blindado. Por eso no podía imaginar que la investigación sobre la ONG Intervida iniciada hace cuatro por la fiscalía de Barcelona acabaría en una querella. Él, que no dudó en utilizar al mismo Jesús Cardenal, ex fiscal general del Estado, para lograr un trato de favor, está siendo investigado desde hace un mes por el Juzgado de Instrucción número 17 de la capital catalana. Los cargos que pesan sobre él son estafa, delito societario, apropiación indebida y asociación ilícita. Las 112 páginas de la querella relatan una telaraña de sociedades, fundaciones y entidades supuestamente tejida durante años con las donaciones realizadas por más de 300.000 personas en la creencia de que servirían para apadrinar niños en el Tercer Mundo.

A partir de 2002 Castellón se centró en gestionar los grandes beneficios obtenidos
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La fiscal reconoce que una parte del dinero, que no se puede determinar, ha servido para realizar proyectos de alimentación y salud dirigidos a la infancia de países latinoamericanos, pero también relata en la querella que esas aportaciones millonarias han beneficiado a Castellón y su lugarteniente, Rafael Puertas, quienes podrían haber amasado una gran fortuna al desviar ese dinero y realizar inversiones en varios frentes.

La presunta trama que relata la fiscal Carmen Martín Aragón pivota sobre tres ejes: las fundaciones y asociaciones, las sociedades radicadas en Perú y Guatemala, y las empresas españolas. Castellón figura en la inmensa mayoría de ellas como presidente, apoderado general o gerente y cuando no es el caso, quienes figuran como gestores son "simples testaferros", según la fiscal.

La madre de todas las sociedades es la Fundación Privada Intervida, constituida el 25 de mayo de 1994 por Castellón y Puertas, entre otros. Entonces situaron el domicilio social en el número 77-79 de la calle Pujadas de Barcelona, en el corazón del barrio industrial del Poblenou. Allí conservan aún unos locales de varios miles de metros que hace unas semanas fueron registrados por la policía.

Dos años después, Castellón constituyó otras seis fundaciones con la misma finalidad: la ayuda al Tercer Mundo. Tres de ellas (Universal, Metrópoli y Ecoplanet) se crearon el 2 de agosto de 1996 con sede en Barcelona y las otras tres se constituyeron en Perú y Guatemala. Dos de esas fundaciones se emplearon para gestionar depósitos por 13 millones de euros.

En 2002 se creó la Asociación Alianza Mundial Intervida, que estableció también su sede en el local de Barcelona. Para entonces ya había delegaciones en La India, Japón, Mali y otros países. A partir de ese año, Castellón "concentra todas sus energías en los proyectos de Latinoamérica". Es decir, los negocios que desde 1999 ya habían abierto sus empresas en Perú, Guatemala y Bolivia.

Esas sociedades, que forman el otro gran eje de la trama, se vinieron nutriendo desde su fundación con los fondos recaudados por Intervida. La fiscal considera que fueron unos 180 millones de euros los que se desviaron entre 1999 y 2003.

Eran sociedades dedicadas a la financiación de créditos para empresas (Edpyme Raiz SA), a la construcción y promoción de inmuebles (Iberoamericana de Construcciones y Contratas, Argenta Inmobiliaria o Roure Construcciones) o bien a la inversión de valores (Consultora Latina). Otras se centraron en la comercialización de fármacos, cosméticos o productos sanitarios (Genéricos Farma Ahorro, Genéricos Corporación de Medicamentos) o bien a la industria alimentaria (Industrial General de Productos Alimentarios).

Casi todas esas empresas donaron la totalidad de sus participaciones, a partes iguales a las Fundaciones Universal y Metrópoli que presidía el propio Castellón. Los patronos aceptaron la entrega del capital en las juntas celebradas el 2, 22 de agosto y 10 de diciembre de 2002, explica la fiscal.

Finalmente, existe otro eje menor de la trama, que son las sociedades españolas administradas por Castellón, Puertas y otros cuyo "único objetivo era facturar a Intervida". También en este caso, el beneficio económico no fue para la fundación, sino para estas empresas del sector inmobiliario o la construcción, el márketing o la realización de estudios sociológicos.

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