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Una décima de viento

Asafa Powell sigue teniendo, por los pelos, el actual récord del mundo de los 100 metros, que fijó hace dos años en Atenas con un viento a favor de 1,6 metros por segundo, pese a que recientemente Tyson Gay los corriera en 9,76s con viento a favor de 2,2.

Sabemos que el viento a favor mejora las marcas y cuando sopla en contra las empeora. También sabemos que para una misma velocidad de viento, cuando es de espaldas ayuda menos que lo que perjudica si fuera de frente. Los resultados de varias investigaciones apuntan a que el viento a favor, a medida que aumenta su fuerza, mejora la marca cada vez menos. Incluso sabemos que para una misma velocidad de viento de espaldas las mujeres se ven algo más favorecidas que los hombres (su beneficio se ha calculado en un 20% mayor).

Las primeras aproximaciones de una cierta precisión fueron realizadas en 1928 por Hill (un inglés que fue Premio Nobel de medicina) calculando con viento y sin él, la fuerza de resistencia que soportarían los atletas. Hoy en día se ha estudiado mediante modelos matemáticos ajustados a los resultados de los mismos atletas, compitiendo en diferentes eventos.

Corría viento el 2 de junio en el estadio de Nueva York cuando Tyson Gay hacía lo propio en los 100, pero esta vez soplaba 0,6 por encima del que empujó a Asafa al récord y 0,2 superior al límite fijado por la IAAF, que dice: si el componente de la velocidad media del viento en la dirección de las calles supera los 2 metros por segundo no se aceptará un récord. No obstante, parece injusto que la velocidad del viento, que obedece a condiciones ambientales que no puede modificar el atleta, cobre protagonismo frente a la buena carrera del estadounidense. Tan injusto como que si hubiera corrido con un viento de dos metros por segundo el récord hubiera sido proclamado. Y cuanto más conociera Tyson los estudios científicos que analizan la influencia del viento en los 100 metros más rabia le daría, pues se sabe que el viento no afecta por igual a diferentes atletas. Por si no fuera poco, también sabemos que el viento, oficialmente medido, puede diferir en ±0,5 metros por segundo respecto al que soporta un determinado atleta en su calle. Así podría haber corrido con un viento a favor de sólo 1,7, por ejemplo.

Los modelos matemáticos dicen que el fluido elemento a 2,2 metros por segundo le hizo ganar a Tyson una décima de segundo respecto a la condición de correr sin viento y prácticamente despreciable si se compara con un viento de 2. Parece injusto que se haga la vista gorda cuando se corre en altura (se ha calculado que los 2.250 metros de Ciudad de México proporcionan un beneficio de 7 centésimas de segundo) y con el viento se sea tan inflexible.

Xavier Aguado Jódar es biomecánico de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla-La Mancha.

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