Panderetas y botijos
Durante ocho años de Gobierno del PP nos creímos a pies juntillas su lema de "España va bien". Una economía que funcionaba a toda máquina y con un crecimiento que era la envidia del resto de los países europeos. Los pilares fundamentales de este desarrollo: el sector de la construcción, un fuerte consumo interno y unos ingentes flujos de dinero procedentes de Europa en forma de fondos de cohesión (por cierto, negociados por el Gobierno "pedigüeño" de Felipe González), aunque a estos últimos no se les hizo nunca demasiada publicidad, quizá para no quitar méritos al milagro económico español.
Un milagro que ha supuesto la creación de la mayor economía especulativa y menos productiva del continente; fabricamos muchas casas, que nos vendemos a nosotros mismos a precios fabulosos, pero somos incapaces de fabricar cualquier otra cosa que podamos vender fuera. Cada día importamos más y exportamos menos, y por si fuera poco las multinacionales que fabricaban en nuestro país se deslocalizan hacia países con menores costes laborales. Un día leí que alguien predijo la crisis económica argentina de hace pocos años cuando se dio cuenta de que hasta los lápices de colores (o los afiladores, no me acuerdo muy bien) se fabricaban fuera. Y hay que recordar que la economía argentina tuvo unos años buenos en los noventa después de la época de privatización de grandes empresas nacionales.
España no iba tan bien, me temo, de hecho iba muy mal. Perdimos unos años preciosos en crear una economía productiva como hizo Irlanda alrededor de las empresas del software y se acerca el momento, como bien predice la ONU, de que nuestra locomotora del ladrillo se quede sin combustible porque ya no habrá quien compre. Las familias españolas están endeudadas con hipotecas indecentes, no hay apenas ahorro, ¿quién va a invertir?, ¿cuál va a ser el motor de nuestra economía cuando la construcción se pare? Nuestro boom económico ha creado mucho empleo, pero, en general, precario y en sectores que, como el de la construcción y los servicios, puede que tengan sus días de gloria contados. Eso sí, ha servido para generar grandes fortunas en aquellos que supieron apuntarse a tiempo a la promoción inmobiliaria.
Durante todos estos años todos los analistas siempre han coincidido en la solución al problema: invertir más en formación y en I+D+i. Conocíamos la receta pero nunca se aplicó o se aplicó mal. No estamos mucho mejor preparados que en 1996 y, por supuesto, apenas hemos incrementado el número de patentes con aplicación industrial generadas en España desde ese año. El frenazo de la economía española va a llegar con seguridad dentro de poco y no contaremos con los fondos de cohesión para amortiguar el golpe. ¿Qué venderemos entonces en el exterior? ¿Panderetas y botijos.
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