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Reportaje:Elecciones 27M

El cemento releva al 'Prestige'

El urbanismo descontrolado amenaza la Costa da Morte y dispara los precios de las viviendas en una zona económicamente castigada

Si se le pregunta a un andaluz, un catalán o un madrileño por algún titular llamativo de las elecciones municipales de 2003, sin duda citaría el avance del PP en la Costa da Morte, una de las más castigadas por la catástrofe del Prestige, ocurrida seis meses antes. Aquellos resultados chocaron con la imagen de semanas previas de contestación social sin precedente contra la gestión de la crisis de los gobiernos de Aznar y de Fraga. Hoy el fuel ha dejado paso al cemento, que centra con una inusitada virulencia la disputa de las elecciones del domingo.

A favor o en contra de la moratoria de la Xunta para construir en el litoral, todas las opciones políticas coinciden en que quizás llegue tarde para este rincón de la península. Los carteles de los candidatos a estos comicios compiten en el paisaje de la Costa da Morte con anuncios de venta o alquileres de apartamentos y el perfil de innumerables grúas.

El urbanismo está "en boca de todos", confirman políticos locales de todas las ideologías. Y no sólo porque destroza el paisaje y los recursos naturales de una comarca muy subsidiada que, sin industria, aún vive esencialmente del mar y la pesca. O porque arruina las perspectivas de organizar un sector turístico que constituiría una alternativa económica. El urbanismo preocupa, en esta campaña, esencialmente porque, como en todo, toca al bolsillo de cada uno.

Desaparecieron las sustanciosas ayudas por el Prestige y las contrataciones masivas en las cuadrillas de limpieza del chapapote que, para el PSOE, fueron el principal aporte de votos al PP en 2003. Marineros y mariscadoras llegaban a ganar más que faenando, reconoció el alcalde de Muxía, Antonio Blanco (PP). Cuatro años después, el bum urbanístico disparó los precios del mercado inmobiliario y los pisos de tanta nueva construcción ya no están al alcance del poder adquisitivo de la mayoría de los habitantes de la Costa da Morte.

Los jóvenes, ya penalizados por la escasez de empleo, son los más perjudicados. Comprar una vivienda en su pueblo resulta inviable. "Para la gente de aquí, pagar 30 o 35 millones de las antiguas pesetas por un piso es una barbaridad. Los compran los de Madrid o Bilbao, no los de aquí", corrobora Rafael Suárez Lema, un abogado treintañero que se estrena en la política como cartel electoral del PP en Ares, una de las pocas localidades de la comarca en las que los socialistas lograron hace cuatro años una cómoda mayoría absoluta.

En esta villa de paradisiacas playas, el "urbanismo desenfrenado", denuncia Suárez, también está en primera línea del rifi-rafe electoral, después de que la Xunta informase en contra del proyecto municipal de ordenación por planificar excesiva construcción. La presión urbanística es consecuencia directa de la marea negra del Prestige, cuya repercusión mediática desveló una costa tan bella como sin explotar. Un diamante en bruto que avivó todas las codicias.

Al amparo del desierto de regulación y normas urbanísticas que caracteriza todos los municipios de la zona, se desató la construcción desenfrenada de urbanizaciones residenciales pese a que no cesó de caer la población. En un año, la comarca perdió mil habitantes pero su costa se vistió de hileras de edificios vendidos fuera de Galicia que sólo se ocupan dos meses al año. "Y todas requieren servicios" que merman los ya exiguos presupuestos municipales e impiden dedicar el dinero a generar riqueza en los pueblos, alerta el presidente de los profesionales del turismo en A Costa da Morte, Manuel Pan.

El triángulo que conforman Fisterra, Cee y Muxía, y que en 2003 Mariano Rajoy, entonces vicepresidente del Gobierno al mando de la gestión del Prestige, convirtió en "símbolo" electoral tras lograr sus tres alcaldes del PP mayorías absolutas, encabeza hoy en Galicia los índices de la construcción.

El 444% de Fisterra

En Fisterra la edificación ha aumentado un 444% en los dos últimos años. Más al norte, en Malpica (PSOE), también se multiplica. Tres urbanizaciones en esta localidad y unas 400 viviendas a pie de playa en la carretera de entrada a Fisterra, gobernada por el PP, están en los tribunales. En Cee, la fiebre por construir en un relleno abrió otra polémica, a golpe de riadas. Los negocios inmobiliarios del hijo del alcalde de Cee y un sobrino del de Muxía, ambos asociados a uno de los constructores más dinámicos de la comarca, alimentan la controversia.

Ningún partido escapa a las denuncias. En Corcubión, la playa de Quenxe ilustra desde hace años la destrucción de la costa. Apeado en 2003 de la alcaldía tras 24 años, Rafael Mouzo, del BNG, hoy de nuevo candidato, aprovechó sus últimos días en el cargo para dar licencia para construir una nueva urbanización. La paralizó su sucesor.

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