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Crónica:NO FUNCIONA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El precio de los árboles

Más de 300 firmas de vecinos (entre las que se incluyen las de los padres del alcalde Jordi Hereu) reclaman la salvación de unos árboles situados en una finca del número 7 de la calle de Arimon. Sobre todo, la de un azufaifo (ginjol, en catalán) que es centenario. La torre a la que pertenecía el jardín está siendo demolida y los vecinos tienen que montar guardia casi permanente para que se cumpla lo normativa que obliga a los demoledores a respetar los árboles. Han tenido que llamar media docena de veces a la Guardia Urbana.

Los vecinos temían, al principio, que los árboles (hay cuatro, pero la preocupación principal era por el azufaifo) irían al suelo al menor descuido. El distrito explicó que no, que la empresa no tenía permiso de construcción en esa zona porque faltaba un expediente de Parques y Jardines en el que se dijera lo que iba a ocurrir con el arbolito (que es de dimensiones notables). Parques y Jardines se ha reunido en diversas ocasiones con la empresa e incluso ha llegado a pedirles una fianza de 20.486 euros por si los árboles sufren algún percance. La empresa, por supuesto, niega cualquier voluntad de destrucción e insiste en que los temores son infundados.

Finalmente, la empresa ha decidido donar el azufaifo a la ciudad. Y la ciudad, a través de Parques y Jardines, ha decidido aceptarlo, según explicó su portavoz. Eso sí, no sabe ni cuándo se trasplantará ni dónde se ubicará. Y de nuevo los vecinos (incluidos los padres del alcalde) temen que el árbol acabe fenecido. Y si esto ocurriera, el consuelo de que el municipio se quedará la fianza. Para una empresa que construye vivienda en uno de los mejores barrios, 20.000 euros es calderilla. Y eso no significa que vayan a ser deliberadamente descuidados. Pero ya se sabe que los accidentes no avisan, como dice estos días una campaña gubernamental sobre accidentes laborales. Pero todos los intentos de definir la situación con Parques y Jardines han sido infructuosos.

Una de las vecinas que se ha dirigido a esta sección escribe: "Nos aferramos a la absurda belleza humanista de las casitas con jardines ciceronianos, con persianas atadas sobre los porches con columnas, estúpidos sentimentales, creemos amar la ciudad donde crecimos, la hojarasca que pisábamos en las aceras camino del colegio, el silencio y la sombra, y los pájaros refugiados en esos árboles privados de las casitas a pesar del tráfico, o nos permitimos comparar con otras ciudades europeas donde no se destruye tampoco el patrimonio. Ciudades donde, en una calle pequeña como la de Arimon, sin espacio para la perspectiva, jamás se autorizaría un mamotreto". Y termina: "Hereuville es una ciudad de helicópteros y comercios condenada a ser destruida salvando tres o cuatro edificios icono para turistas japoneses".

Para quejas sobre las administraciones y empresas, dirigirse a catalunya@elpais.es a la atención de Francesc Arroyo.

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