Pasapáginas diabólica

Cuenta Denis Decourt, cineasta y ex solista de viol

a francés, que escribiendo La última nota,

que se estrena hoy, se dio cuenta de las grandes similitudes entre las técnicas de suspense y las composiciones musicales. "En las escuelas de cine te enseñan a hacer guiones como si fuesen obras de teatro, pero el suspense no es lineal, al igual que las partituras. Hay tensión y reposo, variaciones en los tempos, clímax...", razonaba Decourt (París, 1964) ayer en Madrid.

Así es La última nota, música y suspense a partes iguales. La pianista Ariane (Catherine Frot) establece una relación patológica con la niñera de su hijo, Mélanie (Déborah

François), que acabará convirtiéndose en la pasapáginas de sus conciertos y audiciones. Un papel en la sombra, pero de extrema importancia para una artista frágil.

"No creo que haga falta saber música para rodar esta película por el lado documental, pero sí para lograr la cadencia en los tiempos y en la manera de mover la cámara. Yo no sabía que era así. Se hizo evidente cuando hice la película", explicó Decourt sobre el filme exhibido en Cannes.

Conseguir la mirada gélida e inquietante de la asistente, presagio desde el primer minuto de que el drama se aproxima, llevó su tiempo. "Es muy importante la elección de actores. A Déborah le pedí que vaciase la mirada para que fuese el espectador quien imaginara. Y ensayamos su sonrisa dos meses. El resultado fue excelente", opina.

La última nota se desarrolla en un chateau en la campiña gala, un escenario en apariencia muy recurrente en la filmografía francesa, pero no en opinión del director: "La mayoría de las películas son urbanas. Lo que ocurre es que las campestres gustan en España: Chabrol, Ozon...". "¿Y por qué exportamos tanto cine? No sé, imagino que porque todo el mundo piensa que es un bien nacional. Que los hermanos Lumiére lo inventaron".