Héroes de instituto

Los héroes de la educación que, a base de esfuerzo e imaginación pedagógica, consiguen sacar a los chavales del peligro de las malas calles para introducirlos en el lindero de la formación colegial configuran casi un subgénero en la historia del cine. Un subgénero que en los últimos tiempos ha degenerado en más bien lamentables aportaciones deportivas (Coach Carter) e incluso musicales (Déjate llevar), al parecer basadas en hechos tan reales como azucarados para su impresión posterior en la pantalla. Algo que también le ocurre a Diarios de la calle, vehículo al servicio de la doble ganadora del Oscar Hilary Swank, en el que la impronta del director Richard LaGravanese acaba notándose para bien. LaGravanese, que a pesar de llevar casi una década en el limbo creativo no es ningún don nadie (escribió los libretos de El rey pescador y Los puentes de Madison), sabe huir en el último segundo del ridículo que siempre acecha a las inevitables tentaciones lacrimógenas de este tipo de productos.