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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gaza, fuera de control

La espiral de los enfrentamientos interpalestinos se acerca peldaño a peldaño al abismo, no sólo por el grado de violencia empleado por los contendientes -Al Fatah y Hamás-, la acción indiscriminada y el número de víctimas, sino por el lenguaje cada vez más radical que utilizan sus líderes para amparar los trágicos hechos. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que ha pedido por enésima vez un alto el fuego, estudiaba anoche con su estado mayor si abandonar el Gobierno que comparte con los islamistas radicales, después de que hace tres meses las dos corrientes que se disputan la supremacía palestina acordasen in extremis ofrecer una fachada política de entendimiento que permitiese la reanudación de la vital ayuda occidental.

En la franja de Gaza se puede hablar sin ambages de guerra civil, una raya que la UE intentaba evitar ayer en un comunicado urgente. A un enfrentamiento de esta naturaleza responden hechos como arrojar a enemigos desde lo alto de edificios, tiroteos en hospitales, francotiradores asesinando desde tejados o ejecuciones sumarias, como la de un comandante de las fuerzas leales al presidente Abbas junto a su domicilio. Los acontecimientos que sacuden la superpoblada y miserable tira de tierra van acompañados de acusaciones cada vez más graves. Fatah hablaba ayer de un intento de golpe de Estado por parte de Hamás, después de que las milicias fundamentalistas dieran un ultimátum y atacaran más tarde diferentes instalaciones militares de las fuerzas del presidente Abbas en la ciudad de Gaza.

La coexistencia entre el moderado Abbas y el Gobierno de Ismail Haniya ha sido una ficción desde el mismo momento en que los radicales islamistas, que libran una guerra de terror contra Israel, ganaron las elecciones parlamentarias el año pasado. El enfrentamiento político entre unos y otros se trasladó inmediatamente a las diversas y crecientes fuerzas a su disposición, a las que vienen proporcionando armamento y entrenamiento fundamentalmente Estados Unidos -al campo del presidente- e Irán, si se trata de las milicias islamistas. Las matanzas entre unos y otros han cubierto de sangre la franja durante los últimos meses, y en mucha menor medida Cisjordania. Sus breves treguas no han hecho sino preparar a los combatientes para la siguiente carnicería.

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Lo abandone o no Fatah en las próximas horas, el supuesto Gobierno de unidad sacado con fórceps en marzo en La Meca es una entelequia. No se ha consolidado nunca porque ya es mucho más lo que separa a Fatah y Hamás que lo que les une. En un escenario tan explosivo como Oriente Próximo, el nivel de degradación y agravio alcanzado en Gaza anticipa, salvo milagro, un choque frontal entre palestinos. Algo que ni siquiera conviene a Israel, cuyo primer ministro sugería ayer el despliegue de una fuerza internacional en la frontera entre Gaza y Egipto.

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