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Reportaje:Elecciones legislativas en Francia

Todo el poder para Sarkozy

Los resultados electorales refuerzan la hegemonía institucional del presidente en la V República

Con el 45,6% de los votos, 109 actas de diputado ya aseguradas y unas proyecciones que le auguran hasta 501 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional, Nicolas Sarkozy se asegura una mayoría presidencial en torno a la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y sus aliados que, unida al control de la mayoría de las instituciones tras años de dominio conservador, le convierte de hecho en una especie de monarca absoluto. En este sentido, el largo proceso electoral que acabará el próximo domingo habrá supuesto la instauración de un modelo político presidencialista, con un Ejecutivo hipertrofiado, sin los contrafuertes de unas Cámaras legislativas independientes. El palacio Bourbon, sede de la Asamblea Nacional, se teñirá de azul, el color de la UMP.

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Y el Gobierno que encabeza François Fillon, que más que un primer ministro es el jefe de Gabinete de Sarkozy, no tendrá ningún problema para pasar una tras otra todas las leyes que pongan en marcha la reforma prometida por el presidente. Sólo habrá un grupo parlamentario en la oposición, el del Partido Socialista (PS), que consiguió unos resultados más que mediocres.

Porque otra de las consecuencias de la transformación del modelo político francés, y a la que pueden estar agradecidos los socialistas, es que les asegura, en solitario, el papel de oposición. El traslado de las legislativas a justo después de las presidenciales las convierte en una especie de anticlímax, en una simple ratificación de lo decidido en las presidenciales.

Al casi 85% de participación de la segunda vuelta de las presidenciales, el 6 de mayo, le siguió el domingo una abstención de cerca del 40%, un récord en una primera vuelta de legislativas en la historia de la V República. Un fenómeno que provocó que el listón para pasar a la segunda vuelta -el 12,5% de los votantes inscritos- subiera hasta cerca del 20% de los sufragios reales, lo que sacó de un plumazo a casi todos los demás partidos.

Si la mayoría presidencial reunía un 45,6% de los votos en torno a la derecha, el PS y sus aliados se quedaban en un 27,64% y, lo que es más decisivo, la suma de todos los votos desde la extrema izquierda a los verdes hasta los socialistas se quedaba a unas décimas del 40%. El resultado es que 109 candidatos de la UMP y sus aliados consiguieron su acta de diputado por mayoría absoluta, por uno solo del PS. Las llamadas triangulares, circunscripciones en las que la segunda vuelta se juega a tres bandas, se pueden contar con los dedos de una mano.

Los primeros análisis de los resultados dan una respuesta al desplome de la izquierda. La abstención ha sido el doble entre los electores de izquierdas que entre los de derechas. También por franja de edad, los jóvenes han vuelto a sus tasas habituales de abstencionismo, mientras que los mayores de 50 años han acudido en masa a votar. Los desencantados suburbios de las grandes ciudades, las famosas banlieues que ardieron en 2005, donde se había producido un movimiento cívico de participación que dejó sus frutos en las presidenciales, han regresado a sus viejos hábitos de evitar los colegios electorales. Es el efecto del encadenamiento de las legislativas en la resaca de unas presidenciales especialmente intensas.

La izquierda, especialmente el PS, clama ahora contra una regla que impuso el primer ministro Lionel Jospin antes de las presidenciales de 2002, y pide una movilización en clave negativa para impedir el "dominio total" de la derecha.

Pero desde el partido gubernamental no se da ni un escaño por perdido, ni se considera que esta hegemonía casi absoluta suponga ningún peligro para el funcionamiento democrático. Algunos de sus pesos pesados, como Patrick Devedjian, asesor personal de Sarkozy, aseguraba ayer que el número de diputados no tiene importancia porque "la Asamblea Nacional sirve para apoyar a un Gobierno". Sarkozy prometió en su campaña que si era elegido, la presidencia de la comisión de presupuestos estaría en manos de la oposición. El problema es que la agenda de la Cámara la dicta el Gobierno.

Sarkozy fue el gran ausente de la jornada electoral del domingo. Se limitó a dejarse ver en su colegio electoral de Neuilly junto a su esposa Cecilia y una de sus hijas. Asumió su condición de monarca republicano, como si dejara a sus tropas el trabajo sobre el terreno. Tampoco ayer hizo ni un solo comentario sobre los resultados.

Pero nada más lejos de la realidad. "Yo gobierno", dice una y otra vez. A diferencia de sus predecesores en la V República, el actual inquilino del palacio del Elíseo es también el jefe del Ejecutivo, muy lejos de la figura arbitral implicada sólo en los grandes temas, como las relaciones internacionales, imaginada por el general De Gaulle en 1958 cuando, en plena guerra de Argelia, diseñó el modelo constitucional.

Nicolas Sarkozy, ayer con el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade.
Nicolas Sarkozy, ayer con el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade.AP
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