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La inmigración en Europa

Examen de inglés para ser británico

Reino Unido somete a una prueba de cultura a los extranjeros que demandan la nacionalidad

La llegada de Gordon Brown al poder va a significar un reforzamiento del giro que el Reino Unido está dando desde hace ya unos años a la política de inmigración: el tradicional modelo multicultural se está desviando cada vez más hacia un modelo de integración en el que lo británico se superpone a las culturas y tradiciones de los países de origen de los inmigrantes.

Brown ha lanzado en varias ocasiones sus ideas sobre la ciudadanía británica y la importancia de que quienes se asientan en este país se sientan británicos. Con ello no ha hecho más que hacer suyo un cambio de actitud que empezó con los disturbios raciales de Bradford en el verano de 2001, que pusieron en evidencia la existencia de auténticos guetos nacionales.

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El debate fue tomando más cuerpo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE UU, que fomentaron la mutua desconfianza entre la minoría musulmana y el resto del país. El entonces ministro del Interior, David Blunkett, lanzó en febrero de 2002 una primera propuesta para que los extranjeros que querían optar a la nacionalidad británica o a la residencia permanente tuviesen que someterse a un examen de ciudadanía y demostrar que eran capaces de manejarse en inglés.

Ese control entró en vigor en noviembre de 2005 -aún vivo el recuerdo de los atentados del 7 de julio de ese año en Londres- para la obtención de la nacionalidad británica. Se trata de un listado de preguntas que oscilan desde nombrar los teléfonos de emergencia a conocer las fechas de los santos más populares o determinadas características del sistema judicial y constitucional. El examen se puede repetir tantas veces como sea necesario y quienes lo suspenden pueden acceder a clases de inglés y de cultura general.

Desde el pasado 2 de abril, el examen de lengua y de ciudadanía se ha extendido a quienes solicitan un permiso de residencia permanente. Pero han empezado a sonar voces para extender esa exigencia a cualquier extranjero de fuera de la UE que quiera instalarse más de seis meses en el Reino Unido. La idea se complementa con la propuesta de instaurar un día de fiesta nacional y exaltación de los valores comunes de los británicos.

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