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Reportaje:APUNTES

El ejemplo 'verde' de los universitarios

Un estudio constata el alto uso de transportes ecológicos entre alumnos y profesores, pero advierte de que va a menos

Las pautas de movilidad de la comunidad universitaria valenciana resultan objetivamente más sostenibles para el medio ambiente que las del conjunto de la sociedad, ya que un 47% de la población de la Universitat de València emplea el transporte público para desplazarse a su lugar de estudio o trabajo, frente al 12% del conjunto de la población valenciana.

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Ésta es sólo una de las conclusiones que se desprenden del estudio, todavía inédito, dentro del cual se ha realizado la Iª Encuesta de Hábitos de Movilidad en la Universitat de València, que ha llevado a cabo el Instituto de Desarrollo Local de la Universitat de València, y que próximamente se publicará en su colección Desarrollo Territorial.

El estudio encargado por el Servicio de Seguridad, Salud y Calidad Ambiental de la Universitat, pretende conocer cuáles son los hábitos y preferencias de movilidad de la población universitaria, para "alcanzar el modelo más sostenible, tanto ambiental, social como financieramente", según explica el director del estudio, el profesor de Geografía de la institución, y miembro del Instituto de Desarrollo Local, Juan Miguel Albertos.

No obstante, y pese a que las pautas de la comunidad universitaria son más sostenibles, la situación preocupa si se atiende a los deseos del alumnado. Y es que casi un 46% de los estudiantes usuarios de transporte público manifiesta querer abandonarlo en favor del vehículo propio. En cambio, tanto el profesorado como el personal de administración manifiestan, por el contrario, su deseo de cambiar al transporte público, si el servicio fuera de calidad.

Otro resultado curioso es que la población que se desplaza a través de modos no motorizados, a pie (21,4%) y en bicicleta (3,5%), es la que más conforme dice sentirse con su forma de desplazarse, con un grado de satisfacción del 62,3% y 73,3%, respectivamente.

La otra gran conclusión consiste en que el transporte público está perdiendo pasajeros universitarios desde 2002, tanto en las líneas de autobuses de la EMT, como en los tranvías, que sirven a los campus. Y todo en un contexto de crecimiento de número de líneas.

De acuerdo con el estudio, Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) ha perdido, entre 2002 y 2005, 444.000 viajeros, lo que representa un 10% del total, en las paradas situadas en los campus universitarios, una cifra que contrasta con el incremento general de pasajeros de FGV en el periodo (32%). Esta caída es atribuible casi en exclusiva a la reducción de usuarios del tranvía. En esos tres años, el número de pasajeros de las paradas del campus de Tarongers ha caído un 33% y en Burjassot, un 21%. El descenso de pasajeros en los campus universitarios es superior al experimentado por el tranvía en su conjunto, que ha perdido durante esos mismos tres años 1.200.000 viajeros, es decir, un 19%.

Según el estudio, el principal elemento que está convirtiendo al tranvía en un modo poco competitivo es la escasa frecuencia de paso, claramente insuficiente en horas punta, cuando es preciso absorber a los pasajeros que realizan transbordo desde las líneas de metro. Los problemas del tranvía estarían lastrando la capacidad global de Metrovalencia para atraer y mantener su clientela universitaria.

También Renfe-Cercanías se ve penalizada por la necesidad de realizar transbordos a otros modos para llegar a los campus, si bien el nuevo proyecto de túnel pasante que serviría a los campus de Blasco Ibáñez y Tarongers, modificaría radicalmente esta situación.

La EMT tampoco se salva de este éxodo de viajeros universitarios, que es también especialmente significativo a partir de 2002. Alarmante es la situación en Burjassot, donde la demanda universitaria ha descendido un 47% en tres años; en Tarongers el número de viajeros universitarios ha bajado en un 25% y en Blasco Ibáñez apenas un 8%.

Los más acusados descensos se dan en Burjassot, un campus que, por su carácter periférico, es poco accesible por medios no motorizados, al tiempo que es el peor servido por el transporte público. El carácter céntrico del campus de Blasco Ibáñez, le configura como el más accesible. En una situación intermedia se sitúan el campus de Tarongers y la Escuela Universitaria de Magisterio Ausiàs March.

El estudio aclara que, en ningún caso, la caída de la matricula universitaria, muy inferior al descenso observado en el uso del transporte público, explica esta reducción. El estudio esclarece que tampoco se están produciendo transvases significativos de pasajeros entre unos medios públicos de transporte y otros, puesto que las reducciones afectan a todos y son generalizadas. La única explicación plausible para este descenso de la demanda universitaria en el transporte público es que se está produciendo un éxodo importante de usuarios del transporte público al vehículo privado, lo que sitúa la movilidad universitaria en una dinámica de homogeneización con las pautas poco sostenibles del conjunto de la sociedad valenciana.

De acuerdo con este estudio, en el que se han hecho más de 4.000 encuestas, entrevistas a gestores de transportes, y diversos trabajos de campo, los usuarios universitarios se quejan sobre todo del precio del transporte público (71%) y de la frecuencia de paso (70%). Como excepción, los usuarios del campus de Burjassot, muy dependientes del tranvía, mejorarían antes la frecuencia del transporte público (78%) que su coste (71%).

Los ítems que más se valoran a la hora de elegir un medio de transporte son la rapidez y la comodidad, ambos con más de un 25%. La seguridad, con un 0,4% es trivial para el usuario. La encuesta se realizó antes del accidente de metro de la línea 1 de julio de 2006.

Los automóviles que se desplazan a los campus, con 1,32 pasajeros por vehículo, muestran un bajo nivel de ocupación. La mayoría de los que utilizan su vehículo lo hace solo. Además, en torno al 25% declara aparcar de forma irregular; un dato sobre los problemas de gestión y sostenibilidad asociados.

Otro dato interesante, cuando se debaten las posibilidades del teletrabajo, se refiere a que un 30% de las personas que se dirigen desde su domicilio a trabajar o a estudiar en la universidad invierte más de 40 minutos (en cada sentido).

Además, el estudio revela que se está produciendo un uso creciente de la bicicleta en el entorno de Blasco Ibáñez y Tarongers, donde en los últimos cinco años el aforo de bicicletas se ha duplicado o triplicado. La rapidez es la mayor ventaja que encuentran los usuarios de este colectivo y los inconvenientes, la inseguridad y la inexistencia de rutas de carril bici desde cualquier lugar de la ciudad a los campus.

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