Rumania como problema
Rumania se está convirtiendo en un quebradero de cabeza para la Unión Europea. La ONG Transparencia Internacional lo tacha como el país más corrupto de la UE, y Bucarest se arriesga a que los demás Estados miembros voten en los próximos meses una suspensión de sus derechos en la Unión justamente por no haber progresado suficientemente en la lucha contra los sobornos.
El país se ha vuelto ingobernable. Pareció durante unos meses que el tándem surgido de las elecciones de 2004 y formado por Traian Basescu (presidente) y Calin Tariceanu (primer ministro) iba a funcionar. De partidos distintos, demócrata el uno, liberal el otro, lograron unir sus fuerzas para la recta final que llevó a Rumania al codiciado ingreso en el club comunitario el pasado 1 de enero. Era todo un ejemplo de gran coalición ante un gran reto.
Pero la colaboración pronto se rompió. Tanto que el primer ministro logró convencer al Parlamento de suspender al presidente de sus funciones durante un mes y someter su destitución a un referéndum. El tiro le ha salido por la culata al primer ministro. Basescu ha sido ratificado por 74% de los votos en el plebiscito celebrado el sábado, aunque con una participación más baja de lo esperado (44%).
La lógica democrática debería llevar al primer ministro a dimitir y a que se convocaran nuevas elecciones legislativas. Pero Tariceaunu, que ya sólo cuenta con un 20% de apoyo parlamentario, como el presidente Basescu, se resiste.
Es una descarnada lucha por el poder. Basescu es un reformista que perdió la mayoría en el Parlamento y asegura que la oposición quiere socavar su lucha contra la corrupción. Ése es hoy el gran mal de un país que en tales condiciones no tenía que haber entrado en la Unión Europea.
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