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Reportaje:Una ciudad averiada

El fantasma del apagón no da tregua

Después del apagón, el 'postapagón', casi tan molesto. Los generadores reivindican su papel con un ruido fuerte, penetrante, un incordio

Amanda Mars

El pescado no se ha vendido. Carme Blanch mira con pocas esperanzas las merluzas de su puesto en la plaza. Se acerca la hora de comer y en el mercado de L'Abaceria, en el barrio barcelonés de Gràcia, los tenderos tienen sus cajas casi huérfanas. Culpan al apagón. "Mucha gente no quiere comprar abundante producto fresco porque han tenido cortes de luz hasta hace poco y no se fían. Pasan por aquí y todos dicen lo mismo, compran lo mínimo del día", explicaba Carme ayer.

La pescadería tiene historia. La abrió su bisabuelo hace 100 años en ese mismo barrio de solera, uno de los más perjudicados por la avería eléctrica que el pasado lunes dejó sin luz a 350.000 abonados en la ciudad. Ayer, sábado, sólo se registraron pequeñas incidencias, según Endesa, pero el fantasma del apagón no dio tregua. A Eulàlia Aubià, la dueña de la pollería Magrans, le ha ocurrido lo mismo que a la pescadera: "la gente se ha llevado una pechuguita y poco más".

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Igual que a Paqui Quirosa, que tiene una carnicería al lado. La electricidad de éste y el resto de puestos del mercado se fue el lunes y regresó el martes, tarde. Algunos tenderos, como los dueños de la pescadería La Gloria, no perciben las consecuencias del fiasco eléctrico: "Ha sido un sábado normal, pero un sábado normal de julio, que no se vende tanto".

Y es que, después del apagón, queda el fantasma. A veces, casi tan molesto como la avería en sí. Al margen de algunos cortes puntuales, como el que sufrió ayer Noelia, una joven que se quedó atrapada en un ascensor de un edificio de Gràcia el viernes por la noche al volver a marchar la luz, la ciudad recupera su aspecto habitual. En los bares funciona el aire acondicionado y se puede sacar dinero de cualquier cajero, pero al pasar por algunos puntos de la capital catalana, los grandes aparatos que hacen posible esta normalidad reivindican su papel con un ruido fuerte, constante y penetrante. Molesto. Son los generadores, 166 grupos electrógenos con el aspecto de un pequeño camión que están repartidos por Barcelona.

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Un elemento ornamental que no abandonará las calles barcelonesas hasta febrero y que incluso Woody Allen -al que toda la ciudad parece haberse rendido- tendrá que sortear en su rodaje.

Agustí Sánchez no puede hacerlo. Vive cerca del paseo de Maragall -la zona en la que se encuentra la estación eléctrica que se quemó- con su mujer y su bebé de pocos meses, que no pueden dormir por las noches por culpa del ruido de los generadores. "Estamos preocupados porque del aparato sale humo negro que se eleva hasta aquí cuando, por las noches, vienen a recargarlo de gasoil, y no sé si este ambiente será bueno para la niña", asegura Agustí.

A Ramon Llop, que vive en la zona, se le fue la luz durante dos días enteros. Salvó los congelados de su frigorífico porque los llevó a la cámara de un amigo suyo que tiene una tienda en el mercado del barrio. Vive detrás de la plaza de Maragall, a tiro de piedra de la subestación. "Como la cocina es eléctrica tenía que ir a comer a casa de mis padres, y los días posteriores la luz se iba cortando una hora, hora y media...", explica.

La indemnización de entre 60 y 300 euros que Endesa se ha comprometido a pagar a partir del lunes a todos los perjudicados le viene caída del cielo. "Teniendo en cuenta que no esperaba nada, es un dineral".

Luces y aparatos eléctricos ya no le dan ningún problema en casa. Ni se los darán, porque se va de vacaciones, como su mujer y sus tres hijos. Pasará unos días en La Fatarella (Terra Alta) y después en Andalucía. "Y si hay apagones allí, pues ya pondré velas".

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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