La cueva más guapina

Muy pronto se dirá "la prehistoria está en los libros y en Teverga", haciendo alusión al Parque de la Prehistoria de San Salvador de Alesga, ubicado en el concejo de Teverga. En lo que parece una hondonada más de los verdes prados asturianos se ocultan tres edificios con fachada curva de acero, proyectados por al firma Dani Freixes&Varis Arquitectes, cubiertos de vegetación, que proponen un viaje en el tiempo de la mano del arte paleolítico. En el interior hay para todos los gustos: desde objetos rituales y útiles tallados por el hombre primitivo hasta una cámara con sonidos prehistóricos.

De sensaciones está bien servido el recinto, que reproduce con la misma temperatura, humedad y silencio grutas impactantes: las asturianas Tito Bustillo (Ribadesella) y La Peña (Candamo), y la francesa Niaux. Es la llamada cueva de cuevas, que propone descubrir en la penumbra la magia de sus dibujos. El proyecto escenográfico del parque corresponde a la firma Macua&García-Ramos.

A escasos kilómetros del lugar, Teverga ofrece otros atractivos, como auténticas pinturas rupestres en los abrigos de Fresnedo, donde se contabilizan 50 figuras de la edad del bronce; y una de las mayores cavidades, la cueva Huerta, con 14 kilómetros de galerías recorridas por el cauce subterráneo del río Valdesampedro. Según las leyendas, sus estalactitas son las lágrimas derramadas por una princesa encantada que se enamoró de un rey moro.

Aunque por tener, Teverga cuenta hasta con momias, nada menos que dos. En la localidad de La Plaza, dentro de la colegiata de San Pedro, de estilo románico primitivo, descansan los cadáveres momificados del marqués de Valdecarzana y su hijo, que fue abad de este templo.

Tierra de osos y vaqueiros

Superado el puerto de San Lorenzo y el trazado de la antigua calzada romana del Camín Real de la Mesa, se entra en el parque natural de Somiedo. Cuentan los del lugar que antaño un caballero paró en seco su corcel al grito de "so, miedo", alarmado ante la encrucijada de valles y montañas salvajes que se abría a sus pies.

Tierra de osos, vaqueiros de alzada y cabanas de teito, que guardan ancestrales sistemas de vida, en Somiedo hay que conocer los lagos glaciares de Saliencia, recorrer las brañas de La Pornacal y de Mumián, llegarse a Villar de Vildas, o saborear una buena sobremesa, amenizada con las vivencias de antaño. Porque todo paisano que se precie tiene anécdotas que contar de encuentros con osos y lobos hambrientos.

Todas las rutas se pueden hacer por cuenta propia, con los mapas que ofrece la oficina del parque, en Pola de Somiedo. También desde esta localidad, la Fundación Oso Pardo organiza recorridos adaptados para familias y rutas estacionales, como la berrea o el otoño en el bosque cantábrico.

Otros osos y otras historias aguardan a los caminantes en la vecina Proaza, con cita para contemplar a las osas Paca y Tola degustar su festín de frutas, cada día a las doce de la mañana, desde que fueran encontradas huérfanas. Por aquí pasa la Senda del Oso, una vía verde para caminar o pedalear, que se interna en los valles de Trubia, Teverga y Quirós. Montañas y prados con más sorpresas por descubrir, como el embalse de Valdemurio, el tejo milenario de Bermiego, o el desfiladero de las Xanas, las hadas famosas por su hermosura. Por algo los habitantes de estos lugares sentencian, cuando un joven está enamorado, "quedose colgado de una xana", como quedará el viajero, que difícilmente olvidará estos parajes.