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Reportaje:

La gran coalición hace mella en el SPD

Los socialdemócratas achacan su crisis al 'trabajo sucio' en el Gobierno de Merkel

Una serie de acusaciones de deslealtad y de no respetar los acuerdos entre los democristianos (CDU / CSU) y socialdemócratas (SPD) pone en peligro la gran coalición que gobierna en Alemania desde noviembre de 2005. Tras sólo 17 meses de matrimonio de conveniencia, y cuando faltan casi dos años y medio para el final de la legislatura, se habla ya de fase glacial en las relaciones entre los socios de Gobierno. El presidente del SPD, el primer ministro de Renania-Palatinado, Kurt Beck, habló incluso de casus belli, caso de guerra, si la CDU /CSU insistía en reformar el impuesto de sucesiones. Estos días parecen haber llegado a un acuerdo en este punto, pero quedan pendientes varias fuentes de conflicto. Romper la coalición sería muy difícil. La aritmética electoral obligó en su día al matrimonio de conveniencia y un divorcio resulta casi imposible.

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Los sondeos de opinión sitúan al SPD en la lona demos-cópica y sus dirigentes reaccionan con nerviosismo. "No puede ser que unos trabajen en la sala de máquinas, mientras otros toman el sol en cubierta", tronaba el secretario general del partido, Hubertus Heil. Consideran los socialdemócratas que en el reparto de tareas en el Gobierno les ha tocado hacer el trabajo sucio. Mientras la canciller, Angela Merkel (CDU), viaja a Washington a negociar con el presidente, George W. Bush, en nombre de la Unión Europea, los dirigentes del SPD participan en los rituales del Primero de Mayo en un intento de restablecer las buenas relaciones con los sindicatos. Un detalle ocurrido ese día pone de manifiesto la inquietud del SPD. Las cifras de paro las anuncia en Alemania la Agencia Federal de Trabajo, que un día antes de su publicación las envía al Gobierno. En contra de todos los usos habituales, el vicecanciller y ministro de Trabajo, Franz Müntefering (SPD), se adelantó a hacer público que los parados habían bajado en abril de los cuatro millones, por primera vez desde 2001. Müntefering trató de sumar algunos puntos y apuntarse como propio y para el SPD el buen resultado. Un intento de tomar el sol en cubierta y salir de la sala de máquinas. Al menos por unas horas.

Encuestas feroces

Las encuestas son feroces con el SPD, al que dan un 26% de intención de voto, frente a un 37% de la CDU / CSU. La gestión del presidente del SPD, Beck, y posible candidato presidencial, se encuentra en tela de juicio en el propio partido. En una elección directa para canciller, que en Alemania no existe, Beck sólo tendría un 34% de los votos de simpatizantes del SPD, y un 38% votaría por Merkel. Ni los pitonisos más veteranos de la demoscopia alemana recuerdan un precedente semejante. Sólo un 46% del SPD declara estar detrás de su presidente.

Las bases del SPD, los sectores de izquierda y los sindicatos están indignados con la política del partido en la gran coalición. Se eleva a 67 años la edad de jubilación, la reforma fiscal va a meter a las empresas 20.000 millones de euros en el bolsillo, mientras los jubilados han recibido después de tres años de congelación de las pensiones una subida de unos seis euros son sapos difíciles de tragar. Esto explica la reacción de Beck y que, ante las insinuaciones de la democracia cristiana de rebajar o suprimir el impuesto de sucesiones, haya sacado a relucir que esto sería el caso de guerra y acabaría con la coalición. Beck y el SPD han puesto en marcha una estrategia para recuperar la imagen de partido preocupado por defender a los más débiles en la sociedad.

Casi cada día los dirigentes del SPD sacan un conejo de la chistera que, de inmediato, provoca una respuesta de los democristianos, que tampoco se quedan atrás en las provocaciones. La ministra de Familia, Ursula von der Leyen (CDU), ha sacado a relucir un plan para crear 750.000 plazas en jardines de infancia para niños menores de tres años, a fin de que las madres de familia alemanas puedan trabajar. El proyecto, de enorme popularidad presenta el pequeño problema de que no se sabe cómo se financiará. La CDU / CSU echa la culpa al ministro de Hacienda, Peer Steinbrück (SPD). El ministro de Economía, el socialcristiano bávaro Michael Glos, por su cuenta y riesgo se lanza a proponer una rebaja del impuesto sobre la renta dado que la coyuntura económica marcha viento en popa y los ingresos fiscales fluyen de forma inusitada. El SPD reaccionó en masa contra lo que consideró una maniobra electoral. La canciller Merkel tuvo que intervenir para llamar al orden a su correligionario.

La gran coalición está también pendiente de la financiación del seguro de dependencia y el debate del salario mínimo legal, que no existe en Alemania y el SPD lo quiere introducir, pero la CDU / CSU lo rechaza. En cuestiones de seguridad interior, el SPD se opone a los planes de dureza del ministro del Interior, Wolfgang Schäuble (CDU).

Angela Merkel y su vicecanciller socialdemócrata, Franz Müntefering, en una sesión del Parlamento en 2005.
Angela Merkel y su vicecanciller socialdemócrata, Franz Müntefering, en una sesión del Parlamento en 2005.AP

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