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Reportaje:

Camino a la nieve

Se multiplican las objeciones ambientales al teleférico Granada-Sierra Nevada

El Espacio Natural de Sierra Nevada, en el que se integran un parque nacional y uno natural, es un enclave particularmente sensible, y así lo han entendido, históricamente, los propios granadinos. Ya en 1929 algunos diarios locales, como El Defensor, se hicieron eco de las primeras iniciativas orientadas a declarar como parque nacional el macizo, esgrimiendo, entre otros argumentos, "el derecho al paisaje" de todos los ciudadanos. Cuando esta aspiración estaba ya cumplida, volvió a desatarse la inquietud entre los sectores más concienciados de la ciudad, alarmados ante la pretensión del Ministerio de Defensa de instalar un sofisticado radar en la cumbre del Mulhacén. Corría el año 1994, y entonces, con una coincidencia de opiniones poco habitual, ecologistas, montañeros, astrónomos y botánicos se opusieron al proyecto, oposición a la que acabaría sumándose el Gobierno andaluz. Las obras nunca se iniciaron.

"Lo lógico sería buscar alternativas más sencillas, menos agresivas y más baratas"
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De nuevo Sierra Nevada vuelve a estar en el ojo del huracán a propósito de una iniciativa que, al margen de otras consideraciones ambientales, provocaría una sustancial modificación de este paisaje serrano único en el Mediterráneo. En este caso se trata de un teleférico que uniría el casco urbano de la capital con la estación de esquí de Pradollano y que, según sus promotores, resolvería el colapso de tráfico que en la actualidad sufre la carretera A-395, única vía de acceso a este complejo turístico-deportivo.

Las cifras básicas de esta obra, que promueve la Sociedad Teleférico de Granada, hablan de un trazado de 19 kilómetros, con dos estaciones terminales y cuatro estaciones de reenvío, 27 apoyos (que en algunos casos se elevarían hasta los 80 metros de altura), unos 130 millones de euros de inversión y capacidad para atraer a más de 130.000 turistas al año.

El proyecto, con toda la documentación técnica que lo avala, se remitió hace casi un año a la Consejería de Obras Públicas y Transportes, y ahora está pendiente de la declaración de impacto ambiental que ha de resolver la Consejería de Medio Ambiente. Pero mientras llega este dictamen se multiplican las valoraciones negativas de algunas instituciones y colectivos vinculados a la conservación de la naturaleza.

La plataforma SOS Teleférico cuestiona la propia viabilidad del proyecto, ya que éste plantea un medio de transporte "más caro, más lento y más incómodo que el coche privado", cuando, si lo que se trata es de resolver la congestión de tráfico que sufren los accesos a Pradollano, "lo lógico sería buscar alternativas más sencillas, menos agresivas y más baratas, como una correcta regulación del tránsito de vehículos particulares combinada con un buen servicio público de autobuses eléctricos".

Desde Ecologistas en Acción temen que el teleférico se convierta en un factor que invite a la urbanización de algunas zonas rurales, poco alteradas, por las que transite, aún cuando las estaciones de reenvío no admitan, a priori, el tránsito de pasajeros. La evaluación de impacto ambiental, realizada por los promotores, rechaza esta posibilidad e, incluso, analizando todos aquellos elementos que podrían verse afectados por la obra, concluye asegurando que no existen impactos graves y que, en el peor de los casos, se pueden producir alteraciones "moderadas" que cabría neutralizar con medidas correctoras y compensatorias.

De manera bien distinta opina la Comisión de Infraestructuras de la Junta Rectora del Espacio Natural de Sierra Nevada, que ya ha expresado su rechazo al proyecto al considerarlo "incompatible con el régimen jurídico de protección" que ampara a este enclave. Aunque el teleférico no se interna en terrenos del parque nacional, sí que afecta a algunos sectores del parque natural que, asimismo, están tutelados por la legislación europea al estar propuestos como LIC (Lugar de Interés Comunitario) y haber sido declarados ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).

Precisamente las aves rapaces son uno de los grupos faunísticos que sufrirían, con más intensidad, los efectos ambientales de esta infraestructura, aunque también en este caso hay discrepancias. La promotora considera que las molestias para la fauna serían mínimas y pasajeras, y que la mortalidad debida a circunstancias como la colisión con los cables resultaría "anecdótica". Sin embargo, la Fundación Gypaetus, especializada en la conservación de especies amenazadas, ha emitido ya un completo informe advirtiendo de las graves alteraciones que el teleférico causaría en la comunidad de aves de Sierra Nevada y, en particular, del incierto futuro que, en estas circunstancias, tendría el ambicioso proyecto de reintroducción del quebrantahuesos, una especie muy sensible a las molestias provocadas por la actividad humana. El teleférico afectaría, directamente, a algunas de las zonas de suelta que ya se han evaluado, de manera que habría que trasladarlas a "lugares de menor calidad" donde las garantías de reintroducción disminuirían de manera significativa.

La Sociedad Teleférico de Granada asegura que sólo el 3,8 % de los granadinos se muestran contrarios a esta obra por considerar "que resultaría negativa para la sierra". Pero al margen de este tipo de sondeos, más o menos fiables, Javier Sánchez, director del Espacio Natural de Sierra Nevada, destaca el mandato que recae sobre la Consejería de Medio Ambiente: "Tenemos la obligación, la responsabilidad y el compromiso de analizar con todo detalle la compatibilidad de esta obra con el régimen jurídico de Sierra Nevada, a diferentes planos, ya sea el particular de este espacio protegido, el andaluz y por supuesto el comunitario, al que también nos debemos".

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