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Crítica:FERIA DE ABRIL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La espada desgarra a Talavante

Expectación para el encontronazo -Chenel dixit- entre el emperador francés y los conquistadores extremeños. Castella salió sereno y poderoso a por el 1º, convencido de su posición privilegiada en la parrilla. Su gran cuadrilla le dejó perfecto al nobilísimo -y flojo- Torrealta. Brindis obligado en su segunda tierra, la tierra de albero. Cerró los paraguas en el apoteósico recibo, claro y tranquilo, con teloncillos por delante y por detrás. Ya había música cuando estaba en la izquierda la muleta. Y oles. Sebastián toreaba con limpieza, como la lluvia, como la clara embestida del mes de marzo, como el claro silencio en el pasodoble. Claro con la derecha, girando a la distancia justa, pero faltaba en el bicho algo de genio, el punto que emociona. Por eso las manoletinas fueron adorno sin alegría. Quedó la espada cruzada y caída y, como había sed de orejas, le dieron una. Al 4º, alegre en el caballo, lo abrió con estatuarios y firmó por bajo, con torería. Iba el toro presto, algo violento, ansioso de paño. Y no era fácil de templar, así que tras la serie de enganchones -luego arreones-, se llevó un bajonazo.

Talavante era el punto álgido del encuentro. Triunfo de Puerta Grande en Madrid el mismo Domingo de Resurrección que reaparecía aquí -sin trofeos- Castella. Y prometía emociones fuertes. La primera la dio su primero cuando se arrancó de lejos al caballo y, luego, puso en aprietos a Plaza y otros, que se agolpaban en el burladero. La segunda fue el brindis al gran maestro de Camas (al otro, a Camino). Luego quiso forzarlas en un silencio que apenas se rompía por las gotas de lluvia sobre la tela de los paraguas. El toro llevaba la cara alta, esperaba y se lo echó a lo alto enredado en los cuernos. Cuando lo dejó en la arena se limitó a mirarlo. Por el izquierdo iba algo más y pudo sacarle algún natural. Volvió a la diestra y volvió a notar el pitón junto al sobaco. Parte de la afición prefería pases que sustos; el bicho no los tenía y cuando dio las insulsas bernadinas casi sentimos alivio. Sin embargo, en el 6º, cuando ya las acciones bajaban, el pacense decidió revalorizar el mercado. Tres verónicas soberbias fueron el comienzo -una para el recuerdo-. El castaño enmorrillado, muy guapo, acudió al peto sin emplearse, pero embestía. Y bien. Así recibió, de entrada, ayudados con sabor y luego, la panza larga y planchada en la diestra, corriendo a ritmo redondo y rematando las salidas como el aire fresco de la noche. Saltaban chispas. Por la izquierda le llevaba cantando, sin necesidad de sustos. Ni al toro, ni a él ni a nosotros. Una trinchera y un natural largo y sinuoso como un río nos pusieron en pie. Y seguimos paladeando otras trincheras, pases crujidos, desmayados con el toro en un delirio que empezaba a desbordarse en gritos de ¡torero! Le cambiaba el pase -ahora sí- en los adornos por detrás y remataba con la firma más cara, más garbosa de la feria. Cuando pinchó en hueso un ¡oooh! nos acogotó el alma.

Perera no estuvo en la pelea. Un primer oponente con geniecillo rebrincón, con el que tardó en hacerse y no le encontró el sitio. Y un 5º bravo, sobrero de Zalduendo, al que empezó a torear y que tras meter bien la cabeza en dos series, se rajó.

Salimos de la plaza con la muleta de Talavante en la cabeza; nos giraban sus muñecas en la sangre. Pero son matadores, no sólo toreros. ¡Qué se le va a hacer!

LA CORRIDA DE HOY. Toros de Puerto de San Lorenzo para Luis Vilches, Eduardo Gallo y Pedro Gutiérrez, El Capea. Digital+ retransmite el festejo, a las 18.30.

El torero Sebastián Castella, ayer en la Real Maestranza de Sevilla.
El torero Sebastián Castella, ayer en la Real Maestranza de Sevilla.EFE

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