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Reportaje:

El ministro y el escote de la violinista

El jefe de la diplomacia iraní abandonó la cena de gala por el vestido de una intérprete

Ángeles Espinosa

El anfitrión egipcio lo había preparado todo para que Rice y Mottaki al menos tuvieran que cruzarse las miradas durante la cena. La mesa de gala, instalada en el jardín de un hotel de Sharm el Sheij, les colocaba uno frente a otro. Pero al descender la escalinata, el ministro iraní de Exteriores no se fijó en la magnífica vista del mar Rojo, sino en la violinista vestida de rojo que animaba la velada. O, más exactamente, en su escote.

Mottaki abandonó el lugar casi al mismo tiempo en que llegaba Rice, dando lugar a todo tipo de especulaciones. "No estoy seguro de qué mujer le asustó, si de la del vestido rojo o la secretaria de Estado", bromeaba al día siguiente el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack.

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"Rice no tuvo nada que ver, pero después de la que se ha armado en Irán porque el Día del Maestro el presidente Ahmadineyad besó la mano de la mujer que le dio clase cuando era niño, Mottaki quiso evitar que alguien explotara el incidente", explicó un periodista iraní que viaja con la delegación oficial. [El beso de Ahmadineyad en la mano enguantada de la anciana le acarreó al presidente iraní acusaciones de "inmoral", "indecente" y de actuar "contra la ley islámica", lanzadas desde la prensa conservadora].

Así que fue la mujer de rojo. El ministro confirmó ese extremo sin entrar en detalles. "Había algo que chocaba con los estándares islámicos, me disculpé al ministro Abdulgheit y me fui", declaró en referencia al titular de Exteriores egipcio y anfitrión de la cena. Mottaki había dicho de antemano que durante los dos días de la conferencia asistió a todas las recepciones y comidas organizadas. "Todos los ministros estaban en ellas, incluso la que ustedes tienen en mente", precisó. Pero hasta en los "estándares islámicos" hubo diferencias entre los participantes en la conferencia. El resto de los ministros de países vecinos de Irak, todos musulmanes, no pusieron pegas a la violinista. El jefe de la diplomacia iraquí, Hoshyar Zebari, incluso habló con ella para pedirle que tocara una melodía iraquí. "Y lo hizo. Fue encantadora", admitió.

Varios asistentes a la cena consideraron exagerado el gesto. El sitio asignado a Mottaki le situaba de espaldas a la violinista. "Yo ni siquiera me enteré de que era una mujer porque entré por un lateral", comentó un ministro al que le correspondió en el mismo lado de la mesa. "No era un escote acusado. Se trataba de un vestido de noche muy elegante", señaló una de las pocas mujeres presentes.

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"No podemos decirles a los músicos cómo tienen que vestirse", explicaba un diplomático egipcio. Incluso el tema del alcohol, otro asunto delicado para los musulmanes estrictos, fue tratado con extrema delicadeza. El pequeño bar estaba colocado detrás de un seto.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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