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Reportaje:La situación en el País Vasco

"España pinta poco aquí"

La democracia ha quedado en suspenso en Ondarroa. Los ediles, menos el del PP, no han tomado posesión por el miedo y las presiones

Juan Jesús Aznárez

España es algo ajeno, un imperativo legal, para la mayoría de los 9.800 habitantes del puerto pesquero de Ondarroa, que habla euskera, piensa en euskera, baila el aurresku y resume sus aspiraciones en la pintada del dique fluvial con letras gigantescas: "Autodeterminazioa".La democracia fue secuestrada en este municipio vizcaíno porque 12 de los 13 concejales electos, todos vascohablantes, no recogieron sus credenciales al no soportar el hostigamiento de ANV, que reclama la alcaldía, sus concejales y la independencia de Euskadi. Este partido niega haber secuestrado la democracia porque, sencillamente, rechaza la legalidad española. "Aquí lo que se ha usurpado es la voluntad del pueblo vasco", subraya un militante, aparentemente afable.

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Germán López, elegido concejal en la lista del Partido Popular, es el único de los 13 ediles que ha recogido su credencial para ejercer su cargo en el Ayuntamiento de Ondarroa. Vive en Bilbao y casi le parten la crisma cuando entró en el consistorio. "Me llamaron de todo: ¡fascista! ¡asesino! Lo de siempre". ANV reclamó como propios los 2.195 votos nulos, que traducidos en válidos hubieran supuesto la mayoría absoluta. La formación abertzale ya había anticipado sus intenciones antes de la jornada electoral: pidió, por escrito, al PNV, EA y EB que renunciaran a sus escaños al ser obtenidos en una consulta "antidemocrática". Y sobrevolando todo, incluido el ánimo del nacionalismo moderado, el regreso de ETA, el miedo al terrorismo.

"Lo que ha pasado en Ondarroa no había pasado nunca, ni tan siquiera cuando se aplicó la Ley de Partidos hace cuatro años y Herri Batasuna no estaba legalizada. Estamos peor que entonces", dice Antonio Basagoiti, presidente del PP en Vizcaya. "La reacción de la gente del PNV la comprendo personalmente porque viven en el pueblo, donde la presión de los batasunos y del entorno de ETA es muy dura", agrega. Pero desde el punto de vista político, no la entiende. "El PNV tenía que haber sustituido a los concejales porque es legal", agrega Basagoiti. La ley autoriza la sustitución de cargos públicos bajo amenaza terrorista por relevos de otras localidades. "Yo espero que esto sirva para que el nacionalismo comprenda por qué ponemos paracaidistas, de Bilbao o de donde sea, en los pueblos donde tenemos votantes: porque les hacen la vida imposible".

La ecuación del conflicto desencadenado en el bastión nacionalista es ésta: prohibidas las listas de ANV por los tribunales, el Partido Nacionalista Vasco obtuvo 1.720 votos y nueve concejales; Eusko Alkartasuna, 347, y dos ediles; Ezker Batua Berdeak-Aralar, 194 votos y un concejal, y el PP, 191 sufragios y un edil.

El ayuntamiento trabaja casi de oficio. Hasta el nombramiento de un sustituto, el alcalde en funciones, Aitor Maruri (PNV), despacha los asuntos pendientes. Elude a la prensa. No quiere hablar. Tampoco el resto de concejales. "La situación es muy delicada y tratamos de desactivarla. No conviene que hagan declaraciones", justifica, desde Bilbao, un portavoz de la dirección peneuvista. El activismo de los independentistas es incesante y ubicuo. Carteles, textos, convocatorias y fotografías de presos de ETA nacidos en el municipio cubren las calles de Ondarroa y la empinada cuesta hacia el edificio municipal, coronado por la pancarta más visible del pueblo: "Euskal Presoak, Euskal herrira [Los presos vascos, al País Vasco]".

"Aquí seguimos trabajando, pero, claro, no es lo mismo", comenta el secretario del ayuntamiento, Agustín Olavarrieta. "No podemos abordar cosas nuevas. Estamos preparando las fiestas de agosto y contratando pero, quién sabe, igual a los nuevos se le ocurre traer a la Pantoja", ironiza. El desasosiego de un funcionario es de índole económico-laboral: "Imagínese que no nos pagan la paga extra de este mes".

El bloqueo del consistorio apenas distrae la rutina vecinal, ni el peloteo de cuatro chavales en el frontón contiguo al Ayuntamiento, cerca del río Artibai, que forma una marisma a la entrada del pueblo. Discretamente, sin identificarse como periodista de este diario, sino como pelotari aficionado, es posible acercarse a un espectador septuagenario y a las causas de su desafección con España:

- Yo vivo en Madrid y la verdad es que allí no se juega mucho a pelota vasca.

- Sí, en España no hay afición.

- Quien venga aquí de afuera, lo tiene difícil ¿eh? Las calles sólo están rotuladas en euskera y no en español.

- Es que España pinta poco aquí.

- ¿Y eso?

- No hay tradición. El franquismo nos castigó mucho. Y le voy a dar otra razón: tengo un conocido al que reventaron un riñón en una comisaría de Madrid.

- Pero eso sería con la dictadura.

- Bueno, vaya usted a saber...

La ofensiva abertzale contra su exclusión de las municipales, y contra los concejales participantes, ha sido dura e intimidatoria. Pasquines en las mejores fachadas y en las callejuelas más angostas publican los nombres y apellidos de las listas legales, junto a la bandera española, y las ilegalizadas de ANV, enaltecidas por la ikurriña: traidores frente a patriotas.

Varios plenos de la pasada legislatura debieron celebrarse a las ocho de la mañana, a escondidas. No pocas familias nacionalistas sólo hablan de la nefasta liga de la Real Sociedad y del Athletic de Bilbao, o de la importación del besugo de Tarifa, para no debatir, y reñir, discrepando sobre ANV, ETA o las amenazas. La marea nacionalista, social y política, arrincona a los españoles que se sienten españoles, apenas visibles, casi todos votantes, de tapadillo, del PP y del PSOE. Son mayores, marineros algunos del Canarias, el buque insignia de la Flota Nacional durante la Guerra Civil; inmigrantes gallegos otros, pescadores en los años del auge de capturas, vasco-españoles los demás. La mayoría votó por Germán López.

"Me molesta la imagen que damos. No es buena para el negocio", dice la dueña de un restaurante, votante del PNV. La última resolución del sindicato ELA, mayoritario en Euskadi, subraya sin ambages la esencia de su ideario: "Desembarazarse de la tutela de esta España hosca y autoritaria no es una de las menores razones para querer ser un pueblo soberano".

La presencia de España es menguante. Cuatro años atrás, cerró la casa cuartel de la Guardia Civil, y el 14 de mayo de 2003, Rosa Díez, cabeza de lista del PSOE en Ondárroa en aquellas municipales, experimentó la orfandad del constitucionalismo. Prácticamente la sacaron en volandas después de un mitin. Su amigo Carlos Martínez Gorriarán, filósofo e historiador, portavoz de Basta Ya, solidario acompañante en la plazoleta del desamparo, reseñó lo ocurrido: Veinte escoltas, una docena de afiliados socialistas, dos concejales y un parlamentario autonómico acudieron al acto de la socialista, "pero ni un solo vecino de Ondarroa". Díez no consiguió el escaño.

El batzoki, la sede social del PNV, también aguanta lo suyo. La bandera vasca, almidonada a huevazos, ondea en la puerta de entrada y una pedrada quebró la cristalera superior. "Ya la pagará el seguro. ¿Para qué la vamos a cambiar si la van a romper", dice el cantinero del local. "Por aquí, todo tranquilo. Ya lo ve, trabajando". "¿Tienes la acreditación de periodista?", pregunta otro. La permanente desconfianza hacia el desconocido. ¿Será acaso policía?

Los primeros de la lista de ANV, Unai Urruzunu y Loren Arkotxa, ex alcalde (1999-2003) encarcelado por Garzón hace cuatro años, también se encuentran trabajando, cuando se pregunta por ellos, en la herriko taberna del pueblo, un parque temático del graffiti independentista. La atiende una risueña chavala independentista, que pide la tarjeta al periodista "para que te llamen". No llamaron.

Las posiciones de ANV-HB, no obstante, son bien conocidas. El repliegue de los concejales les pareció correcto. "Mantienen abiertas las puertas del Ayuntamiento para formar un consistorio de acuerdo a la voluntad popular", declaró Urruzunu. Pero el enconamiento de la voluntad popular es, en ocasiones, descorazonador.

- ¿Tiene hora, por favor?

- Arratsaldeko ordu bat erdiak dira [la 1.30 de la tarde]".

- Perdone, pero no entiendo euskera.

- Pues aprende.

Oloren Arkotza y Unai Urruzuno, ex alcalde de  EH y  cabeza de lista de ANV (tercero y segundo por la derecha), junto a otros simpatizantes de la lista anulada en Ondarroa.
Oloren Arkotza y Unai Urruzuno, ex alcalde de EH y cabeza de lista de ANV (tercero y segundo por la derecha), junto a otros simpatizantes de la lista anulada en Ondarroa.LUIS ALBERTO GARCÍA

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