_
_
_
_
Reportaje:

La calle más codiciada

Silvia Blanco

Es 1986 y los chavales de clase media que viven en las afueras de las grandes ciudades estadounidenses acaban de encontrar la inspiración para vestirse. Han visto en televisión a los Beastie Boys cantando aquello de (You've gotta) Fight for your right to party, pero también han visto que llevan gorra y camiseta, sombrero de lluvia y gafas de sol, unas Adidas clásicas y, al cuello, una cadena con el logotipo de Volkswagen arrancado de un coche. La ropa de la calle estaba despegando. "Aquello fue enorme: era la primera vez que un grupo de chicos blancos que venían del mundo del punk, del hip-hop, del skate y de la fiesta salían en televisión", comenta desde Berlín Steven Vogel, autor del libro Moda urbana (Gustavo Gili). "Lo más impactante era su forma de vestir, una locura. No era exactamente nueva, pero los chicos de medio mundo empezaron a imitarla".

Veinte años después, los Beastie Boys acaban de actuar en el Sónar de traje y corbata, y la moda urbana ha salido de su reducto neoyorquino, del contexto del skateboard, para colarse en las colecciones de los diseñadores como Karl Lagerfeld. La próxima semana, del 4 al 6 de julio, empieza en Barcelona la mayor feria de moda urbana de Europa, Bread and Butter, que el año pasado movió unos 80 millones de euros, y que en esta edición exhibe la ropa de un millar de marcas de todo el mundo. Vogel, londinense, de 28 años, ha sido uno de los comisarios de la feria hasta el año pasado. Ha trabajado media vida para la industria, en tiendas de skateboard primero, como editor de la revista Streetwear Today después y como crítico y jefe de proyectos de Burton ahora. El libro traza, con centenares de imágenes y entrevistas a 44 diseñadores, de Nike a Stüssy, de Tokio a Vancouver, un panorama muy ecléctico de la moda urbana.

Camisetas con dibujos que reinterpretan El planeta de los simios, de Fuct. La chica musulmana de Obey. Zapatillas de mil tejidos, colores y estampados. Los juguetes alocados y siniestros de Kid Robot. Ediciones limitadas, creativas. La regla aquí es ser diferente. Como lo fue al principio, en los ochenta, cuando un puñado de diseñadores empezó a crear ropa para ellos y sus amigos. Estaban contagiados de la actitud punk del "hazlo tú mismo", pero también del hip-hop, del skateboard, del surf y del graffitti. Y sobre todo, de un estilo de vida que las grandes empresas de la moda aún no habían descubierto. La idea de moda urbana surge de una pequeña comunidad "como consecuencia", dice Vogel en el libro, "de la constante alineación y frustración experimentadas por muchos jóvenes de las zonas urbanas, no sólo de Nueva York, sino de todo el mundo".

La aparición del programa Extreme games en el canal de deportes ESPN, de Estados Unidos, le da el impulso definitivo a la moda urbana. "A mediados de los noventa, el skateboarding era todavía relativamente pequeño: se celebraban competiciones, pero los medios de comunicación no las transmitían. En 1995, los skaters se convirtieron en estrellas mediáticas, y también la ropa que llevaban. El skateboard era en ese momento la influencia más fuerte en la moda urbana", explica Vogel. Al mismo tiempo, en Tokio, Hikaru y Taka, un par de adolescentes fascinados con la cultura juvenil estadounidense y con el skate, que acababa de llegar a Japón, crean Bounty Hunter, una de las marcas de referencia de juguetes urbanos. Sus pequeños Kid Hunter, de aspecto siniestro y divertido, arrasaron también en forma de logo de camisetas. Y en California surgía el diseño pulcro de The Quiet Life. Empieza el imperio de la camiseta y la zapatilla como medio de expresión artística.

El aspecto práctico y cómodo -para los deportes de la calle, para moverse por la ciudad- de los orígenes de la moda urbana no se pierde de vista, pero se va sofisticando. Si hay una marca influyente y genuina a la que se refieren los diferentes diseñadores entrevistados para el libro es Stüssy. Apareció en 1980 en Los Ángeles vendiendo, junto a tablas de surf, camisetas con estampados propios. Pero supo enseguida, como cuenta Vogel, que los chavales también querían una ropa que les sirviera para salir de noche. "Suena superficial, pero es cierto. Es una parte de la moda urbana de la que se prefiere no hablar, pero la moda es moda y está ahí para tener buena imagen y hacerte sentir bien. ¿Qué es más importante para un chico de 16 años que salir y lucirse?".

La moda urbana se convierte en una auténtica industria con Internet. En apenas cinco años se multiplican las marcas y los productos. Las ideas, no tanto. Muchos de los diseñadores entrevistados por Vogel hablan de pérdida de rebeldía, de viveza, de originalidad. "Por un lado, Internet ha hecho que, de repente, haya un público real y potencial enorme. Pero también es su peor enemigo, precisamente porque en sus inicios la moda urbana la componía una pequeña comunidad de amigos diseminados por todo el mundo, y tenías que viajar para conocer a esta gente y ver lo que hacían y lo que vendían. Todo era más personal: los diseños, las fiestas, los amigos. Ahora sólo hace falta conectarse a la Red para comprar cualquier cosa online; saber cuándo va a haber una fiesta en Nueva York, cuáles son las tendencias en Tokio o qué pasa mañana en Barcelona", analiza el autor.

La moda urbana está aún lejos de los mastodontes del deporte o de las firmas de masas. Ahora mismo, Vogel cree que el mercado está "saturado de marcas", y pronostica un futuro fragmentado: "Unas acentuarán su dimensión artística; otras, la del skateboard o la moda; pero va a crecer más y más. Me gustaría que siguiera tan independiente y creativa como en los últimos 15 años, pero todo apunta a que no sea así".

Entre tanto, lo que se lleva en la calle cada vez está más cerca de las pasarelas. "No puedes vender sólo camisetas todo el tiempo y esperar crecer", concluye Vogel. "Si quieres tener una colección completa puedes buscar en el denim, pero además tienes que hacer algo que no se haya hecho antes en moda urbana. La única marca que sólo ha hecho camisetas es Stüssy, y, definitivamente, está influida por las firmas de lujo". Greg Dacyshyn, director creativo de Burton, da ejemplos muy gráficos en el libro: "Chanel es moda urbana, Louis Vuitton es moda urbana. Los modelos están empezando a practicar snowboard e intentan emular nuestro estilo de vida".

'Moda urbana', de Steven Vogel, está editado por

Gustavo Gili. 352 páginas.

Claves de experto para Bread and Butter

Para Steven Vogel, la tendencia más importante en moda urbana es la madurez, el diseño "más limpio e inteligente". Recomienda la zona Sport Street, sobre todo, en las plantas cuarta y quinta. Marcas que no se perdería:

Staple Design. Una marca que ha diseñado zapatillas para Nike y Puma, pero también ropa para Louis Vuitton, Timberland o Playstation. www.stapledesign.com.

Gravis & Analog. Bajo la dirección de Burton, marca veterana de 'snowboard' y 'skate', colecciones completas de ropa y calzado, también para quienes van sin tabla. www.gravisfootwear.com, www.analogclothing.com.

Twelve Bar. La marca londinense apareció en 2004, absolutamente influida por el 'hip-hop'. Música y 'graffiti' que habitan en las camisetas. www.twelvebar.com.

Pointer. Zapatillas clásicas, sencillas, sobrias. De lona, con cordones. Una vuelta de tuerca del mocasín.

www.pointerfootwear.com.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Silvia Blanco
Es la jefa de sección de Sociedad. Antes ha sido reportera en El País Semanal y en Internacional, donde ha escrito sobre migraciones, Europa del Este y América Latina.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_