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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Clonación regulada

La aprobación por el Congreso de la Ley de Investigación Biomédica convierte a España en el cuarto país europeo (tras el Reino Unido, Bélgica y Suecia) que autoriza la clonación terapéutica o generación de células madre genéticamente idénticas a un paciente. La norma ha recibido el respaldo de todos los grupos salvo el PP, que durante esta legislatura ha elegido alinearse con la Iglesia católica en el rechazo a unas investigaciones cuyo objetivo es probar nuevos fármacos y explorar tratamientos para enfermedades ahora incurables.

La clonación terapéutica no existe aún, y esto probablemente convierte el texto recién aprobado en la primera ley que va por delante de la ciencia regulada por ella. La razón es uno de los fraudes científicos más escandalosos de todos los tiempos: el del coreano Hwang, que se inventó la técnica hace tres años. La ministra de Sanidad y los grupos parlamentarios que la han apoyado podrán ser acusados de cualquier cosa menos de oportunismo político por haber seguido adelante con la tramitación de una ley que, pese a todo el ruido, tiene detrás muy sólidos argumentos científicos.

La mayor parte de la polémica que rodea a la clonación terapéutica se debe a su confusión -más a menudo interesada que ignorante- con la clonación reproductiva, o creación de bebés genéticamente idénticos a un adulto. Aunque ambos procedimientos empiezan igual (transfiriendo el genoma de una célula adulta a un óvulo vaciado del suyo), el primero acaba dos semanas después con la obtención de las células madre, mientras que el segundo requeriría implantar el embrión de dos semanas en una mujer. Y la misma ley que ahora regula lo primero prohíbe taxativamente lo segundo. En realidad, las garantías de control público sobre estos experimentos son ahora mayores que nunca.

El objetivo a largo plazo de la clonación terapéutica es la obtención de tejidos trasplantables a un paciente. Como las células madre serán genéticamente idénticas a él, los tejidos derivados de ellas podrán serle implantados sin generar ningún rechazo inmunológi-co. Pero hay otra aplicación de gran importancia que puede ser mucho más rápida: usar las células clonadas de un enfermo para estudiar a fondo esa enfermedad. Un proyecto de enorme interés consiste en utilizar los cultivos celulares para probar directamente baterías completas de nuevos fármacos potenciales: son justo los experimentos que no se pueden hacer en las personas, y mucho más adecuados que los animales de experimentación que se usan actualmente. Los plazos de ensayo y aprobación de cada nuevo medicamento pueden acortarse de forma drástica.

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