Variaciones históricas
Un traductor que ha escrito poesía se pone a montar una novela y le sale Waltenberg: un libro bien escrito, documentado con la meticulosidad de un traductor, y a la vez ligero, que no desdeña el humor y la peripecia. Es una "falsa" primera novela, como lo fue la también ambiciosa La verdad sobre el caso Savolta. Al modo de Eduardo Mendoza, usando con pericia diversas técnicas narrativas, Hédi Kaddour traza un fresco histórico con una constelación de personajes casi de carne y hueso. Tenemos los dos amigos que se encuentran en los primeros compases de la gran guerra, Hans y Max; tenemos una cantante americana luego convertida en espía; tenemos el también espía Lilstein, un embajador francés en Saigón, y de relleno una serie de personajes históricos, como Malraux, Herni Fournier y, con nombres diferentes, Gide y Keynes.
WALTENBERG
Hédi Kaddour
Traducción de Gregorio Cantera
Edhasa. Barcelona, 2007
892 páginas. 39 euros
Los escenarios son variados (norte de Francia, Budapest, Alemania del Este, Moscú y los viajes "descoloniales" de Malraux en el apogeo del gaulismo) pero el lugar central, el Waldhaus de Waltenberg, remedo de Davos, donde en 1929 se vuelven a encontrar el escritor alemán comunista Hans Kappler y el periodista francés Max Goffard, actúa como la metáfora de la historia europea. Waltenberg es el lugar de las "coincidencias", una especie de Aleph literario-histórico donde todos los diálogos son posibles y donde el devenir de la historia se diluye en el sabor de la Linzer Torte. Waltenberg y la Linzer Torte volverán una y otra vez como "temas" de las inspiradas variaciones. La presencia de la cultura alemana a través de Hans y de Lena, cantante de Shubert y de su Viaje de invierno, se contrapone al mundo francés de Max, que acaba predominando en la segunda parte a través del embajador De Vèze y la tesis que una estudiante elabora sobre la historia en 1991, cuando regresa el fantasma de la gran Alemania.
Más allá de los personajes,
las escenas, las jugosas confesiones sotto voce de los espías (Lilstein al frente, antiguo dirigente comunista alemán pasado por Auschwitz y Buchenwald), la sombra de la CIA y la estética fatal de las coincidencias, está el tono bien sostenido de la narración. Hédi Kaddour crea un discurso ligero y creíble, como si alguien nos estuviese contando todo eso a viva voz, cambiando las voces cuando es preciso, poniéndose melancólico, dogmático o irónico, volviendo una y otra vez sobre las mismas huellas y trazando nuevas sobre la nieve que rodea el Waldhaus. Esto es lo notable sobre la novela, por mucho que a veces la voz se entretenga demasiado en la labor de escucharse a sí misma. El mismo inicio, la carga de la caballería ligera de los dragones franceses sobre la flamante y gris maquinaria de guerra alemana en 1914 en Monfaubert, nos advierte de que el tiempo narrativo es esa voz amable pero tiránica, proustiana, que decide cuándo, cómo y por qué.
En resumen, Waltenberg es un libro legible e interesante aunque demasiado largo. Es cierto que el tono y la brillantez de la frase no desfallece casi nunca, pero tanto podría haber tenido doscientas páginas menos como cien más. Lo que lleva a concluir que la técnica narrativa ha estado por encima del "objeto" a contar, en definitiva, de lo que el autor tenía que decir, necesariamente.
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