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Reportaje:

En Guantánamo desde los 15 años

EE UU retira los cargos contra un preso que era menor cuando fue encarcelado

Yolanda Monge

Para los abogados militares que ayer le juzgaban en Guantánamo, Omar Khadr es un soldado de Al Qaeda, un espía y un asesino que es culpable de haber acabado con la vida del sargento Christopher Speer en Afganistán en 2002. Hasta aquí, un caso más de un preso encerrado al margen de la ley en la base naval militar que Estados Unidos ocupa en Cuba. Pero sobre Omar Khadr, ciudadano canadiense, se aportan más datos. El preso número 766 tiene una edad cercana o superior a los 20 años. Lo que significa que no tenía más de 15 cuando cometió los delitos de los que se le acusa. El preso 766 era un menor.

La edad de Khadr es clave en el simulacro de justicia que ayer se volvió a vivir en Guantánamo. Aunque según pasaron los minutos no sería la única pieza fundamental. Para muchos expertos legales se trataba del primer soldado juvenil que iba a enfrentarse a cargos de crímenes de guerra. Los abogados de la defensa habían argumentado durante meses que los acusadores estaban violando la justicia internacional al presentar cargos que ocurrieron cuando Khadr contaba 15 años o menos. Para estos abogados, estos jóvenes deberían ser tratados como víctimas de guerra en lugar de como criminales. Todo quedaría en nada.

Khadr, canadiense, fue capturado en Afganistán en 2002 y está acusado de matar a un sargento

Khadr compareció ante el juez militar esposado de pies y manos, con una barba que se ha dejado crecer a lo largo de los más de cinco años que lleva sustraído del mundo y se negó a ponerse de pie cuando se inició la vista como muestra de su desprecio hacia el tribunal. Peter Brownbeck, coronel, representando el papel de juez, comentó algo en voz baja con los dos nuevos abogados de Khadr -el acusado despidió hace una semana a sus representantes legales norteamericanos y eligió a dos canadienses, que tienen las manos atadas ya que Guantánamo no les reconoce jurisdicción. Y a continuación declaró algo que sorprendió a todos los presentes: "Los cargos quedan retirados".

¿La razón? El joven Khadr fue clasificado como "combatiente enemigo" en 2004, mucho antes de que entrase en vigor la ley que rige Guantánamo. Si en noviembre de 2004 el presidente George Bush se veía obligado a suspender los llamados "juicios militares" en la base después de la polvareda levantada tras una sentencia del Tribunal Supremo que obligaba a corregir la Ley Antiterrorista, dos años más tarde, en noviembre de 2006, las dos cámaras del Congreso aprobaban la Ley de Comisiones Militares, ley que autoriza al Gobierno a "establecer el uso de comisiones militares para juzgar a combatientes enemigos ilegales comprometidos en actividades hostiles a EE UU". En esas tres palabras ha estado la absolución de Khadr: "combatiente enemigo ilegal" frente a "combatiente enemigo". A veces se hila muy fino en el gulag de Guantánamo.

El coronel Brownbeck dijo que, ajustándose al derecho, no tenía más remedio que retirar los cargos. Y exactamente 26 minutos después de iniciada la sesión, el juicio quedó suspendido para siempre. Pero la retirada de los cargos no implica que el preso 766 vaya a ser liberado. Llevará su tiempo. Así de oscuro es Guantánamo. Tan sólo tres reclusos acusados de pertenecer a Al Qaeda o el régimen talibán han sido acusados bajo la ley de 2006. Se cree que Khadr es el único recluso que era menor en el momento de ser encerrado que sigue en la isla. Sólo otros dos menores, uno de tan sólo 12 años, pasaron por el centro de detención. Hoy no queda ninguno.

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Los representantes del Ejército estadounidense insistían ayer en que la imagen de un Khadr inocente no se corresponde con la realidad. "Ustedes verán, cuando entremos en el juzgado, la cara sonriente de Omar Khadr, mientras cuenta cómo construía bombas para matar a americanos", dijo el fiscal encargado de las acusaciones de Guantánamo, el coronel Morris Davis.

Omar Khadr, en una imagen sin fecha facilitada por su familia.
Omar Khadr, en una imagen sin fecha facilitada por su familia.AP

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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