Rice advierte a Moscú que no debe entrometerse en la defensa de los aliados
Un clima que recuerda al de la guerra fría domina la reunión de ministros de la OTAN en Oslo
Un clima de guerra fría se apoderó ayer de las relaciones entre la OTAN y Rusia después de que el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusara a la Alianza de estar buscando enemigos, de inventarse amenazas inexistentes, de incrementar su presencia en sus fronteras y de estar violando sus acuerdos de desarme con Moscú. En un momento del debate, la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, le replicó de manera airada que Rusia no debía entrometerse en la defensa de los aliados, que de eso ya se ocupaba Estados Unidos.
El secretario de la Alianza Atlántica muestra "preocupación, pesar y decepción"
La intervención de Vladímir Putin en Moscú hizo correr un escalofrío entre los ministros de Exteriores de la OTAN reunidos en Oslo, que esperaban anoche con expectación la llegada a la capital noruega de su colega ruso para atender sus explicaciones y hacerse una verdadera idea del significado de las palabras del presidente. Lo que escucharon superó con mucho lo esperado, un aluvión de reproches sin precedentes en torno al escudo antimisiles y a las fuerzas convencionales en Europa. "Nos preocupa mucho que la estructura militar de la OTAN no deja de acercarse a nuestras fronteras", manifestó Lavrov. "Nada se ha hecho por el control armamentista".
Aludía el ministro al Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (CFE), que los aliados se niegan a ratificar por estimar que Rusia ha incumplido un compromiso de 1999 en Estambul de retirarse de Moldavia y Georgia. Moscú niega que exista tal acuerdo. "La falta de un auténtico adversario está haciendo que la OTAN busque un enemigo", declaró Lavrov en conferencia de prensa antes de señalar que el interés estadounidense por establecerse de nuevo en Europa estaba injustificado. "No podemos ver ninguna amenaza que justifique la instalación de los interceptores y radares" que Washington ha pactado con Polonia y la República Checa. "Cambia radicalmente la situación estratégica con fuerzas americanas estacionadas en Europa".
Para Lavrov, es revelador de intenciones ocultas el hecho de que el sistema de radar cubre parte del noreste de Rusia y deja fuera el sureste de la Alianza (Rumania, Bulgaria, Grecia y Turquía). Ahí estalló Rice, que le replicó que no era función de Rusia preocuparse por la seguridad de los aliados, que de eso ya se encargaba Estados Unidos, como siempre había hecho. Antes el ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, indicó que, aunque era pronto para hablar de nueva guerra fría, "Rusia está intentando resolver sus diferencias mediante el enfrentamiento".
Las palabras de Putin dejaron en nada el planteamiento de Rice de que Rusia y la Alianza Atlántica no son la Unión Soviética ni la OTAN de la guerra fría. "Confío en que Rusia reconozca que el entorno es ahora distinto al que existía en los tiempos de la Unión Soviética", dijo Rice antes de oir a Lavrov. "No somos adversarios y nos enfrentamos a las mismas amenazas".
Sobre el tipo, calidad y urgencia de la amenaza contra la que quiere armarse Washington sobre suelo europeo discrepa Moscú. El Kremlin mantiene que la instalación de un sistema antimisiles aliado (interceptores en Polonia y un sistema de radar en la República Checa) en su misma frontera traiciona anteriores compromisos aliados de no llegar a esos extremos y que asesta un duro golpe al equilibrio estratégico en Europa.
"La idea de que 10 interceptores y unos cuantos radares suponen una amenaza para la disuasión estratégica soviética es absolutamente ridícula y todo el mundo lo sabe", indicó Rice en su primera reacción a la señales llegadas desde Moscú, con una referencia a la "disuasión soviética" que se le escapó como reflejo de sus muchos años de trabajo universitario y político sobre la extinta URSS. El secretario de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer, apoyado por todos los aliados, insistió en el vínculo entre la ratificación del CFE y la retirada rusa de Moldavia y Georgia, y manifestó "la preocupación, decepción y pesar" por lo que ayer había ocurrido. Con ánimo constructivo terminó su intervención ante los ministros.
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