Usted es una obra de arte
Struth saluda a los visitantes del nuevo Prado con fotografías del público de los museos
Un niño con uniforme de colegio no atiende a la explicación sobre las Meninas y capta al fotógrafo in fraganti, en pleno momento voyeurista. Clic y se convierte él mismo en fotografía. Cerca de esta escena, unas adolescentes hacen fotos a los cuadros del vetusto Ermitage con un móvil de última generación. Otra vez clic. Y así hasta 19 en la cámara de Thomas Struth.
El Museo del Prado exhibe desde mañana, en jornadas de puertas abiertas organizadas para presentar la ampliación de sus instalaciones, un montaje especial del fotógrafo alemán. Son imágenes que estrenan las nuevas salas de exposiciones temporales y se suman a las otras 11 fotografías de Struth distribuidas entre la colección permanente, como parte de la exposición Making time, inaugurada el pasado desde el 6 de febrero y prorrogada hasta el 6 de mayo. La oportunidad de conocer la ampliación se repetirá cada fin de semana hasta el 1 de julio, además de los días 30 de abril, 2 y 15 de mayo, "porque en fiestas la gente tiene más tiempo de acercarse al museo", explicó ayer el director del museo, Miguel Zugaza.
Las fotografías retratan a visitantes de museos como el Ermitage de San Petersburgo o la Galleria dell'Accademia de Florencia, que contemplan lienzos y atienden -o no- las explicaciones de los pacientes guías. Algunos ni siquiera miran el cuadro. Otros elevan sus cámaras compactas sobre las cabezas de los demás para tomar imágenes del mismo. Un grupo de niñas con falda escocesa y cuaderno de anillas apunta cada detalle de Velázquez.
Los asiduos al museo no tienen edad, ni sexo, ni ocupación determinada, según desvelan las curiosas fotografías de Struth: hay parejas de mediana edad, grupos de estudiantes con su correspondiente profesora de arte, viajes de jubilados... Pero ¿cómo nos ven los cuadros cuando los observamos? El fotógrafo coloca su objetivo en este lugar y juega con el espectador.
En las imágenes de la nueva exposición del Prado, el ciudadano anónimo pasa a ser un objeto de arte. Y justo enfrente se sitúa otro ciudadano anónimo que lo contempla con asombro, como si se viera reflejado en un espejo. Una de las salas aprovecha la situación central de la linterna -cubo de cristal por el que entra la luz desde el techo-, diseñada por Rafael Moneo. Precisamente en este espacio, los personajes de las fotografías de Struth también elevan la vista hacia el cielo como si imitaran la reacción de los visitantes del Prado."La intención es celebrar con el público esta ampliación del museo, porque son obras que reflejan la contemplación de una obra de arte. Así cobra sentido esta primera colaboración de un artista contemporáneo con el Prado", dijo Zugaza durante la presentación de las jornadas de puertas abiertas.
El acceso será gratuito desde la puerta de los Jerónimos, -junto a la puerta baja de Goya- desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde. La visita por la zona reformada (que comprende auditorio, sala de las Musas, claustro, jardín y puertas de Cristina Iglesias) se acompañará con estudiantes de arquitectura que explicarán al público los secretos de cada estancia desnuda.
Porque en la ampliación de la pinacoteca, de momento, sólo se expone aire. Salvo las fotografías de Struth, hasta el próximo julio no comenzará el traslado de obras a las nuevas salas ni el montaje del conjunto escultórico que ocupará el claustro, firmado por los maestros Leone y Pompeo Leoni. Al mismo tiempo, se inaugurará la composición de las Ocho musas silentes, pertenecientes a la colección de la reina Cristina de Suecia, y la exposición Maestros modernos del Museo del Prado, con pintura española del siglo XIX. Quién sabe si en alguna de estas salas Struth vuelve a fotografiar al público.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.