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Bush pide la rápida independencia de Kosovo

El presidente de EE UU asegura que el tiempo se ha terminado y que la ONU debe actuar

Enric González

George W. Bush movió ayer pieza en la partida de ajedrez que disputa con Vladímir Putin sobre el tablero europeo. En vísperas de su visita a Albania, el presidente de EE UU dijo que el Consejo de Seguridad de la ONU debía aprobar "ya" el plan para la independencia de Kosovo, al que Rusia se opone tajantemente. Bush pasó la jornada en Roma, donde miles de personas se manifestaron de forma pacífica contra su presencia y su política. Al anochecer, grupos de violentos protagonizaron incidentes en el centro de la ciudad.

Bush y sus anfitriones italianos escenificaron una relación cordial, con abundantes abrazos y apretones de manos. Quedaron fuera de agenda los temas bilaterales más conflictivos, como el juicio en Roma al soldado estadounidense que mató en Bagdad a un alto oficial del espionaje italiano, Nicola Calipari, o el juicio en Milán a 23 miembros de la CIA por el secuestro de un ciudadano egipcio, Abu Omar. El Gobierno de Prodi, como el de Berlusconi, se ha negado a pedir la extradición del soldado y de los agentes de la CIA.

Bush visitó al presidente de la república, Giorgio Napolitano, antes de acudir al Vaticano para entrevistarse con Benedicto XVI. El Papa le expresó su preocupación por la situación iraquí y por el acoso a la minoría cristiana en el país. Según el portavoz, Federico Lombardi, Ratzinger comentó que la ocupación de Irak podía suscitar entre la población "una animadversión duradera" contra los cristianos. Bush prescindió del protocolo: saludó al Papa como "señor" y le estrechó la mano sin ademán de besar el anillo.

En el programa inicial de George W. Bush figuraba un paseo por el Trastévere (del que le había hablado maravillas su hija Barbara) y una visita a la Comunidad de San Egidio, llamada la ONU de los pobres, cuya sede se encuentra en el corazón del barrio. Pero la policía italiana, que tuvo que desplegar más de 10.000 agentes para garantizar la seguridad, recomendó que se prescindiera del viejo barrio al otro lado del río. Las calles eran demasiado estrechas para las limusinas presidenciales y los numerosos recovecos impedían controlar la situación. Bush aceptó la recomendación y encontró a los delegados de San Egidio en las dependencias de la Embajada de EE UU.

Tras un almuerzo de pescado con el presidente del Gobierno italiano, Bush y Romano Prodi ofrecieron una conferencia de prensa. El presidente expresó las esperadas felicitaciones a Italia por su empeño en Afganistán (no pidió el envío de más soldados, a diferencia de sus generales) y Líbano, y subrayó que el Gobierno de Prodi había retirado sus tropas de Irak "como un aliado, de acuerdo con nosotros". Prodi elogió las tímidas propuestas ambientales de Bush en la reunión del G-8 y aseguró que no existía "ningún problema serio" entre Roma y Washington.

Bush aprovechó la conferencia de prensa para decir que había llegado el momento de que Kosovo, provincia de población mayoritariamente albanesa, se separara de Serbia. Hoy tiene previsto viajar a Albania, lo que explica el momento de la declaración. El presidente de EE UU lamentó que el plan de independencia elaborado por el enviado especial de la ONU, el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari, hubiera sufrido "una serie de retrasos". "Se dijo que hacía falta más tiempo para trabajar en una resolución del Consejo de Seguridad, pero, en nuestra opinión, el tiempo se ha terminado. Ya es hora de que el Consejo de Seguridad apruebe el plan", dijo. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, se opone a la independencia y exige que los dirigentes serbios y kosovares sigan negociando.

Bush concluyó su agenda romana con un café en compañía de su "gran amigo" Silvio Berlusconi. Con el presidente ya de regreso a su residencia en la Embajada de EE UU, blindada por varias barreras policiales, comenzaron las protestas. La izquierda vinculada al Gobierno, que dijo manifestarse contra Bush pero a favor de Prodi, se congregó en la plaza del Popolo. La izquierda más radical, contra Bush y contra Prodi, desfiló desde la plaza de la República hasta la céntrica plaza Navona. Ninguna de las dos convocatorias congregó grandes multitudes. Los organizadores de la manifestación radical, a la que se sumaron grupos antiglobalización y pequeños grupos del Black Block, dijeron haber reunido unas 150.000 personas. Estimaciones policiales más cercanas a la realidad hablaron de 12.000.

Cuando la marcha se disolvía ya en plaza Navona, varios centenares de manifestantes se pusieron cascos y se cubrieron el rostro para cargar contra la policía. Los enfrentamientos con los antidisturbios, que utilizaron gases lacrimógenos, se extendieron a la plaza de Campo dei Fiori y varias calles aledañas, causando daños en comercios y en el mobiliario urbano.

George W. Bush estrecha la mano del papa Benedicto XVI al comienzo de su encuentro ayer en el Vaticano.
George W. Bush estrecha la mano del papa Benedicto XVI al comienzo de su encuentro ayer en el Vaticano.REUTERS

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