La lucha
En la fauna curiosa de la antigua Edad de Oro, y el griego Crates, había una clase de peces que se bañaban en grasa y saltaban voluntarios para ser cocinados en las brasas. He oído estos días, a propósito del episodio electoral, que muchos votantes han jaleado a los corruptos. En el actual periodismo español, o eres apocalíptico o eres tonto. La verdad es que ha habido otros muchos lugares donde ilustrísimos pillos han perdido el poder. Pero no quería hoy hablar de resultados, sino de metáforas. La mayor mutación de fondo se ha producido en Galicia, donde los conservadores ya sólo controlan pequeños ayuntamientos que representan el 25% de la población. Hay quien atribuye esta caída a un cambio de costumbre de los peces. No se presentaron voluntarios en la parrilla como aquellos de Crates. Una de las grandes metáforas tuvo por escenario el municipio coruñés de Teo, donde se libró una insólita batalla que dejará huella en la historia de la democracia. Desde la Edad de Piedra, Teo estaba gobernada por Armando Blanco. El alcalde había labrado su fama y primera fortuna en una casa de comidas especializada en tortillas. Las tortillas de Cacheiras alcanzaron justa fama, doy fe. El secreto, según Armando, estaba en los huevos. Fuera por éste o por otros méritos secretos, Armando Blanco sorprendió a la comunidad universitaria mundial cuando, en el 2004, fue investido doctor honoris causa por la Interamerican University, con sede en Nueva York. Paradójicamente, Blanco acaba de perder la casi vitalicia alcaldía por desconfiar de la cultura. En plena campaña electoral, la oposición decidió "soltar" mil libros por el municipio. Sembrar Teo de literatura. Blanco se inquietó ante la masiva presencia de aquellos seres paralelepípedos en un entorno ovíparo. Reaccionó a su vez con una suelta masiva de pulpos, Octupus involuntarios y condimentados. En su sueño de Macbeth cocinero, imaginó a los libros en espantada ante la irresistible carga del poderoso Regimiento de Gastronomía. Pero la gente no abandonó los libros a su suerte. Había pasado la época de la voluntad comestible. Ahí se hundió Armando Blanco. En el plano estratégico. A todo el mundo le llega su Waterpolo, como él mismo diría pensando en Napoleón y Waterloo. Los finisterres han dejado de ser conservadores. Habrá que reeditar La cocina cristiana de Occidente.
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