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El Prado alcanza con Tintoretto y Moneo la cifra récord de 24.000 visitantes

Francesco Manetto

El puente de mayo habrá sido cómplice. Pero Tintoretto -con 15.000 visitantes ayer- sigue despertando pasiones. También la ampliación del Museo del Prado que acogió a casi 9.000 visitantes, 4.000 más que el sábado. En total, más de 24.000 personas -una cifra "histórica", según fuentes del museo- guardaron pacientemente largas colas.

"Una hora"; "más de una hora"; "menos mal que no llueve"; "qué bien, avanzamos unos pasos", fueron comentarios muy escuchados en una fila que serpenteaba hasta la puerta trasera del Hotel Ritz, en la calle de Felipe IV. Alrededor de las dos de la tarde, centenares de personas, sobre todo turistas, aguardaban tranquilamente para llegar a la puerta de Goya, el acceso principal al Museo. "He tenido suerte. Llevo sólo media hora esperando. Todo, gracias a un amigo que me ha cedido su sitio en la cola", comentaba Oreste, argentino, deseoso de visitar la muestra de Tintoretto antes de que cierre, el próximo 13 de mayo.

"A ver si dentro de 20 minutos conseguimos llegar a la puerta", auguraban los estudiantes mexicanos Carlos Bretón y Carlos Molina. Algunos recién llegados pedían información a los guardias de seguridad, que intentaban organizar la cola. Y es que ni siquiera los más madrugadores se ahorraron la espera. Muchísimos amantes del arte se despertaron muy pronto. "Han empezado a llegar incluso antes de abrir. Ya desde las 8.30 de la mañana esperaban centenares de personas", aseguraba una empleada del museo.

Clases de lujo

Más llevadera fue, en cambio, la espera para visitar el nuevo edificio diseñado por el arquitecto Rafael Moneo. La fila llegaba hasta la puerta de Goya, pero el acceso era mucho más rápido. "No llevamos ni siquiera 20 minutos en la cola", explicaban dos señoras a punto de entrar. Los visitantes, que en su mayoría procedía de Madrid, supieron aprovechar las explicaciones de lujo que les brindaron 24 jóvenes voluntarios del último curso de arquitectura o precolegiados de la Fundación del Colegio de Arquitectos de Madrid.

Unas cuantas personas escuchaban en silencio un comentario sobre el techo "a espina de pez" de la Sala de las Musas. "Esta estructura ofrece una sensación mucho más estable y serena", precisaba una guía. Otro voluntario, César Caparrós, apuntaba: "Moneo nos dio una clase y nos enseñó el edificio... Es muy interesante el acceso peatonal por los Jerónimos. La ampliación añade valor a la parte trasera del museo".

"¡A nosotras nos parece todo divino!", decían con énfasis dos señoras del madrileño barrio de Pueblo Nuevo. "No sabemos mucho de arte, pero lo importante es lo que transmite", contaban Pilar del Río y Jovina García. También hubo quien ayer repitió la visita a la ampliación. Es el caso de Aurelio Rodríguez: "El sábado vine para una primera toma de contacto, pero hoy lo quiero ver todo con más calma".

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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