La vida es un cuento
"Era mucho más estrella que todos nosotros", afirma Michelle Phillips, integrante del histórico grupo The Mamas and The Papas, en el documental 3055 Jean Leon acerca de su protagonista.
Taxista, camarero, empresario hostelero y vinícola, aventurero por vocación, fabulador por devoción, el santanderino Ceferino Carrión, más tarde rebautizado como Jean Leon, era uno de esos personajes que siempre se encuentran situados en la esquina de la foto mientras el centro lo ocupan las grandes estrellas del espectáculo. Sin embargo, en la vida real, según desvela el notable documental dirigido por Agustí Vila, el verdadero ombligo de la imagen no era sino este emigrante español que, con constancia de conspirador, supo reinventarse hasta lograr hacerse un pequeño hueco en la historia de Hollywood, aunque fuera como dueño del restaurante en el que todos los artistas se sentían como en casa.
3055 JEAN LEON
Dirección: Agustí Vila. Intervienen: Dennis Hopper, Angie Dickinson, Robert Wagner, Paul Newman. Género: documental. España, 2007. Duración: 93 minutos.
Vila, estupendo cortometrajista en los noventa (¡Ábreme la puerta!), director de la rohmeriana Un banco en el parque (1999), ha tardado siete años en realizar otro largo, pero la espera ha merecido la pena. Con un incuestionable gusto estético, Vila guía las andanzas de Leon como el que está narrando un cuento infantil. Unas preciosas animaciones en tres dimensiones y el continuo punteo de la guitarra de Ian Briton, autor de la banda sonora, aderezan una historia en la que, por momentos, todo es tan increíble que parece inventado no por el mentiroso Leon, sino por los propios artífices de la película. Esa llamada de Liz Taylor al Leon hostelero de La Scala, en Beverly Hills, para que éste le enviara a Londres unos canelones en hielo seco suenan a exagerada prestidigitación narrativa si no fuera porque ahí están Paul Newman, Dennis Hopper (el de ahora, no el de la época lisérgica) y Robert Wagner para corroborar la especialísima naturaleza del bueno de Ceferino.
Como los materiales de archivo no son excesivos, Vila toma prestado de los documentalistas Brett Morgen y Nanette Burstein el precioso efecto recortable móvil que otorgaba vida a las fotografías de su portentoso documental sobre el productor Robert Evans El chico que conquistó Hollywood (2002). Una fuente que, casualidad o no, acaba emparentando a Evans y Leon, dos hombres ambiciosos que vivieron días de vino y rosas junto a las estrellas y que se asemejan en algo más que en haber compartido época y espacio vital: ambos disfrutaron sus jornadas de esplendor sacando partido a sus camaleónicas dotes para las relaciones y a sus dictadoras malas artes disfrazadas de respetabilidad.
Babelia
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