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Zapatero reclama una UE que dé respuesta a la inmigración, el terrorismo y la pobreza

El presidente no renuncia "a la ambición de construir una Europa política más integrada"

El presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, trazó ayer con precisión el perfil de la Europa que desea: una UE dotada de los poderes e instituciones necesarias para hacer frente a los retos del siglo XXI, a la globalización, la pobreza, las migraciones masivas, el cambio climático o la violencia. Esta opción no es un capricho, vino a decir. Resulta inaplazable, porque todos los problemas indicados "exigen una respuesta europea". De ahí que la posición española sobre el futuro de la Unión sea clara: "No renunciamos", dijo, "a la ambición de construir una Europa política más integrada".

Zapatero dio, así, réplica al primer ministro británico, Tony Blair, que hace tres días dejó claro que sólo considera razonable una Unión muy simplificada, de competencias acotadas, y orientada hacia las antípodas del europeísmo sin fronteras. El marco elegido por el presidente para esta intervención formal en el debate sobre la renegociación de la Carta Magna de la UE fue la entrega del premio Nueva Economía Fórum a la Comisión Europea, y tuvo un carácter solemne por la presencia del Rey, que dio el galardón. El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, respaldó, con matices, el discurso de Zapatero.

Éste descalificó las posiciones de quienes asumen que el rechazo por Francia y Holanda del Tratado constitucional aprobado en 2004 ha supuesto "un freno definitivo a una mayor integración". "Otros han tomado la parte por el todo, han abogado por una Europea centrada en politicas concretas", añadió, en indudable alusión a Blair. "En mi opinión", prosiguió, "se trata de un falso debate: una mayor integración política reforzará siempre la eficacia de nuestras políticas. Esta ambición y este equilibrio, que están presentes en el Tratado Constitucional, son fundamentales para España y deberían ser preservados en la solución que adoptemos".

Zapatero rompió todavía otra lanza en favor del texto que los españoles ratificaron en referéndum en febrero de 2005 cuando dijo: "Las carencias que nos llevaron a la firma del Tratado Constitucional subsisten. Son incluso más evidentes en nuestros días. Por lo tanto, el proyecto del tratado sigue siendo válido. Sin olvidar que todos los Estados miembros lo firmaron y que 18 lo han ratificado. La solución que acordemos no debería alejarse demasiado ni desvirtuar el texto constitucional".

La Constitución Europea viene exigida por la ampliación de la Unión a 27 miembros y por "el deber" que conforma "esta nueva dimensión" de "proyectar hacia el exterior los valores" de la identidad europea".

"Los procesos económicos y sociales de la globalización, la injusticia y los desequilibrios, los movimientos masivos de poblaciones, la violencia en todas sus manifestaciones y el cambio climático adquieren una dimensión que supera el marco de nuestros Estados nacionales", afirmó el presidente. Y para que esta respuesta sea posible, Europa tendrá que ser "más fuerte, para ser más segura, más próspera"; "más solidaria, para proyectar mejor la estabilidad entre nuestros vecinos"; y "más integrada, para influir en la escena internacional". En este sentido, "Europa debe desarrollar su capacidad para mediar en los conflictos regionales y cooperar estrechamente con la ONU", en concreto, en Oriente Próximo y en la lucha contra la miseria en África.

Zapatero se mostró confiado en que la Hoja de Ruta que la canciller alemana, Angela Merkel, quiere poner en marcha en junio para que el proceso constitucional concluya en 2009, llegue a la meta deseada. Si no fuera así, "daríamos un paso atrás. Emitiríamos una señal equivocada. Cometeríamos un grave error. Nos costaría mucho repararlo".

Durão Barroso reconoció que la situación requiere "valor político" y lanzó "un llamamiento para transformar el punto muerto institucional de Europa en una oportunidad de dar nuevas fuerzas con un proyecto de madurez". Coincidió en que el Tratado Constitucional "debe ser el punto de partida" del debate que se inicia. "No deberíamos, por lo tanto, reabrir demasiadas cuestiones. Sin embargo, podríamos introducir nuevos aspectos relacionados, por ejemplo, con la política en materia de energía", precisó. También estuvo de acuerdo en que "Europa debe lograr una globalización que respete sus valores y en la que Europa cuente", por su capacidad de responder a los desafíos del siglo XXI.

El rey Juan Carlos alabó la actuación de la Comisión. Lo mismo hizo Zapatero, aunque apostilló que la actividad normativa del Ejecutivo comunitario ha podido ser "a veces, excesiva". Las tensiones entre Madrid y Bruselas derivadas de la OPA sobre Endesa afloraron así en el acto, como también cuando Barroso apuntó que España debe hacer todavía algún esfuerzo "en cuestiones de competencia en el sector eléctrico".

Zapatero, el rey Juan Carlos y el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, durante la entrega del premio Nueva Economía Forum.
Zapatero, el rey Juan Carlos y el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, durante la entrega del premio Nueva Economía Forum.REUTERS

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