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La antigua cárcel de Carabanchel, convertida en vertedero farmacéutico

Innumerables restos de material médico se encuentran esparcidos por un patio del penal

Pedro Zuazua

Tubos de ensayo que contienen sangre, decenas de botes para material médico contaminado de los que sobresalen agujas de jeringuillas, botes para muestras, cientos de antibióticos dentro de su envoltorio y cientos de jeringuillas sin usar, goteros para suero...

Todo ello yace tirado en la esquina de uno de los patios de la abandonada cárcel de Carabanchel.

Jeringuillas, botes de muestras, antibióticos, goteros de suero... tirados en una cancha

Debajo de una canasta oxidada, y a pocos metros de una de las cocinas del penal, se puede ver un cubo de basura volcado. Al lado de la canasta hay una estancia de azulejos blancos en donde están la mayor parte de los antibióticos. Están amontonados. También hay guantes de plástico y algunas jeringuillas sin usar que salen de cubos de basura volcados.

Da la impresión de que el material hubiera salido despedido desde el interior de la sala. "Nos sorprendimos bastante de encontrar esto aquí, porque no es un lugar de fácil acceso", cuenta Laura Aparisi. Esta madrileña de 27 años se encontraba con un grupo de amigos haciendo fotos del interior de la cárcel cuando descubrieron el material médico. "Oímos que un grupo de chicos hablaban sorprendidos del tema, pero cuando llegamos allí ya no estaban", recuerda Laura, que pertenece a un grupo de fotógrafos que, desde hace dos meses, se acerca al penal para sacar instantáneas.

El lugar no resulta de fácil acceso, ya que hay que atravesar varios patios y dependencias para llegar. Encontrar el lugar requiere ir con alguien que conozca el acceso o caminar un buen rato por los pasillos. Aun así, hay varias pintadas -"Entra y flipa", "Drogas duras llenan sepulturas"- en referencia a lo que se encuentra en el interior del cuarto. En la cárcel, a la que se accede sin gran dificultad -la verja exterior está agujereada, uno de los portones está abierto y al interior se puede acceder por una ventana tapada sólo con una manta-, vive gente, aunque no exactamente en la zona en la que se encuentran los residuos.

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"Cuando lo vimos, pensamos que podía venir de la enfermería", cuenta Laura. Fuentes de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias aseguraron a este periódico que el lugar en el que se encuentra el material no está cerca de lo que era la enfermería y que, cuando se cerró la cárcel, en 1998, se procedió al traslado de todo el material. Incluso uno de los médicos que trabajaba allí, consultado por dicha fuente, se mostró sorprendido por el número de jeringuillas, ya que el programa de intercambio no se había iniciado en 1998.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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