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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio climático: aún estamos a tiempo

El cuarto informe de evaluación de los expertos de Naciones Unidas sobre cambio climático, que se está preparando este año por partes, parece seguir un guión destinado a mantener la atención del público: la primera parte nos demostró con datos científicos que el cambio climático no es ya sólo una hipótesis, sino una realidad; la segunda presentó el panorama de sus gravísimos efectos sobre el planeta. Cuando parecía acechar la conclusión catastrofista, la tercera parte, aprobada el viernes pasado en Bangkok, da un respiro al afirmar que hay posibilidades de frenar el deterioro, y a un coste asumible, si se aprovechan los recursos económicos y tecnológicos disponibles o previsibles.

Incluso en el más ambicioso de los varios escenarios de reducción de emisiones planteados, el coste en términos de reducción del PIB mundial de aquí al año 2030 no superaría el 0,12% anual. En escenarios más permisivos, el coste sería muy inferior o tendría incluso un efecto positivo en la economía, según algunos estudios, pero la temperatura media del planeta subiría por encima del umbral que los científicos consideran frontera de peligro. Esto no significa que las soluciones sean fáciles; exigen medidas en diferentes sectores, desde la energía y el transporte hasta la agricultura y los residuos, y teniendo en cuenta las características y planes de cada país. Pero los expertos dicen que es posible y, sobre todo, es necesario actuar cuanto antes, pues cualquier coste de hacerlo es sin duda inferior al de no hacerlo.

Una peculiaridad esencial de estos informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) es que, si bien los estudios los realizan los científicos y expertos, los resúmenes para los políticos son aprobados por los representantes de los países. Esto significa que las conclusiones reciben el visto bueno de más de cien gobiernos, y no son ya meras aportaciones susceptibles de críticas o rechazos, sino informes que ellos mismos asumen como propios.

Entre los países que han puesto su firma en los informes están todos los de la Unión Europea, pero también Estados Unidos y potencias emergentes como China, India o Brasil. Con ellas se cuenta en el escenario internacional para que asuman compromisos serios de aplicar criterios de desarrollo que no repitan la pauta seguida en el primer mundo: el paralelismo entre crecimiento económico y despilfarro energético, con efectos como el aumento vertiginoso de las emisiones de gases de efecto invernadero. Porque ahora no sólo sabemos el precio de ese modelo, sino también que hay remedios no utópicos.

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